XXII
Capítulo General
de la Sociedad de san Francisco de Sales Roma, 14 de enero -
12 de mayo de 1984
DOCUMENTOS
Orientaciones operativas
Discurso del Rector Mayor
Mensajes y testimonios
Un poco de crónica
EDITORIAL CCS MADRID
Imprime: Instituto Politécnico Salesianos
Atocha Ronda de Atocha, 27 / 28012 – MADRID
Depósito legal: M. 6.229-1985
SUMARIO
Página
Presentación 7
Orientaciones operativas y decisiones 9
Mensajes, cartas, discursos 17
- Mensaje de Su Santidad Juan Pablo 11 19
- Discurso inaugural del Rector Mayor . • • • •
22
- Discurso del cardenal Pironio . _ - - 31
- Intervención del Rector Mayor (16 de marzo) . 37
- Reflexión del Rector Mayor (17 de abril) . 43 -
- Saludo del Rector Mayor al Santo Padre (3 de abril) 59
- Discurso de Juan Pablo II en la audiencia especial (3 de abril) 62
- Carta del Capítulo General a la Familia Sale
siana 67
- Carta del Capítulo General a los jóvenes . . 70
- Discurso del Rector Mayor en la clausura 73
Testimonios
- Homilía del Rector Mayor en el "acto de abandono"
117
- Carta de la Superiora General FM.A- al Rector Mayor - 123
- Homilía del Rector Mayor en el funeral de la M. Rosetta Marchese
125
- "Buenas noches" de don Egidio Viganó el día
de su reelección 130
-- Palabras de la M- Teresa de Calcuta al Capítulo General 137
Relación de miembros y Crónica 147
PRESENTACION
El XXII Capítulo General terminó sus tareas el 12 de
mayo de 1984. Había dirigido su atención casi exclusivamente
a la elaboración conclusiva de las Constituciones y de los Reglamentos.
Los esfuerzos de los hermanos, y especialmente de los capítulos
inspectoriales, se habían centrado en el texto de nuestra regla
de vida. A él, por consiguiente, se dedicaron las fuerzas, el
tiempoy toda la organización del Capítulo General.
Los verdaderos documentos del XXII Capítulo General son, en definitiva,
los textos de las Constituciones y de los Reglamentos Generales, que
se os enviarán, en edición oficial y definitiva, apenas
los examine y apruebe la Santa Sede.
A fin de que tengáis una idea del complejo trabajo capitular
y con objeto de facilitaros la comprensión de las modificaciones
introducidas para reorganizar, enriquecer y mejorar el texto, algunos
capitulares redactaron, durante las últimas semanas de sesiones,
un "subsidio" que, traducido a las diversas lenguas, se difunde
por iniciativa de las Inspectorías y de las Regiones.
En el presente volumen, en cambio, se han coleccionado las "Orientaciones
Operativas" con las que el Capítulo General quiso dar algunas
pautas preferenciales de interés para el sexenio próximo
y, como anexo, los mensajes, cartas y discursos más significativos.
Os ayudarán a comprender mejor el acontecimiento capitular y
serán un recuerdo cualificado de todo lo que se vivió
en este histórico Capítulo.
Todo nos ha estimulado a seguir mejor a Jesucristo y ser en la Iglesia
salesianos más santos y creadores. Que el Espíritu del
Señor nos ayude a seguir a «Jesucristo, el Salvador anunciado
en el Evangelio, que hoy vive en la Iglesia y en el mundo, y a quien
nosotros descubrimos en Don Bosco que entregó su vida a los jóvenes»
(Const. 196).
Caminemos así hacia las celebraciones de 1988 y hacía
la meta del año 2000: «Corro por el camino de tus mandatos,
porque me has ensanchado el corazón» (Salmo 118,32).
DON EGIDIO VIGANO Rector Mayor
Roma, 24 de mayo de 1984.
ORIENTACIONES OPERATIVAS Y DECISIONES
1. Itinerario poscapitular
El XXII Capítulo General, consciente de que la revisión
definitiva del texto de las Constituciones se ha llevado a cabo coincidiendo
con el cincuentenario de la canonización de Don Bosco y con la
preparación del centenario de su muerte, lo pone en manos de
la Congregación invitando a todos los hermanos a un renovado
compromiso de santidad según «el camino evangélico
trazado por el Fundador» (Const 192). La santidad será
gel don más precioso que podemos ofrecer a los jóvenes»
(Const 25).
Con objeto de ayudar a los hermanos a recibir y vivir este código
de vida, el XXII Capítulo General traza el siguiente itinerario:
1.1 El inspector con su Consejo, como prioridad poscapitular, organice
el estudio de las Constituciones y los Reglamentos, solicitando la colaboración
de los directores.
• La entrega del texto de las nuevas Constituciones, apenas se
promulgue, hágase en una acción litúrgica, precedida
por un conveniente período de preparación espiritual.
• Para el estudio, conocimiento y asimilación de las nuevas
Constituciones, prográmense a nivel inspectorial y local iniciativas,
tales como encuentros, retiros mensuales y trimestrales, ejercicios
espirituales, «tiempos fuertes» de reflexión comunitaria
e individual.
1.2 El próximo capítulo inspectorial (ordinario) tenga
2 como tema principal las Constituciones y los Reglamentos, así
como las obligaciones que de ellos se derivan.
1.3 Promuévanse, por regiones o por grupos linuisicos, cursos
de formación permanente, que ayuden a los hermanos en la lectura
de las Constituciones y ofrezcan una intensa experiencia comunitaria
según el espíritu de las Constituciones.
1.4 El Rector Mayor con su Consejo:
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• Considere la oportunidad de preparar un comentario de las Constituciones,
que sirva para profundizar su sentido, comprender su alcance espiritual
y estimular a los hermanos a vivirlas.
• Proponga a la Congregación y a la familia salesiana un
programa de preparación adecuada para el centenario de la muerte
de Don Rosco, comprometiendo a las inspectorías y regiones, con
miras a una profundización de la santidad, la espiritualidad
y la misión de Don Bosco y de cara a la consiguiente renovación
interior de los hermanos.
2. Acción pastoral juvenil
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El XXII Capítulo General, partiendo de cuanto dijo el Rector
Mayor en su informe y de cuanto ha sobresalido con especial evidencia
durante los trabajos, además del itinerario poscapitular, presenta
algunas prioridades, cuya realización considera urgente para
el sexenio próximo.
