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Incontro dei DICS dell’EUROPA: Alvaré (es)

Lenguaje creativo: descifrar, volver a encuadrar y defender conceptos de la identidad humana.

Por Helen M. Alvaré, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad George Mason, Arlington, Virginia, USA.

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BORRADOR 9º SEMINARIO PROFESIONAL PARA LAS OFICINAS DE COMUNICACIÓN DE LA IGLESIA
Roma, 28-30 de abril de 2014

A lo largo del tiempo, ha habido una gran transformación en el modo en que los seres humanos entienden su propia identidad, especialmente en el contexto de su constitución sexual y en el ámbito de las relaciones familiares. Esto no ha sucedido en cada rincón del planeta, pero sí en las naciones más prósperas del mundo occidental, que a su vez trasmiten su perspectiva a otras naciones de muy diverso modo: a través de la diplomacia, la asistencia internacional, las autoridades regionales y globales que velan por la protección de los derechos humanos, las organizaciones no gubernamentales (ONGs), las transacciones comerciales y la influencia de los medios de comunicación.

Esta transformación supone un amplio y complicado fenómeno, pero sus principales aspectos pueden y deben ser descritos y categorizados antes de ofrecer una respuesta: esta transformación merece una respuesta porque es motivo de gran sufrimiento humano, especialmente entre los grupos más vulnerables. La Iglesia no aborda esta cuestión de manera triunfal o desde una postura de resentimiento, sino con compasión y con responsabilidad por la vocación recibida de reflexionar en torno a este tipo de cuestiones sobre la naturaleza humana desde la perspectiva de la fe, la caridad, la razón y la experiencia. Más aún, nuestra fe nos enseña que la concepción de la persona humana (creada hombre o mujer) y de la familia humana, está estrechamente vinculada nada menos que con la esperanza de vislumbrar la persona de Dios y de entender el significado y fin de la existencia.

Trataré de dividir mi exposición en cuatro partes: - En primer lugar, expondré a grandes rasgos las características de la transformación actual del concepto de identidad humana en los ámbitos sexual y familiar.

- En segundo lugar, sugeriré brevemente las posibles causas generales de esta transformación, únicamente para ayudarnos a pensar posibles respuestas.

- En tercer lugar, destacaré los beneficios que se alegan y los costes que esta trasformación provoca, como se ha demostrado, para que nos ayuden a pensar sobre las soluciones que damos a estos problemas.

1 - Por último, dedicaré la mayor parte de mi exposición a proponer algunas soluciones a estas cuestiones.

1. Características: Volviendo al primer punto, es indiscutible que la auto-identificación sexual y los roles familiares son elementos esenciales de la identidad humana. A pesar de ello, actualmente existe una confusión en ambos conceptos, tanto a nivel individual como a nivel relacional. Es un fenómeno ampliamente extendido y con múltiples facetas. Trataré de sintetizarlo en tres observaciones: Primera. Simplificando mucho, he aquí las situaciones a través de las cuales la identidad sexual y familiar experimentan confusión y se pierden progresivamente: En un primer grupo, encontramos individuos que se consideran emocional o intelectualmente de un sexo diferente a su sexo biológico. Este deseo de que se reconozca que tienen un sexo diferente está reclamando una protección legal para sí mismo. Cito sólo algunos ejemplos recientes: en Australia está legalmente reconocido un tercer sexo; en muchas de las naciones occidentales está ganando consenso la defensa de los derechos de los transexuales reclamando, por un lado, el respeto a su identidad desde un punto de vista legal y, por otro, exigiendo una mayor cobertura médica sobre las operaciones de cambio de sexo; en Estados Unidos se están creando leyes estatales que obligan a los colegios a permitir a los estudiantes utilizar los cuartos de baño y jugar en un determinado equipo según el sexo que los estudiantes creen tener y no según su verdadero sexo biológico.

Un segundo grupo incluye aquellas personas que son conscientes de su sexo biológico, pero niegan que éste, desde el punto de vista legal o normativo, se tenga que complementar con el sexo opuesto en un matrimonio o en una relación sexual. Buscan el reconocimiento personal y legal de las uniones entre personas del mismo sexo, los “matrimonios homosexuales”, así como el reconocimiento de otros derechos basados en la atracción por personas del mismo sexo.

Un tercer grupo lo integran aquellos individuos que afirman detentar específicos roles familiares, mientras que otros –tanto dentro como fuera de la familia- los niegan. Esto puede suceder, por ejemplo, entre los divorciados y vueltos a casar, entre aquellos que utilizan Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) o en los “matrimonios homosexuales”, pudiendo cualquiera de ellos sentirse con la potestad de reivindicar su derecho de ser “marido” o “mujer”, “hijo” o “madre” o “padre”.

Un cuarto grupo implica la utilización de las Técnicas de Reproducción Asistida, en donde los roles familiares se “confunden”. Por ejemplo, la persona que un niño percibe como su “tía” o su “abuela”, desde el punto de vista biológico, podría ser su madre.

Un quinto grupo engloba individuos cuyos roles sexuales y familiares cambian constantemente. A menudo, la cohabitación, el divorcio y los nuevos matrimonios hacen que cambien los roles parentales y conyugales. Además, según algunas asociaciones médicas, la orientación sexual puede ser “volátil”; por ejemplo, en Estados Unidos, el 84% de los niños, que son criados por parejas del mismo sexo, fueron ya concebidos cuando uno de los dos adultos mantenía una relación heterosexual anterior, algunas veces incluso dentro de un matrimonio.

Una segunda característica de esta transformación actual es que viene acompañada de diversas formas de fractura o desgarrones de aspectos que, hasta hace poco, estaban estrechamente unidos a la identidad sexual y familiar.

Existe una ruptura en el propio individuo cuando el cuerpo de la persona no se corresponde con su identidad sexual legal, su deseo afectivo o su modelo de intimidad sexual.

Existe una ruptura entre las personas dentro la sociedad. Esto puede suceder cuando un individuo se identifica a sí mismo con determinado sexo, mientras que un tercero le identifica con otra identidad sexual. También ocurre esto cuando el status familiar de una pareja se pone en duda: una pareja homosexual puede, por ejemplo, considerarse “casada” pero la sociedad lo pondrá en discusión, sin importar lo que la ley diga al respecto.

Existe una ruptura en el seno de las familias cuando miembros del núcleo familiar reconocen que otros miembros cumplen roles diferentes a los que expresan. Un niño “creado” por medio de Técnicas de Reproducción Asistida puede no reconocer a su madre legal como su verdadera madre, aunque la primera considere al niño como propio; en el caso de que haya habido una donación de esperma fuera del matrimonio el padre legal de un niño podría no reconocerse a sí mismo como padre de la criatura, mientras que el niño sí podría considerarlo como su padre; una lesbiana puede tratar a un niño como propio mientras que la única madre biológica del hijo, su pareja, puede no considerar a ésta como segunda “madre” del niño, y así sucesivamente.

Existe una ruptura en la relación entre hombres y mujeres, pues hoy en día se casan menos y cohabitan y se divorcian más que antes. Por otro lado, el significado inigualable y el potencial de su unión se ha visto oscurecido en algunos lugares al equipararse el matrimonio con las uniones de personas del mismo sexo.

Existe una ruptura entre poderosos y débiles, dado que los adultos ricos y con mayor formación evitan con más frecuencia comportamientos que lleven a familias e identidades desestructuradas; así, evitan tener hijos fuera del matrimonio, el divorcio, las segundas nupcias, la cohabitación y el aborto, en mayor grado que aquellos que forman los grupos más pobres de la sociedad. El impacto intergeneracional de estos comportamientos hace crecer y empeora la fractura entre los más y los menos privilegiaos, con el paso de varias generaciones.

Existe una ruptura entre la ley natural y la ley positiva, así como entre los individuos e instituciones religiosas, y aquellos que no lo son y el estado, por el hecho de entender la identidad personal y familiar de un modo diferente. Esta ruptura se convierte en radical cuando individuos e instituciones religiosas son obligados -a menudo bajo la bandera de “los derechos humanos”- a cooperar o apoyar nuevas identidades sexuales y status familiares con la amenaza de sanciones o de marginación.

Estas rupturas, por definición, provocan fuertes conflictos puesto que se agrupan en torno a cuestiones tan debatidas como el sexo, la religión y la familia.

Un tercer aspecto de la situación actual es que el centro neurálgico del poder se ha desplazado, lejos de la naturaleza, lejos de Dios… ¿Hacia quién o hacia qué? Primero, hacia los seres humanos, pero en particular hacia los adultos en igual contraposición con los hijos, que tienen cada vez más facultades de contraer responsabilidades sobre sus relaciones, lo cual afecta al status de hijos y a sus intereses; Segundo, hacia intereses científicos y corporativos, especializados en crear nuevas vidas humanas o en alterar las características sexuales de los individuos; Tercero, al estado, especialmente hacia los legisladores que tienen el poder de decisión: ya sea desarrollando los contratos de los adultos sobre sus relaciones familiares; ya sea reconociendo nuevas identidades sexuales, cuando no dando validez o disolviendo un matrimonio o asignando derechos y obligaciones a parejas de hecho, e incluso decidiendo si se deben o no estipular y cómo se deben asignar dichos derechos a los padres.