El Rector Mayor dice en la conclusión de su informe: «Veo
que hoy la Congregación necesita un impulso en esa dirección:
Debe ser más competente y estar más en los niveles sociales
y eclesiales relacionados con la educación y evangelización
de la juventud. ¡No es humildad la falta de peso nacional e internacional
en los problemas juveniles!» (RRM 337; traduc. castellana, pág.
45). «En las inspectorías y casas urge ver más claro
lo que es la pastoral de la Iglesia en general, y la específica
de nuestro carisma. (RRM 338; traduc. castellana, pág. 45). «Nuestra
presencia necesita, pues, una revisión continua y la consiguiente
valentía para buscar otro sitio (RRM 275; traduc. castellana,
pág 12).
El artículo 41 de las Constituciones recuerda que «nuestra
acción apostólica se realiza con pluralidad de formas,
determinadas en primer lugar por las necesidades de aquellos a quienes
nos dedicamos f...]. La educación y la evangelización
de muchos jóvenes, sobre todo entre los más pobres, nos
mueven a llegarnos a ellos en su ambiente y a acompañarlos a
ellos en su estilo de vida con adecuadas formas de servicio».
Por ello el XXII Capítulo General pide a todos los sa-
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lesianos que vuelvan a los jóvenes, a su mundo, a sus necesidades,
a su pobreza; que les den una verdadera prioridad, manifestada en una
renovada presencia educativa, espiritual y afectiva; que procuren hacer
la opción valiente de ir hacia los pobres, volviendo a ubicar,
si es preciso, nuestras obras donde la pobreza es mayor.
2.1 Con la ayuda del dicasterio de pastoral juvenil,
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dése la primacía en este sexenio al análisis y
conocimiento de la condición juvenil, a nivel inspectorial y
local, a fin de lograr un servicio salesiano cualificado, y ofrecer
una propuesta «formativa» cualificada propia, al lado de
las otras organizaciones religiosas, culturales, sociales y políticas
que se ocupan de los jóvenes.
2.2 Los inspectores con sus Consejos y los capítulos inspectoriales,
al hacer y al revisar su propio proyecto, reconsideren las obras, y
preparen opciones operativas con una eventual nueva ubicación
de nuestras presencias entre los jóvenes pobres y del mundo del
trabajo.
2.3 Dado que la coronación de nuestra tarea educativa y pastoral
es la orientación de los jóvenes hacia la opción
vocacional (Const 37), toda inspectoría y toda comunidad intensifique
su trabajo por la animación vocacional.
De modo especial:
• cuiden una catequesis que subraye la dimensión vocacional
de la vida cristiana y destaque el valor de la vocación religiosa
específica;
• preparen una propuesta asociativa. que ofrezca una auténtica
experiencia espiritual y de compromiso apostólico.
3. El elemento laical
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El Rector Mayor, a propósito del elemento laical de nuestra Congregación,
dice así: «Cuando en la Iglesia se habla de "hora
del laicado", da la impresión que los Institutos masculinos
de vida activa y, entre ellos, nosotros- no han sabido tener en cuenta
este aspecto en el proceso de renovación de su comunidad religiosa.
Los salesianos, cuanto más nos dirigimos a nuestros destinatarios
preferidos -sobre todo del tercer mundo-, más sentimos la angustia
del impacto negativo causado por el descenso numérico de coadjutores.
La comunidad salesiana no puede prescindir de esta figura tan característica
de socio que testimonia prioritariamente uno de sus elementos constitutivos»
(RRM 322; traduc. castellana, pág. 37).
En consecuencia, el XXII Capítulo General invita a los hermanos
a dar una respuesta a este "grito de alarma".
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3.1 Profundícese, en los diversos niveles, la riqueza de la identidad
vocacional del salesiano laico y su significado esencial para la vida
y la misión de la Congregación, teniendo presente la reflexión
actual de la Iglesia.
El dicasterio para la formación garantice esta profundizacion.
3.2 Las inspectorías, en su pastoral vocacional, sientan la urgencia
de intensificar las iniciativas en favor de la vocación laical
salesiana.
3.3 Dado que no se ha logrado todavía una participación
significativa del salesiano coadjutor en los Consejos y capítulos,
favorézcase una mayor inserción del mismo en las estructuras
de responsabilidad comunitaria de tos diversos niveles.
4. El "proyecto Africa"
El Rector Mayor dice en su informe: El "proyecto lo Africa"
es, para nosotros, una verdadera gracia de Dios y una llamada estimulante
para un renovado dinamismo apostólico de toda la familia salesiana
(...). Estamos seguros de que el "proyecto" está plenamente
de acuerdo con el deseo y voluntad de Don Bosco. Más aún,
es verdaderamente un privilegio para nuestra generación el haber
sido providencialmente llamados a realizarlo. (RRM 16).
Considerando que el trabajo misionero es «un rasgo esencial de
nuestra Congregación» (Const 30), el XXII Capítulo
General exhorta a continuar el interés por las misiones.
• La Congregación, en el próximo sexenio, verifique
y relance el "proyecto Africa", como gesto concreto de su
predilección por los jóvenes y los pobres.
• Las inspectorías ya comprometidas sigan en su esfuerzo;
las demás vean el modo de asociarse al "proyecto".
• Favorézcanse formas de colaboración, tanto entre
los socios como entre las inspectorías que actúan en territorios
vecinos.
• Promuévase la cooperación de otros grupos de la
familia salesiana en dicho proyecto.
• Dése vida al voluntariado juvenil y salesiano, en coordinación
con las iniciativas de la pastoral juvenil.
• Difúndase, a nivel de toda la Congregación, las
noticias más significativas sobre la realización del "proyecto".
5. Decisiones
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5.1 El XXII Capítulo General, después de atento examen,
determina que se mantenga la actual división de las inspectorías
en grupos de inspectorías o regiones.
5.2 El XXII Capítulo General, teniendo en cuenta las decisiones
de los Capítulos Generales Especial y XXI, según las cuales
las inspectorías de Polonia se confiaban a un delegado del Rector
Mayor a causa de la situación especial del país, considerando
que dicha situación perdura todavía, establece:
• Que se confíen a un delegado personal del Rector Mayor
las inspectorías de Polonia, con objeto de garantizar su bien
y la conexión con el Rector Mayor y su Consejo;
• dicho delegado tendrá los cometidos y poderes que el
Rector Mayor considere oportuno conferirle, y será consultado
por el Rector Mayor con su Consejo cuando se traten problemas específicos
de las inspectorías polacas.