En resumen, esta transformación de la identidad sexual y familiar es también un desplazamiento del centro del poder en favor de ciertos enormes intereses ya mencionados.

II. Orígenes o fuentes:

Muy sintéticamente, ¿Cuáles son las fuentes principales de este cambio conceptual de las identidades? ¿Cuál es el origen de estos cambios que separan el sexo de la procreación y del matrimonio, el hombre de la mujer, que hacen tambalearse las instituciones familiares y llevan a la confusión e inestabilidad de los individuos así como de sus entornos privados o familiares?

Podría proponer varias fuentes prácticas, legales y tecnológicas. Éstas engloban todo, desde el “shock tecnológico” de la píldora, del aborto y de las Técnicas de Reproducción Asistida, hasta el cambio en el papel de la mujer y los cambios económicos que han llevado a ésta al puesto de trabajo, incluyendo la mayor parte de las madres. También engloban la violenta reacción al trato que las mujeres y los homosexuales han sufrido en épocas anteriores como fruto de concepciones erróneas sobre sus derechos y necesidades; los efectos intergeneracionales producidos por la disfunción familiar, y la manera en que la ley ha asumido los nuevos hábitos sexuales y clasificado la familia –hablamos incluso de matrimonios y padres- como parte de la esfera privada de los individuos.

También es origen de este cambio conceptual la reformulación del concepto de libertad, especialmente en el derecho de familia, concepto que ahora viene a incluir la importancia de la autorrealización afectiva, terapéutica y personal, así como la voluntad de elegir que tienen los seres humanos. Por otro lado, el término “libertad” desde el punto de vista legal, incluye cada vez menos conceptos como “obligación”, “sacrificio”, “servicio” o incluso “relación”.

No podemos evitar ver en estos cambios conceptuales la huella del pecado original -una lucha de la creación por arrancar el control de las manos de Dios y hacerlo nuestro- que tiene unos efectos concretos en la relación hombre-mujer, como describe el Génesis. Si contemplamos esta cuestión concreta a través del punto de vista interpretativo del análisis antropológico de Juan Pablo II, podemos incluso decir que, dado que la relación hombre- mujer es el lugar más apropiado para entender la persona humana, el amor de Dios y la relación de Cristo con Su Iglesia…partiendo de todo esto, ¿Por qué no escogería el demonio atacar la identidad sexual y familiar para desorientar el progreso humano y hacer fracasar las relaciones de los seres humanos con Dios? III. Beneficios de la transformación: Es importante considerar qué es lo que la gente piensa que gana con la transformación de la identidad sexual y familiar, para poder nosotros involucrarles en nuestras respuestas.

Algunos de los beneficios que habitualmente se alegan son: modos alternativos de encontrar intimidad emocional y sexual cuando las vías tradicionales parecen cerradas o son deformantes, el rechazo a ser marginado por circunstancias como la orientación sexual o el monoparentalismo, realizar el deseo de ser madre aun cuando el matrimonio parece imposible... También se busca superar el supuesto reduccionismo biológico – especialmente para las mujeres subyugadas en el pasado por comportamientos patriarcales- pero también un rechazo a la estigmatización de lo físico, incluida la sexualidad, como algo malo o indigno. Algunas mujeres sostienen que separando el sexo de la procreación, hombres y mujeres estarán al mismo nivel. Todas estas reivindicaciones se suelen agrupar en torno a las banderas de “igualdad”, “no discriminación” y “libertad”.

Al mismo tiempo, hay una literatura cada vez más extensa sobre los costes de reformulación de las identidades sexual y familiar. La literatura es inmensa pero sólo quiero señalar algunas de sus conclusiones generales: En primer lugar, estos cambios están fuertemente unidos a crisis emocionales, educacionales e incluso de salud, especialmente en el caso de los niños, las mujeres y los pobres, que sufren más el fracaso o la ruptura del matrimonio o el cambio de papeles en el hogar por parte de los adultos. Parece que los efectos de estas crisis familiares son transmitidos a la siguiente generación. En consecuencia, estos efectos están asociados al cada vez más rígido y creciente abismo entre los ricos y los pobres, antes mencionado.

A pesar de que se han planteado algunas importantes cuestiones sobre los posibles costes emocionales, mentales y de salud que se producen cuando una persona se identifica como parte de la comunidad LGBT, las investigaciones en este ámbito no gozan de apoyo alguno.

En algunos lugares “la conversión terapéutica” para aquellos que experimentan una confusión sexual, está incluso prohibida por ley.

En cuanto a la paternidad de personas del mismo sexo, una reciente investigación indica que las parejas de LGBT son menos estables, lo cual repercute directamente en el bienestar de los hijos en este tipo de entornos familiares.

Asimismo, la antes extendida interdependencia familiar se ha visto reducida significativamente por el crecimiento de tantas familias rotas o desestructuradas. Esto ha hecho que trabajadores sanitarios o domésticos y el estado tengan que ocuparse cada vez más de los ancianos y niños cuando sus familias son incapaces de cuidar de ellos o simplemente no tienen interés por hacerlo.

IV. Estrategias: Llegados a este punto, propongo varias estrategias, a la hora de hablar de este fenómeno denso, potente y lleno de matices, a la luz de sus características, causas y efectos:

A. El tono: Desearía empezar con la cuestión del tono que debemos utilizar. Por experiencia, tras docenas de presentaciones al año y unas mil a lo largo de mi vida, si el tono no es el adecuado, el contenido no interesa.

Algunos elementos de un tono adecuado serían:

1. El ponente necesita humildad. En su actitud y sus palabras debe percibirse que busca la verdad acerca de Dios y de cómo deben vivir los seres humanos. Debe verse que es también un peregrino en camino, un pecador que busca la misericordia de Dios y su orientación. Esta es la razón por la cual, cuando publiqué un libro recogiendo las historias de mujeres católicas americanas relacionadas con las cuestiones más debatidas de la actualidad, recolecté en cada caso la historia de sus dificultades, para así entender y vivir la gracia y sabiduría de la antropología de la Iglesia y sus enseñanzas. De hecho, no dudo en muchas ocasiones de hablar en público sobre mi propio camino de fe, al hilo de una conversación.

Un amigo de los Estados Unidos me dijo el otro día: al final del día, con nuestro querido Papa Francisco…siempre hay un examen de conciencia. En ese momento manifesté mi conformidad y ahora me atrevo a decir que es el triple de importante para los comunicadores (de la Iglesia), porque son la cara visible de la Iglesia para sus oyentes.

2. Antes de empezar a hablar enfoca tu exposición pidiendo la gracia de ser a la vez caritativo y veraz respetando al que dialoga con nosotros, como hijo de Dios, que te ha sido confiado del mismo modo que le fue confiado el viajero herido al buen samaritano.

3. Mitiga inmediatamente los miedos o los prejuicios de los oyentes sobre el hecho de que los católicos no se involucran racionalmente en un debate o no respetan argumentos de tipo racional. Prejuicios de que somos personas torpes, monolíticas o actores irracionales.

Traza claramente nuestra manera de abordar una discusión, atendiendo a la razón, a las estadísticas, a la experiencia y también a la sabiduría obtenida a través de la Revelación, de la Tradición de la Iglesia y de las reflexiones teológicas realizadas durante miles de años. Señala que nuestro estudio del tema está presidido por nuestra casi incomparable experiencia de servir a las necesidades humanas a lo largo del tiempo. Señala también que aquellos que proponen nuevas identidades sexuales y familiares son los primeros en culpar a la Iglesia de irracional, mientras que habitualmente ellos mismos rechazan entablar un diálogo en torno a estadísticas o evidencias médicas. Pide abiertamente pruebas racionales de sus reivindicaciones. Pide que contesten a las tuyas.

4. Muy unida a esta última recomendación propongo la siguiente: sé la persona más inteligente de la sala, la más preparada en el tema que se está tratando. No despliegues tus conocimientos intentando quedar por encima de los demás, pero deja claro que has preparado tus argumentos y que puedes afrontar cualquier pregunta, por muy difícil que sea. Por último, nunca exageres o abuses de tu argumentación. Es una pérdida de tiempo comenzar un debate sobre un hecho o un dato manifiestamente equivocado.

5. Haz ofrecimientos y propuestas, pero no des nunca órdenes. Partir de la libertad de cada uno, es lo mejor que podemos hacer, obviamente. Sin embargo, también hay que recordar que es importante al menos convencer a otros de que tenemos una postura bien razonada sobre estas cuestiones, una postura que merece por lo menos un lugar en la mesa del debate, dado que nuestras enseñanzas sobre identidad sexual y familiar cada vez con más frecuencia son rechazadas como fuertes ataques a la libertad, a la igualdad y a la no discriminación. En este sentido, también nuestra manera de actuar contrasta favorablemente con la manera de actuar de nuestros compañeros de debate, que habitualmente reivindicarán el poder de la tolerancia y el de las normas sin excepciones, no dejando siquiera un resquicio a nuestro punto de vista.