MENSAJES, CARTAS DISCURSOS
MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II en la inauguración de los
trabajos capitulares
AL REVERENDISIMO DON EGIDIO VIGANÓ, RECTOR MAYOR DE LA SOCIEDAD
SALESIANA
Ante la inminencia del comienzo del XXII Capítulo
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General de esa Sociedad Salesiana, me alegra dirigirle a usted y a todos
los participantes mi cordial saludo y manifestar asimismo mí
gratitud por los sentimientos de adhesión práctica al
magisterio de la Iglesia y de indefectible fidelidad a la Sede Apostólica,
que usted, en nombre propio y de sus hermanos, tuvo a bien testimoniar
en su carta del 27 de noviembre.
He sabido con satisfacción que las tareas de los capitulares
van a versar sobre el texto de las Constituciones, en las que se refleja
un proyecto evangélico de seguí-miento de Cristo, corroborado
por la santidad de san Juan Bosco, de cuya muerte la Congregación
se dispone a celebrar el centenario. Hago votos por que tal reflexión
pueda ayudar eficazmente a releer el Evangelio con la fe y con el corazón
del Fundador, así como a encontrar adecuadas respuestas a la
necesidad de salvación del mundo moderno.
Con este fin exhorto a cuantos internvienen en la asamblea capitular
a que, a la luz del Jubileo de la Redención, concentren sus miradas
y sus corazones en Cristo Redentor, a cuyo seguimiento, como religiosos,
se han dedicado de una forma radical, y a que le reserven a El, cual
apóstol del Padre que se entregó totalmente a sí
mismo por la salvación del hombre, una indiscutible primacía
en todo tipo de opción.
Carisma peculiar de los Salesianos de Don Bosco, dentro del Pueblo de
Dios, ha sido siempre hacerse testigos y portadores del amor de Cristo
a los jóvenes, que son la esperanza de la Iglesia y de la sociedad.
Los jóvenes tienen en sí extraordinarios recursos de futuro;
pero su maduración tiene lugar entre múltiples dificultades
y peligros. Sólo una paciente e iluminada acción educadora
puede permitirles alcanzar la profundidad de convicciones y la claridad
de objetivos que son indispensables para una constructiva incorporación
a la comunidad de los adultos y para una asunción valiente de
responsabilidad en la construcción de la nueva civilización
del amor.
Exhorto, pues, a los hijos de san Juan Bosco a que se percaten cada
vez mejor de su carisma específico y a sentirse siempre "misioneros
de los jóvenes". Recordando el patrimonio espiritual que
les dejó en herencia su Fundador, deben intensificar sus esfuerzos
para perseverar en aquel estilo de convivencia, de amistad y de alegría
que constituye la ayuda más eficaz para la formación de
sus alumnos y su adecuada preparación a las tareas que los aguardan
en la vida. Desde este punto de vista será necesario que los
salesianos se dejen guiar constantemente por la óptica pastoral
que es propia de la misión de Cristo y de la Iglesia. Les ayudará,
igualmente, que en su ministerio tengan en cuenta oportunamente el sistema
pedagógico que san Juan Bosco llamó "preventivo"
y que revela su aguda intuición psicológica junto con
su nada común genio metodológico.
Que María Auxiliadora, Madre de la Iglesia y celeste Patrona
de la familia salesiana desde sus primeros orígenes, les guíe
con su intercesión a usted y a los capitulares a lo largo de
sus tareas, ofreciendo a todos un modelo de perfecta docilidad y disponibilidad
al querer de Dios en el supremo interés de la salvación
del género humano.
Con estos votos imploro sobre la asamblea capitular una ininterrumpida
efusión de dones del Espíritu divino, mientras como señal
de especial benevolencia imparto la bendición apostólica
implorada, que de buen grado hago extensiva a toda la Sociedad Salesiana.
Vaticano, 10 de enero de 1484,
DISCURSO DEL RECTOR MAYOR
al inaugurar el XXII Capítulo General
(14 de enero de 1984)
EMINENCIA REVERENI (SIMA, ExcFI.E:NTISIMos ARZOBISPOS Y OBISPOS, QUERIDOS
HERMANOS Y HERMANAS TODOS DE LA FAMILIA SALESIANA, SALESIANOS Y COLEGAS
CAPITULARES:
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Los Salesianos de Don Bosco esta mañana nos hemos encomendado
solemnemente a María Auxiliadora, maestra y guía de la
vocación salesiana en la Iglesia. Ahora inauguramos oficialmente
el XXII Capítulo General de la Sociedad de san Francisco de Sales.
Nuestro fundador Don Bosco nos enseñó a ver algo muy importante
en un acontecimiento como éste; pero al mismo tiempo siempre
quiso que se celebrara en un ambiente
de familia: con sencillez y cordialidad y en un clima go
zoso de esperanza. La llaneza y agilidad de estilo era su modo característico
de hacer con naturalidad cosas de gran alcance histórico.
1. Convocados a un encuentro fraterno de unidad
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Para nosotros, según las Constituciones, el Capítulo General
"es el principal signo de unidad dentro de la diversidad de la
Congregación "; es "el encuentro fraterno" en
el que llevamos a cabo "una reflexión comunitaria"
para mantenernos "fieles al Evangelio y al carisma de nuestro Fundador,
y sensibles a las necesidades de los
tiempos y de los lugares", dejándonos "guiar por el
Espíritu del Señor" (Constituciones, art. 151).
Nos reunimos aquí habiendo llegado de los cinco continentes.
Nos mueve la fe en Cristo redentor, del que nos sentimos incondicionales
discípulos en su inmenso amor de unigénito del Padre,
y libertador del mundo.
Nos impulsa un profundo sentido de pertenencia y de participación
activa en el carisma de Don Bosco, con su peculiar modalidad de santificación
y de predilección apostólica por la juventud.
Nos interpelan las grandes transformaciones sociales y eclesiales, y
nos guía el magisterio del Vaticano II, empapado en la luz y
el calor del Espíritu Santo.
Sabemos que el Capítulo General "es la autoridad suprema
de (nuestra) Sociedad" (Const. 152). Sin embargo, estamos convencidos
de que no somos los "dueños" del carisma de Don Bosco,
pues es un don que el Señor le hizo a su Iglesia.
Con temerosa y exaltante responsabilidad nos damos
cuenta de que es "una experiencia del Espíritu", que
el
Fundador nos trasmitió a sus discípulos para que la vivamos,
profundicemos y desarrollemos sin cesar, en sintonía con el Cuerpo
de Cristo, que cree constante
mente (MR 11).
La misma Iglesia se ha preocupado de reconocer tal carisma y lo ha amado,
defendido y fomentado.