Recientemente, en los Estados Unidos, utilicé esta última estrategia favorablemente. Por mi trabajo tuve que hacer frente a un mandato del gobierno que forzaba a las instituciones religiosas a prestar un seguro médico para la contracepción y algunas formas de aborto.

Incansablemente, los que apoyaban a este mandato se posicionaron como la voz de todas las mujeres. Yo lancé entonces una “carta pública” con sólo varias docenas de amigas, exponiendo dos cosas: que las mujeres se preocupan por la libertad religiosa y que no consideran la libre contracepción y el aborto como el resultado de su libertad en cuanto mujeres. A lo largo de varios meses, la carta reunió 41.000 firmas y se ha convertido en un vehículo por el que ofrezco a las mujeres estadísticas y argumentos, de modo que puedan hablar abiertamente de su libertad y de la libertad religiosa. Los que apoyaban el mandato del gobierno cometieron el error de decir que representaban a todas las mujeres. Mi grupo de mujeres insistía en que sólo representaban a algunas mujeres; los otros no consideraron que muchas, de hecho, diferían de su opinión y ofrecían pruebas de sus argumentos. De este modo, al decir que representaban a todas las mujeres, los representantes estatales se situaron a sí mismos en el punto de mira. Nosotros probamos que estaban equivocados a través de cada carta, editorial y demostración.

B. En cuanto al contenido: Seguramente ustedes son conscientes de que las cuestiones sobre la identidad sexual y familiar no son sólo una cuestión controvertida sino una cuestión que supera los límites de discusión pública. Se asegura que es un tema estrictamente personal o privado. No sólo se entiende que es privado por pertenecer al individuo, en cuanto se trata de una cuestión relacionada con su cuerpo o con importantes decisiones personales, sino en el sentido de que la identidad sexual y familiar no guarda relación alguna con el bienestar del resto de individuos o de la sociedad.

La respuesta habitual es tratar de convencer al oyente de que los niños sufren con la confusión de las identidades sexual y familiar. A pesar de ello, este argumento es comúnmente rechazado o ignorado. Se nos dice, incluso, que denota una falta de compasión por los niños que viven en entornos familiares de parejas del mismo sexo o que lo que en realidad estamos argumentando es que sería mejor para algunos niños no haber nacido que nacer en un entorno familiar comprometido. En otras palabras, hay pocos signos de que este argumento pueda progresar. Por otro lado, desde un punto de vista realista, los niños no votan ni tampoco contribuyen económicamente a las campañas políticas. Además, la gran mayoría de los niños son hijos de otros. Por ello, este argumento de “los derechos de los niños” tiene ciertos límites y no es muy eficaz.

Quizá sea el momento de cambiar de método. Tengamos en cuenta, para empezar, la intuición personal del oyente: la identidad sexual y familiar es importante para él o ella y para sus más allegados. A partir de ahí, con varias preguntas, tratemos de descubrir con ellos por qué importa tanto esta cuestión, no sólo a ellos sino también a otros individuos, hasta el punto de que estos temas se debaten acaloradamente y a diario. La gente no discute de igual modo otras cuestiones que también influyen directamente en sus vidas personales. ¿Qué pasa entonces con la sexualidad y la familia? Probablemente debiéramos empezar partiendo de un hecho sobre el que ambas partes están de acuerdo: El sexo de una persona expresa esa persona de un modo único. Y lo que un observador externo cree sobre la identificación o expresión sexual de una persona afecta al sentido de bienestar de esa persona. Probablemente estemos también de acuerdo en que una relación romántica de pareja, incluyendo un esposo o esposa, es crucial para la felicidad, tanto a corto como a largo plazo. La auto-comprensión de una persona y el sentido de auto-valoración se forman a partir de esa relación de pareja. Da la fuerza que uno necesita para enfrentarse al mundo.

La capacidad de tener hijos y de procurarles un bienestar, son también cuestiones centrales para conseguir la felicidad. Además, la mayor parte de la gente ha presenciado cómo las relaciones románticas, de pareja y paternales han hecho mejorar a las personas – les hace crecer, madurar- ya que aprenden a poner al otro en primer lugar, a pensar habitualmente en las necesidades de los demás. Observadores externos honestos podrían incluso admitir que para aprender a poner a los demás en primer lugar no existe mejor manera que tener un hijo al que criar. Aprender a querer a los hijos nos hace más tolerantes con los distintos seres humanos y sus comportamientos. Además, no existe ningún sustituto del amor y apoyo incondicional de una familia para ayudar a una persona a recobrar su salud y la seguridad en sí misma después de haber sufrido un serio revés.