2. Incorporados vitalmente en la Iglesia
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Nuestra profesión salesiana nos ha unido "de un modo especial
a la Iglesia y a su misterio" (LG 44). Nos damos cuenta de que
los mismos compromisos apostólicos que asumimos por nuestra misión
juvenil y popular nos han sido encomendados por la Iglesia para que
los cumplamos en su nombre (PC 8).
Nos llena de gozo saber que el capítulo general, por su misma
naturaleza, es de verdad un acontecimiento eclesial. Deseamos que tal
característica ilumine, delimite y defina con más precisión
el significado y el ejercicio de nuestra autoridad suprema.
En la carta con que convocaba el Capítulo os decía que
corresponde al ministerio de Pedro y a la Jerarquía Sagrada el
discernir los dones de los fundadores y regular la práctica de
los consejos evangélicos: El Papa decía- goza de asistencia
especial del Espíritu Santo cuando aprueba los carismas religiosos
y cuando da un juicio auténtico "sobre su legitimidad y
sobre su ejercicio ordenado". Un capítulo general, aunque
"tiene la autoridad suprema sobre la Sociedad", está
sometido al superior ministerio de Pedro y a la autoridad de la Santa
Sede en la aprobación del texto de las Constituciones (ACS 305,
pág. 18).
Ahora el nuevo código de derecho canónico nos dice precisamente
que todos los Institutos de vida consagrada, por dedicarse de un modo
especial al servicio de Dios y de toda la Iglesia, se hallan sometidos
por una razón peculiar a la suprema autoridad de ésta
(la Iglesia); tanto, que el voto de obediencia de cada miembro se refiere
en última instancia al Sumo Pontífice como a «Superior
supremo» (canon 590).
Don Bosco siempre siguió esa senda, y como herencia nos legó
un fuerte sentido de Iglesia y de adhesión al Papa. ¡Que
el Espíritu del Señor nos ayude a dar testimonio de ello
en las tareas de este Capítulo!
3. Acometemos una labor precisa
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El objetivo específico que nos reúne en capítulo
es la revisión última del texto renovado de las Constituciones
y los Reglamentos, antes de presentarlo a la apro
bación oficial de la Santa Sede. Se ha trabajado mucho por ello
en todas las Inspectorías. La comisión precapitular ha
condensado en dos volúmenes de trabajo los resultados obtenidos.
El primero reúne las propuestas de los capítulos inspectoriales
y de los hermanos; el segundo presenta observaciones que hace la misma
comisión, como lectura objetiva de los datos (del primer volumen).
Es de desear que, como capitulares, seamos capaces de tener siempre
claro en la conciencia el objetivo específico que nos ha reunido
y, con espíritu práctico, centrar nuestra labor en el
único tema propuesto.
Estamos a punto de concluir un largo período de reflexión,
búsqueda, revisión y reformulación, que ha ido
madurando en dos importantes capítulos generales: el especial
(XX) y el XXI. No partimos, pues, de cero; terminamos un proceso en
el que, gracias a Dios, ya nos hemos movido con inteligente sensibilidad
ante los signos de los tiempos y las orientaciones conciliares, y con
sinceros sentimientos de adhesión y relanzamiento del patrimonio
espiritual originario.
Queremos trabajar no improvisando, sino siguiendo en la seriedad del
esfuerzo hecho hasta este momento y aprovechando las aportaciones de
experiencias vividas.
4. Con miras a una nueva etapa de renovación
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La revisión final de las Constituciones y los Reglamentos va
a ser el último paso de un proceso posconciliar, en parte ya
realizado. Ahora, con la entrada en vigor del nuevo código y
con la próxima aprobación de las Constituciones en su
nueva formulación, se abre una etapa nueva en el camino de nuestra
renovación. Tras veinte años de interpelación,
de crisis, de reflexión, de búsqueda, de luces conciliares,
de orientaciones del magisterio y de disposiciones de la Congregación,
se nos acerca el comienzo de un nuevo modo de avanzar hacia el año
2000.
A este Capítulo le corresponde dar el último toque a las
indicaciones de marcha. Pensamos con confianza que el camino va a ser
más definido y seguro, menos sujeto a la seducción de
las modas y a las tentaciones de arbitrarios subjetivismos.
El interés, los esfuerzos y las mismas dificultades consiguientes
se van a desplazar, pasando de la penetración y esclarecimiento
de los principios a la búsqueda de una metodología concreta
de encarnación -algo de por sí más en consonancia
con nuestro genio carismático, aunque siempre delicada y muy
exigente en la práctica.
Sustancialmente superada la crisis de los años sesenta y setenta,
ahora hay que saber concentrar todos los esfuerzos en saber pasar -como
se ha dicho- "dei papel a la vida". Vamos a procurar que en
el papel las líneas fundamentales queden claras y estimulantes,,
para después pasar a un testimonio de vida concreto.
5 . En la originalidad
de una «consagración apostólica»
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Para llegar a esa meta, hemos aprendido, en la búsqueda vivencial
de estos años, que es indispensable tener conciencia de nuestro
tipo de vida consagrada. En ésta -como dice el Concilio- la acción
apostólica "pertenece a la naturaleza misma de la vida religiosa"
y la vida religiosa "está imbuida de espíritu apostólico"
(PC 8). Nuestra identidad se basa en el descubrimiento armónico
y vital de la consagración apostólica. Dejemos ya a un
lado la preocupación casi antitética entre misión
y consagración, fruto de una visión posiblemente dualista
del estado religioso. Profundicemos en la "gracia de unidad",
por la que nuestra vida salesiana es religiosa y apostólica a
la vez, portadora de una originalidad propia en la entrega a Dios, sumamente
amado y visto en su infinita misericordia de Salvador del mundo. En
efecto, Don Bosco quería que en nosotros el ardor de la caridad
hiciera ir a la par -son palabras suyas- la vida activa y la contemplativa,
la vida de los apóstoles y la de los ángeles (Contituciones
HMA de 1885, cap. 13). Para él, según don Pablo Álbera,
perfección religiosa y apostolado eran una sola cosa (Carta del
18 de octubre de 1920: "Lettere circolari di don paulo Albera al
Salesiani", Colle Don Bosco 1965, pág. 366).
Con Don Bosco queremos seguir dando testimonio de la mutua e inquebrantable
compenetración entre vida religiosa y apostolado -y viceversa-
con la actitud vital de una síntesis superior que englobe una
y otro, sin los escollos de una antítesis. Nos será especialmente
útil no olvidar el significado peculiar y totalizante de cada
uno de los dos términos -"consagración" y "misión"-,
que no pueden ser reducidos, cada uno por su parte, a indicar sólo
un sector de la vida salesiana: Nuestra consagración es, por
sí misma, apostólica, y la misión que se nos encomienda
es -en cuanto tal y nuestra- religiosa.