Por el contrario, mucha gente ha presenciado de primera mano la fragilidad de la identidad sexual y de la vida familiar; la tragedia de una persona que siente que no es “suficientemente” buen hombre o mujer… La pérdida de confianza en el aspecto más importante de la identidad. Muchos pueden haber presenciado o experimentado la profunda pérdida de una relación duradera o un matrimonio que se descompone. Esto hace que uno lo sienta como una pérdida de sí mismo porque ya no hay nadie a quien “yo pueda dar” o que devuelva mis atenciones con las suyas. También cabe señalar la ruptura de una relación padre-hijo o el profundo pero frustrado deseo de un niño de conocer a sus padres biológicos y ser querido por ellos… La gente puede haber visto también las consecuencias que sufren personas que se encuentran en cualquiera de esas circunstancias. Efectos tales como el fracaso de no alcanzar el potencial académico o vocacional, la inestabilidad económica, la incapacidad de establecer relaciones familiares satisfactorias o estables cuando se es adulto, desconfianza de género, desarrollo de perturbaciones psicológicas… Hay que señalar que todas estas relaciones se describen y analizan con frecuencia en una bibliografía sociológica, psicológica y económica, significativa tanto por su extensión como por su amplia aceptación. Acreditados estudios confirman también que estos fenómenos personales y familiares son causados por circunstancias externas como el comportamiento de nuestros antecesores directos, especialmente nuestros padres. También están asociados a normas legales y culturales e incluso a modelos familiares de gente de nuestro entorno. A su vez, estos fenómenos no influyen sólo en nuestros propios hijos, sino también en el vecindario y en la comunidad. Todo, desde la economía social hasta los patrones de conducta en las votaciones, la asimilación de la inmigración, la composición demográfica o la práctica religiosa, todo sufre la influencia de la identidad y de los comportamientos sexuales y familiares.

Dicho esto, parece claro que la identidad sexual y familiar es importante no sólo en cuanto a la satisfacción privada, sino también en cuanto al bienestar de los demás, en concreto respecto a las personas más vulnerables. Estos son temas sobre los cuales cualquier información adicional debería ser bienvenida.

Y la Iglesia arroja luces adicionales. La Iglesia no se impone, no puede imponerse. De hecho, considera las estadísticas; no sólo las recibe positivamente sino que además reflexiona sobre ellas desde la perspectiva de un Dios creador que nos ha hecho, que nos ha amado hasta el punto de querer compartir nuestra humanidad y ofrecer su vida por nuestra salvación. Además, Dios no nos creó sólo dos, sino que nos hizo “dos en relación”.

Relacionados de una manera única que comprende toda la persona, incluyendo el cuerpo.

Orientados el uno hacia el otro de tal manera que, cuando nos compenetramos físicamente y con amor, uno más uno son tres, por el nacimiento de un hijo que va a depender por completo de sus padres durante bastante tiempo. Este ser “dos en relación” Dios lo llama “su imagen y semejanza”. Así, ese amor viene a ser un destello de Dios y de su amor por nosotros; esto implica un amor que es constante, un amor que no falla, un amor que perdona setenta veces siete y que es fecundo. Es también una revelación privilegiada de la orientación del ser humano hacia el prójimo, hacia cada uno de los le rodean. De nuevo, desde la experiencia humana, las personas pueden comprender que el amor romántico, el matrimonio y la paternidad son maneras irreemplazables que el individuo tiene para aprender (como dice Vladimir Solovyev) a poner otra persona como centro del universo.

Proporciona el modelo a seguir, donde los hijos aprenden qué es el amor y cómo hacerlo realidad.

La doctrina cristiana sobre el pecado original puede iluminar más allá de lo que las personas ven en el mundo. Es decir, lo que ocurre cuando se rechaza el poder de Dios y sus dones: el hombre busca dominar a la mujer y la mujer es cómplice en su propio sometimiento. El sexo se distorsiona hasta convertirse en algo diferente a lo que es por naturaleza. En concreto, cuando se separa del amor fiel y de los hijos… las consecuencias son terribles: particularmente, las mujeres se convierten en objetos degradados, los hijos son destruidos o desatendidos y las personas no tienen la fuerza para llevar a término su vocación.

Las personas de buena voluntad quieren asegurar los dones de una verdadera identidad sexual y familiar, no sólo para ellas mismas sino para sus seres queridos. La gente que se preocupa del bien común quiere asegurarse de que todo el mundo, en particular los más débiles, tengan acceso a estos bienes tan importantes. Querrán basar su convicción en la evidencia. Quizá incluso se les puede persuadir para escuchar la “motivación adicional” que sobre estas cuestiones proporciona una Iglesia con un amor palpable por la persona humana, manifestado en la persona de Jesús y -esperemos- en la de sus seguidores. Una Iglesia que posee recursos altamente desarrollados, provenientes de las Escrituras y de la teología, sobre la identidad humana y el amor. Recursos que dan una deslumbrante y precisa idea de lo que pueden ver y conocer tanto por el estudio como por la reflexión personal. Quizá incluso se les pueda hacer entender por qué es necesaria la libertad religiosa ya que permiten que este tipo de testimonios que dan significado a la sexualidad y a la vida familiar puedan seguir siendo una característica propia de la sociedad.

Siguiendo con esta reconocidamente extensa presentación sobre la razón y la Revelación en la postura intelectual cristiana, veamos varios puntos más que pueden ayudar a reforzar la propuesta cristiana sobre la identidad: Primero, hay que señalar que, cuando las personas se sienten libres de presiones sociales y económicas, cuando se ven acreditados para elegir su propio bien en el ámbito de las relaciones familiares, eligen el matrimonio, evitan la cohabitación, prefieren tener hijos dentro del matrimonio, evitan el aborto, se divorcian menos. Quizá rechacen –en palabras del sociólogo americano Charles Murray- “predicar lo que practican”. Sin embargo, lo que han elegido, aquello que “practican”, es un poderoso recordatorio de lo que eligen los que deciden con criterios selectivos; es un poderoso recordatorio de lo que entienden por “floreciente éxito” en el campo de la identidad sexual y familiar.

Segundo, tomen buena nota de que, lo crean o no, los autores de esta confusión moderna de la identidad , tienen su propio código de creencias, su propia antropología, su propia y común firme visión de la persona humana. Muéstrenla con cuidado utilizando sus fuentes para dar evidencias de ella. Señalen en concreto sus rasgos materialistas, científicos, dualistas e individualistas. Nunca permitan que se diga que sólo el comunicador “de corte religioso” tiene ideas firmes que proponer y que además lo hace en virtud de su punto de vista “dogmático”, “anticientífico” e “irracional”. Permita que el oyente sepa que todo el que está inmerso en esta discusión tiene una serie de ideas sobre antropología. La pregunta que hemos de poner sobre la mesa es qué antropología conduce a una mayor felicidad de la persona, no cuál de las dos posturas hablan acerca de la naturaleza humana, porque ambas lo hacen.

Tercero, reconozcan libremente el “salto” o gap que hay entre lo que enseña la Iglesia, aquello a lo que las personas aspiran y la existencia diaria de éstas. Especialmente en temas problemáticos como sexo y familia y especialmente en este momento de la historia, se hace necesario reconocer que nuestra “sabiduría” parece una locura. Por supuesto antes de dirigir de nuevo la discusión a lo que tenemos que ofrecer, reconozcan en concreto las comunes y tan discutidas dificultades para dar al sexo la importancia adecuada, comprometiéndose uno mismo con otra persona para toda la vida, valorando la relación por encima de la individualidad y progresando en la caridad no en dinero Me he dado cuenta de que si no reconocemos abiertamente esta fractura o salto, los oyentes acaban pensando que nos movemos en un mundo paralelo, un universo como enclaustrado.

Tengan preparados, por el contrario, testigos vivientes que den fe de la posibilidad y la alegría de una vida genuinamente cristiana.

Cuarto, la literatura que seriamente propone nociones erróneas de la identidad humana busca con frecuencia bienes con los que todos podemos estar de acuerdo. Salud, amor, intimidad, hijos. Es bueno para nosotros afirmar la verdad, los bienes humanos que buscan, y evitar cuestionar sus motivaciones. Pero es preciso indicar que incluso un simple acercamiento a la literatura empírica relevante refleja que no puedes “llegar allí” a través de los medios que emplean, como basarse en confusas nociones de identidad. La cohabitación por ejemplo, no te lleva a un matrimonio seguro; el sexo libre no te lleva al amor o salud incondicionales; el divorcio no es el camino para conseguir la felicidad de los hijos. Generalmente es más bien al contrario.

Llegados a este punto, es posible proponer qué es lo que lleva a obtener mejores resultados. De nuevo, las estadísticas son cada vez más útiles como lo son las experiencias de testigos reflexivos, compasivos y elocuentes, que pueden contar sus historias, explicar los caminos que han seguido. Pero no existen estadísticas concluyentes sobre todas las cuestiones controvertidas. Hay aspectos de la identidad sexual y familiar que no comprendemos por completo. Las estadísticas no son la única o la última palabra. Hay que saber asumir esto honestamente. Y los testimonios y experiencias personales siempre nos pueden ayudar.