Nosotros enunciamos la fuerza unificadora de la caridad mediante el
lema da mihi ánimas, cétera talle, traducido a una vida
que testimonie lo absoluto de Dios y nos haga capaces y plenamente disponibles
para la misión de la Iglesia.
6. Solidarios con toda la familia salesiana
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En esta profundización del espíritu de Don Bosco, los
salesianos nos damos cuenta de que estamos llamados, a una responsabilidad
de servicio que va más allá de las fronteras de la Congregación.
Nos disponemos a hacer dicernimiento sobre un patrimonio espiritual
que nos es radicalmente común con otros grupos nacidos de la
iniciativa misma de Don Bosco o de la fecundidad del desarrollo de su
carisma. En realidad hemos crecido y vivido con otros, en recíproco
y continuo intercambio de valores evangélicos y apostólicos
que nos han enriquecido mutuamente. Tendremos que saber actuar con fidelidad
a ese proyecto común, aun cuando la atención a estos trabajos
nos lleve -traigo aquí una idea del difunto don Juan Raineri
cuando presentaba mi circular sobre la familia salesiana- directamente
a "nosotros", que por vocación histórica y voluntad
de Don Bosco "tenemos en la Familia" responsabilidades especiales
en cuanto centro de unidad y estabilidad (...); función que reconocen
todos los grupos que se adhieren a ella.
Quiero aprovechar esta ocasión para manifestar mi gratitud a
los representantes de los diversos grupos. Algunos están hoy
aquí con nosotros, otros se han unido espiritualmente con adhesiones
fraternas. En especial quiero hacer llegar el saludo, la oración
y la gratitud de todos nosotros a la reverendísima madre Rosetta
Marchese -superiora general de las Hijas de María Auxiliadora-,
quien, internada desde hace tiempo en una clínica, de palabra
y por escrito me ha asegurado su participación con el ofrecimiento
de sus no leves sacrificios y con su valiosa oración de cada
día por el feliz resultado de nuestras tareas en beneficio de
la Congregación, de la familia, de la Iglesia y, sobre todo,
de la innumerable juventud necesitada, que mira al futuro y tiene sed
de ideales arraigados en el Evangelio de Cristo.
7. Con el corazón abierto a la esperanza
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Comenzamos las tareas capitulares después de una semana de retiro
espiritual. En ella hemos escuchado y recibido la Palabra de Dios, nos
hemos puesto en oración intensificando las reflexiones de fe,
hemos afinado nuestro espíritu para sintonizar cada vez mejor
con el corazón del Fundador.
Tenemos conciencia de que hemos sido designados para hacer una labor
delicada y de trascendencia histórica para la Congregación
y para la familia. Es un poco de aquel largo quehacer que el mismo Don
Bosco, considerando el crecimiento de vida salesiana que iba a tener
lugar, con humilde previsión deseaba que fuera como un poner
en limpio lo que él había podido hacer al principio entre
no pocas dificultades. Vosotros erijo un día de 1875 a Julio
Barberis-- terminaréis la obra que yo comienzo; yo esbozo, vosotros
daréis el color... Yo hago el borrador de la Congregación
y dejo a quienes me sucedan el trabajo de ponerlo en limpio (MB XI,
309). Evidentemente, un sector no secundario de este «poner el
limpio» es -creo yo- la revisión y reformulación
de las Constituciones y los Reglamentos de la Sociedad de san Francisco
de Sales que vamos a llevar a término en este Capítulo.
Es una tarea que acometemos por deseo explícito de la Santa Sede,
a fin de seguir la evolución eclesial del concilio ecuménico
Vaticano II.
Para su delicada realización confiamos en la asistencia e iluminación
constante-del Espíritu Santo, que es el protagonista de los orígenes
y simultáneamente el dinámico suscitador de la novedad
que renueva la faz de la tierra. Sabemos que con su silencioso poder
santifica y vivifica el universo. El se va a servir de nosotros, aunque
instrumentos defectuosos, para una acción de perfeccionamiento
y relanzamiento de un carisma suyo, muy util al Pueblo de Dios y muy
valioso especialmente para la juventud.
Asumamos la responsabilidad que se nos ha encomendado y acometamos el
quehacer capitular con corazón sinceramente abierto a la esperanza,
convencidós de que el Espíritu del Señor es personalmente
la Novedad que actúa en el mundo, para infundir constantemente
vida en la Iglesia y hacerla --según feliz expresión de
Pablo VI- la juventud de la humanidad.
Propongámonos serle dóciles en Cristo, para ser durante
el Capítulo fieles y profetas: Fieles a los orígenes,
pero con respuestas a lo que pide nuestro tiempo; profetas o pioneros
de futuro, proclamando y testimoniando los valores permanentes del carisma:
¡Constructores de un mañana que comenzó ayer!.
Que María, esposa del Espíritu Santo y madre de Cristo,
nos ayude
DISCURSO DEL CARDENAL EDUARDO PIRONIO
en la sesión inaugural del XXII Capítulo General (14 de
enero de 1984)
(de grabación magnetofónica)
QUERIDISIMOS SALESIANOS
MIEMBROS DE ESTE XXII CAPITULO GENERAL:
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Debo agradeceros la amistad por esta invitación a decir una palabra
en la sesión inaugural de vuestro Capítulo General. En
realidad no debería añadir nada, pues ya habéis
oído la voz del Santo Padre en el hermosísimo mensaje
leído por el Rector Mayor. En consecuencia, lo que voy a decir,
incluso como representante del Papa, no tiene ningún valor comparado
con ese documento, que sin duda va a inspirar vuestros trabajos.
No obstante, siento el deber de decir una palabra de aliento y esperanza,
como hermano y como amigo de toda la familia salesiana.
24
Si me preguntáis qué veo de especial en los salesianos,
ante todo diría que los salesianos son gente muy norrnal; es
decir: gente cercana, gente amiga, gente fraterna, gente cordial, gente
que camina con todos, y en este camino llora y ríe, sufre y espera,
ama y da, reza y sirve con naturalidad y capacidad de simpatía.
El mundo hoy está abierto, y sobre todo los jóvenes están
abiertos, a esta normalidad cargada de Dios. No es una normalidad meramente
humana; procede de un equilibrio interno, de la unidad interior entre
consagración y misión, entre amor a Dios y al prójimo,
entre oración y acción, a que se refería también
el Rector Mayor en su mensaje inaugural.