En particular son importantes las estadísticas y las historias que evidencian lo que las personas consideran exitoso y lleno de sentido durante un largo periodo de tiempo. Por ejemplo, un reciente libro en los Estados Unidos, Los triunfos de la experiencia sigue la vida de cerca 300 hombres desde los 18 años hasta el final de sus vidas y relata este tipo de información relacionada con la existencia. No sorprende que, el haber aprendido a amar y darse, al marido o a la mujer, a los hijos, a los más débiles, se demostró ser el aspecto más importante de sus vidas.

Muestren cómo los más débiles se vuelven aún más miserables con la pérdida de la noción natural de la sexualidad y la familia, cómo se persuade a la gente joven que es emocionalmente débil para que experimente diferentes estilos de vida y orientaciones sexuales, cómo las mujeres sufren más que los hombres el sexo esporádico y el monoparentalismo, cómo los niños sufren la inestabilidad de los padres, cómo los pobres sufren más cada uno de los fenómenos de confusión de identidad, lo cual genera una creciente marginación social y económica.

Quinto, es necesario cuestionar el hecho de que algunos políticos y otros representantes gubernamentales, especialmente en países desarrollados, están adoptando posiciones bastante exaltadas en materia de identidad sexual y familiar; en particular lo hacen resaltando la importancia que la identidad individualmente determinada y sexualmente expresada tiene para la identidad humana y su bienestar. También lo hacen asignando a esa individualmente determinada y expresada identidad, un status reconocido por el Estado y una serie de beneficios. E incluso insistiendo en que las entidades religiosas están obligadas a cooperar con las decisiones del Estado sobre estas cuestiones. Evalúen de modo crítico por qué el gobierno es tan enérgico y por qué se involucra de esta manera en estas cuestiones. Con frecuencia es solo una manera de acumular dinero para que los políticos sean re-elegidos, consolidando el apoyo de un grupo de presión. Se puede sugerir también que el reciente entusiasmo de la clase política por este tema no añade nada a las argumentaciones originarias sobre la identidad sexual y familiar. Señalen que, en nombre de nuevas identidades sexuales y familiares, la voluntad de los gobiernos de coaccionar la libertad religiosa (un derecho humano crucial e histórico), incluyendo amenazas a la libertad religiosa para prestar servicios de caridad a los pobres, es un signo más de los profundos defectos que hay en estos nuevos derechos. Es importante también señalar cómo reñidas cuestiones de identidad sexual y familiar, separadas de su sentido racional y natural, y en manos de los políticos y gobiernos sólo les da a éstos mayor poder. Esto ha dado lugar a que un mayor número de ciudadanos dependa del gobierno para todo, desde las declaraciones de paternidad hasta el salario mínimo. El monoparentalismo, la cohabitación y las Técnicas de Reproducción Asistida están estrechamente asociadas a un mayor control de la vida de los ciudadanos por parte de los gobiernos y no al revés.

C. Elaboración de la exposición: Quiero finalizar con un punto final sobre la elaboración de la exposición.

En primer lugar, hemos de intentar dirigir el contenido de la exposición a personas de varios niveles sociales. Yo gestiono dos páginas web que ofrecen información acerca del significado de la propia identidad en el ámbito sexual y familiar. Una de ellas, (WomenSpeakforThemselves, Las mujeres hablan por sí mismas) atrae a mujeres con una cierta educación que quieren reaccionar contra la desinformación, particularmente en lo referido al sentido de la libertad de las mujeres. Yo les facilito argumentos legales, filosóficos y empíricos, entre otros. Les facilito links que les dirigen a fuentes primarias y links para investigaciones más profundas en la materia.

Pero, ¿y los trabajadores pobres, como denominamos a los menos favorecidos en los Estados Unidos?

Éstos viven en familias rotas o se están recobrando de rupturas, de la cohabitación, de adicciones pornográficas y del monoparentalismo. Han oído hablar muy poco de nosotros.

Las estadísticas en los EEUU muestran que este tipo de personas suelen estar lejos de la religión. Por eso, he ayudado a crear una página web para ellos donde no sólo se ofrecen consejos prácticos para afrontar las situaciones en las que se encuentran, sino también y sobre todo, un lugar donde puedan fortalecerse mutuamente. Se llama “Creo en el Amor” (I believe in Love). El corazón y el alma de esa web es un matrimonio joven que ha decidido ir a vivir entre los trabajadores pobres dando testimonio de la belleza del amor conyugal y de los deberes de los padres. Ellos escriben en la página web sobre estos temas y también afloran de vez en cuando otros escritores adicionales. Las ideas religiosas no son explícitamente centrales, pero la antropología se encuentra ahí.

Muchas gracias por su amable atención en este esfuerzo por elaborar soluciones frente a un enorme y multifacético fenómeno. Espero haberles ofrecido algunas propuestas útiles.