No es -repito- una normalidad simplemente humana; sino que brota de
la profundidad interior de la oración, de aquella armonía
que, en definitiva, es fruto de una acción eficaz del Espíritu
Santo en cada persona.
En vuestras Constituciones habláis mucho de esta acción
profunda del Espíritu Santo. Por otra parte, no tienen sentido
ni nuestra vida ni nuestro trabajo, si no están encuadrados en
la conciencia de una presencia especial del Señor que actúa
mediante la potencia del Espíritu.
En este aspecto los salesianos son gente normal: Viven y difunden la
presencia y la gracia de Dios en el quehacer de cada día.
25
La segunda característica que veo es su eclesialidad. Los salesianos
son gente que tiene sentido de Iglesia. El Papa mismo recordaba en su
mensaje -y se complacía en subrayarlo- esta fidelidad, que no
es sólo disciplinar, sino que nace del sentido de una comunión
orgánica, de la convicción de que somos el Pueblo de Dios
que camina bajo la guía de los Pastores. Los salesianos sienten
y saben que deben caminar con todo el Pueblo de Dios; que deben amar
y, por amor, obedecer a los Pastores, especialmente al Papa: Son eclesiales.
Con esto no quiero tejer un panegírico. Podría haber también
algunas manifestaciones no eclesiales; pero ahora hablo en líneas
generales y basándome en mi experiencia de obispo y de Prefecto
de la Sagrada Congregación de los Religiosos.
La tercera característica que veo en los salesianos es su sentido
histórico, es decir: su encarnación, concreción
y cercanía al mundo: una cercanía que surge de una configuración
profunda con Cristo Redentor que tanto amó al mundo, que le dio
su vida para salvarlo. Es concreción que se manifiesta en ir
a los jóvenes;
no sólo a los jóvenes de hoy, sino también a los
del año 2000. Esta capacidad hace que los salesianos, insertos
activamente en la historia, estén en condiciones de descubrir
los signos de los tiempos y de darles respuesta con su carisma propio,
con el testimonio de su entrega a los jóvenes. Me gusta mucho
la definición dada por el Santo Padre, que por lo demás
ya está en vuestras Constituciones: El salesiano es testigo y
portador del amor de Dios a los jóvenes. Ahí está
todo.
26
Querría añadir dos palabras: Una sobre el Capítulo,
y otra para subrayar una idea que ya ha puesto de relieve el Rector
Mayor.
La primera, sobre el Capítulo.
Cuando hablo del Capítulo, siempre digo que es un acontecimiento
de familia; pero también que es un acontecimiento de Iglesia
y un hecho salvífico para todo el mundo. También para
vosotros es encuentro de familia. Os permite vivir más profundamente
la fraternidad evangélica en un clima de esperanza gozosa. Es
toda la Iglesia la que, en estos momentos, mira a la calle de la Pisana.
El Papa, los obispos, vuestros hermanos, las Hijas de María Auxiliadora,
todos los miembros de la familia salesiana, os miran, no sólo
para ver qué nuevas directrices salen de este Capítulo,
sino porque saben que es un hecho salvífico y eclesial de singular
importancia. Se celebra en el año santo de la Redención.
Así pues, es una experiencia intensa del amor del Padre, manifestado
en Cristo nuestro Redentor, amor que habita en nuestros corazones por
obra del Espíritu Santo. Un Capítulo que se desarrolla
en un contexto eclesial tan singular, debe conducir necesariamente a
una mayor fidelidad al Cristo que vive en la Iglesia.
27
Vais a celebrar también este año el cincuentenario de
la canonización de san Juan Bosco. Guardo un recuerdo vivo de
este hecho. Yo era seminarista, y me impresionó mucho; tanto,
que desde entonces llevo siempre conmigo una medalla de Don Bosco, porque
en aquel tiempo le confié mi juventud. Más tarde, ya como
sacerdote y profesor de seminario, leí mucho sobre la pedagogía
de Don Bosco y casi todo lo que se escribía sobre él.
Este cincuentenario os estimula a examinar vuestro camino de santidad.
Por esa razón vais a llevar a término el trabajo de las
nuevas Constituciones. Se las define: camino que lleva al Amor y proyecto
de santidad.
El año santo y la celebración del cincuentenario invitan
a una renovación personal, a una santidad verdadera, auténtica
y gozosa.
Al final de este Capítulo las cosas no podrán ser como
antes, ni para vosotros ni para vuestros hermanos: Se habrá trazado,
de modo más claro, una propuesta de santidad; cada uno debe sentirse
invitado a asumirla.
En dos o tres mensajes se ha recordado que de este Capítulo,
a través de las Constituciones y de algunas pautas de trabajo
pastoral, va a nacer la actitud hacia una juventud nueva: la juventud
del siglo que se avecina. Estamos en el umbral de un siglo nuevo. Los
jóvenes esperan de vosotros una respuesta evangélica y
salesiana, según el ejemplo de Don Bosco. En una Falabra, que
éste no es un Capítulo más; sino que es el Capítulo
que se celebra a las puertas del año 2000. Vuestro Capítulo
no va a estudiar sólo cuáles son las características
de la juventud actual, sino que con visión profética intentará
entrever cómo van a ser los jóvenes que os aguardan para
el 2000. El Rector Mayor ha hablado de fidelidad y de profecía.
Debéis ser fieles y profetas. Mi deseo es que la fidelidad sea
profunda; y la profecía, auténtica bajo el soplo del Espíritu
Santo.
28
Desearía subrayar las palabras del Rector Mayor sobre la unidad
entre consagración y misión.
Vuestro Instituto está en la línea de la consagración
apostólica. La misión está totalmente impregnada
del gozo y de la fidelidad profunda a Dios que os llama y consagra para
el servicio de los hermanos. Son tres los elementos que van juntos:
consejos evangélicos, comunidad fraterna y misión apostólica.
Los tres, fundidos en uno, enriqueciéndose mutuamente, configuran
vuestra consagración, eminente y sustancialmente apostólica.
Pido a María Santísima, Auxiliadora y Madre de la Iglesia,
que os acompañe en este Capítulo tan importante, porque
es el Capítulo en el que vuestro proyecto de santidad, vuestro
camino de amor, constituido por la "regla de vida", va a ser
estudiado y aprobado definitivamente.
Os deseo, por fin, que sea un Capítulo de escucha, un Capítulo
de acogida, un Capítulo de esperanza gozosa.
Un Capítulo de escucha. De escucha contemplativa: que sepáis
escuchar la Palabra del Señor. De escucha fraterna, mutua: que
sepáis oír la voz de Dios en los hermanos y en los signos
de los tiempos. Que os acompañe la Virgen de la Escucha, como
la llama Pablo VI en la "Marialis cultus".
Un Capítulo de acogida. No hasta escuchar; es preciso aceptar
la Palabra que entra y se hace carne en nosotros. Recibid a los otros
en fraternidad de amor; recibid al Espíritu Santo que viene;
recibid a Cristo que, peregrino por el mundo, entra en vuestro Capítulo
de un modo especial, porque en él encuentra reunidos en su nombre
a más de dos o tres.
Un Capítulo de esperanza, abierto a la alegría tan connatural
a vuestra alma y a vuestra espiritualidad. Si verdaderamente sois testigos
y portadores del amor de Dios, debéis ser hombres de alegría
serena y profunda, basada en la esperanza. Se trata de caminar sin cansarse,
caminar con la seguridad de que Cristo resucitado hace camino con vosotros;
caminar en comunión fraterna, insertos en la historia que camina
hacia el alba del nuevo siglo y hacia la luz definitiva del encuentro
con Cristo.
INTERVENCION DEL RECTOR MAYOR
al concluir la primera vuelta de debates en el Aula
(Del acta núm. 47: 16 de marzo de 1984)
29
Toma la palabra el Presidente con objeto de comunicar a la asamblea
algunas reflexiones personales.
Constata que hemos llegado a un punto en el que comienza una nueva etapa
de trabajo, más delicada y precisa. Crece fuertemente nuestra
responsabilidad. Por eso piensa que será útil ofrecer
algunas observaciones que espera sean iluminadoras.
l. Ante todo hace balance de los trabajos realizados hasta el momento,
Hemos tenido una visión de conjunto sustancialmente positiva
e inteligentemente crítica.
Subraya la seriedad y profundidad de las intervenciones, tanto las escritas
como las presentadas en el aula. Se trata de un trabajo de reflexión
hecho a conciencia y con fidelidad. No ha sido una pérdida de
tiempo, sino un serio progreso en nuestro cometido específico
de capitulares. La posibilidad que todos han tenido de hablar con plena
libertad, se ha mostrado muy enriquecedora.
30
2. Hace resaltar la actual novedad del concepto mismo de Constituciones.
Después del Vaticano II ha cambiado profundamente el modo de
concebir en la Iglesia las Constituciones de un Instituto religioso.
Si Don Bosco pudiera escribir hoy nuestras Constituciones, lo haría
de un modo muy diferente a como las redactó de hecho entre dificultades
sin cuento. Baste considerar el radical cambio conciliar operado en
el nuevo código de derecho canónico respecto a los religiosos:
de un derecho común que se sobreponia al derecho propio, se ha
pasado al predominio del derecho particular, reconocido y apoyado por
el derecho comun.
El motu proprio Ecclesiae Sanctae publicado para la aplicación
del decreto Perfectae caritatis ofreció directrices concretas
y enumero diversas exigencias de revisión de nuestros textos
fundamentales. Estos deben contener los principios evangélicos
y teológicos, los valores eclesiales de la vida consagrada y
las indicaciones, peculiares para interpretar y observar el espíritu
y los j fines propios del Fundador, así como las sanas tradiciones
y las normas jurídicas necesarias: es decir, todo 10 que constituye
el patrimonio de cada Instituto (ES II, 12 Y16).
3. Recuerda la naturaleza especifica del documento de las Constituciones.
31
Las Constituciones no pueden reducirse a un pequeño . tratado
genérico de vida religiosa. Estas deben presentarse como descripción
tipologica de la índole propia de I nuestra vocación en
el Pueblo de Dios. No cabe duda que los rasgos que nos distinguen y
caracterizan en la Iglesia no son, de por si, los elementos ontologicamente
mas importantes; estos los tenemos, por necesidad, en común con
todos los cristianos 0 los demás religiosos (por ejemplo, las
virtudes teologales 0 los votos). Nuestra índole propia comporta
una manera original de armonizar entre si tales elementos, ala vez que
tomamos ' parte activa, de una forma peculiar, en la misión salvifica
de la Iglesia.
Así pues, las Constituciones no son una exposición lógica
de prioridades doctrinales, sino descripción tipologica de la
experiencia concreta de Espíritu Santo inicia-iniciada por Don
Bosco en Valdocco.
4. Pone de relieve, sin embargo, que la renovación conciliar
exige que las Constituciones sean ricas en principios evangélicos,
teol6gicos y eclesiales.
32
Lo cual no significa asumir hipotesis teologicas o lucubraciones doctrinales
de pensadores aislados, o de modas caducas; sino mas bien asimilar los
grandes contenidos magisteriales del Concilio y de las intervenciones
cualificadas del Papa, de la Santa Sede y de los pastores, que nos oriente
an por encima de las escuelas teológicas. Tampoco significa que
el texto, ni siquiera en un solo articulo, tenga que ser de estilo doctrinal;
exige mas bien que los redactores tengan muy clara en su mente una doctrina
sólida a la que referirse, a fin de redactar un texto que resulte
rico y estimulante porque logra hacer ver el misterio de Cristo y de
la Iglesia con los ojos y el corazón del propio Fundador. La
redacción debería resultar 10mas sencilla y clara posible.
Este trabajo no es fácil; pero debemos esforzarnos en hacerlo
bien.
Así pues, se requiere robustez de doctrina; pero con la sencillez
y concreción de un texto que se propone inspirar un estilo de
vida.
33
5. Insiste de nuevo en la responsabilidad especial de la actual asamblea
capitular.
Espera no ser mal interpretado si recuerda que un Capitulo General debe
saber ir mas al la de su preparación. Nosotros tenemos hoy aquí
una responsabilidad que nadie ha tenido antes de nosotros.
El Capitulo General Especial es, sin lugar a dudas, el fundamento de
nuestra conciencia conciliar. Es uno de los capítulos mas importantes
de nuestra corta historia y tiene un valor grandísimo: nos dio
las Constituciones renovadas; pero no podía tener las perspectivas
y la profundización de los doce anos de experimentación
y reflexión que tenemos hoy. El XXI Capitulo General tuvo un
merito especial en la vida de la Congregación y nos hizo avanzar
en diversos temas; pero no se dedico directamente a la revisión
total de las Constituciones y los Reglamentos, aunque puntualizo algunos
aspectos de urgencia especial. Los capítulos inspectoríales
han sido imprescindibles y nos han hecho conocer el sentir de todas
las comunidades inspectoríales; pero sabemos que se han desarrollado
en un tiempo restringido, sin el esquema critico de una asamblea como
esta. La comisión precapitular trabajo con objetividad y rigor
sobre el material de los capítulos inspectoriales; nos dio una
visión global y detallada de convergencias y problemas.
Todo ha servido para prepararnos seriamente, en armonía con la
realidad vivida y pensada en la Congregación. Esta, pues, claro
que nosotros no partimos de cero, sino que nos hemos insertado en un
largo proceso de maduración.
Sin embargo, ahora hemos de ir mas alla. Estos dos meses de trabajo
capitular nos ponen en una situación de responsabilidad especial:
podemos decir que hemos adquirido un tipo de competencia, en cierta
manera, único.
No podemos quedarnos en la preparación, aun cuando la consideremos
una etapa preciosa e iluminadora; estamos llamados a hacer todo lo posible
para dar a la Congregación un rico instrumento de identidad y
de unidad.
6. Confiesa que, por su parte, ha notado cierta deficiencia en Los
debates del aula sobre dos puntos.
34
El primero es la oración. Piensa que Don Bosco hoy, al hablar
de la oración, no pondría el acento en la expresión
pocas practicas de piedad. Es evidente que llevamos una intensa vida
activa dedicada plenamente a la misión. Puede ser interesante
recordar que el titulo del capitulo XIII de las Constituciones de 1874
era Practicas de Piedad. En el se afirmaba expresamente que nuestro
genero de vida hace que los socios no puedan tener comodidad para hacer
muchas practicas de piedad en comun. Pero aquí estamos tratando
directamente de la oración en un contexto eclesial que ha hecho
progresos enormes al respecto. Todos estamos convencidos de que el centro
motor de todo nuestro espíritu es la "caridad pastoral".
Ahora bien, debemos preguntarnos: i Como hacer para tener, alimentar
e incrementar en nosotros la caridad pastoral? Resulta muy significativo
el documento de la Sagrada Congregación para los Religiosos y
los Institutos Seculares titulado: La dimensi6n contemplativa de toda
vida religiosa(1980).
En el hay orientaciones especiales precisamente para los Institutos
de vida activa. Es imprescindible esforzarse por mejorar este tema.
Habra que tener muy en cuenta los dos grandes centros de referencia:
Jesucristo en su vida terrena, modelo fundamental de oración;
y la Iglesia orante, portadora hoy de una vasta y profunda renovación
en la oración. Evidentemente, debemos saberlo hacer con el corazón
y el estilo de nuestro Padre y Fundador, cuya caridad pastoral estuvo
tan empapada en ejercicio de las virtudes teologales, que hacen de él
un testimonio continuo de oración: jDon Bosco con Dios!
35.
7 El segundo punto de cierta desilusión se refiere
al numero mas bien escaso de intervenciones sobre los Reglamentos Generales.
Conviene reparar en la naturaleza e importancia de los Reglamentos.
Nuestra regla de vida no son únicamente las Constituciones, sino
también los demás textos oficiales que constituyen nuestro
derecho particular. Entre ellos, y en primer lugar, los Reglamentos
Generales.
Todo esto es importante para garantizar nuestra índole propia
en el Pueblo de Dios. Así, por ejemplo, muchos de nosotros tenemos
responsabilidades de servicio en la animación y en el gobierno
de las comunidades. Pues bien, toda la diaconia de la autoridad salesiana
se desenvuelve en el ámbito preciso de las indicaciones de nuestro
derecho particular. No se puede ni reducir nuestras responsabilidades
concretas, ni abusar de la autoridad. Son las Constituciones mismas
las que piden una ulterior precisión de aplicación, orientación
y normativa. Por consiguiente, en las próximas etapas de trabajo
habrá que prestar mas atención a la revisión y
perfeccionamiento de los Reglamentos Generales, como cometido especifico
de este Capitulo General.
Concluye dando gracias al Señor, que nos envía su Espíritu;
a la Virgen, a quien nos hemos confiado; a todos los miembros del Capitulo
por el buen trabajo desarrollado, y recuerda que de nuestro trabajo
se van a beneficiar muchas generaciones de hermanos.
REFLEXION DEL RECTOR MAYOR
sobre la marcha del trabajo capitular
(17 de abril de 1984)
36
Quiero decir unas palabras a la asamblea capitular.
1. Ante todo aprovecho la ocasión para felicitar a los nuevos
miembros del Consejo General, ya completo.
Lo he hecho a cada uno de ellos en particular; ahora 10 hago al nuevo
Consejo en cuanto tal y en nombre de toda la asamblea. Es un Consejo
que nace en el cincuentenario de la canonización de Don Bosco
y que va a trabajar en la preparación de las celebraciones del
centenario de su muerte: servicio particularmente vinculado a un retorno
atento y fecundo alas fuentes de nuestra vocación y de la santidad
salesiana. A cada uno de los consejeros, mis mejores deseos de un ministerio
fecundo.
Es también obligación mía y de todos, dar las gracias
a los colegas que han terminado un largo periodo de servicio en el Consejo
anterior:
. Don Bernardo Tohill, consejero para las misiones. Había venido
de oriente y tiene como sucesor a otro hermano misionero que viene también
de Oriente, como si quisieran decirnos: Daos prisa en el proyecto Africa,
porque esta a punto de abrirse el continente de China.
. Viene después don Jorge Williams, el gentleman madrugador infatigable
del ultimo sexenio.
Son muy beneméritos de la Congregación y nos dejan Un
hermoso testimonio de laboriosidad fiel y de sencillez fraterna.
. Debo recordar también a los ausentes: don Walter Bini, don
Ruggiero Pilla, y los caídos en el trabajo: don Juan Raineri
y don Juvenal Dho. Que su recuerdo nos estimule a todos.
2. Antes de la pausa de semana santa, quiero presentaros a todos mi
felicitaci6n pascual. Iniciamos la semana de mayor profundidad cristiana.
Para nosotros, que trabajamos en un Capitulo de responsabilidad histórica,
debería ser una seman a de interioridad especial y de suplica.
Intensifiquemos nuestra oración por el Capitulo, por la asamblea,
por cada uno de los capitulares y entre ellos --cual sacrificados benjamines-
por los miembros de la comisión de redacción del texto,
que deben saber interpretar la voluntad genuina de la asamblea en favor
del perfeccionamiento de las Constituciones y los Reglamentos. Vamos
a pedir al Espíritu Santo que les de el suplemento de creatividad
poética que tanto necesitan algunos artículos, especialmente
de las Constituciones.
37
3. Iniciamos una nueva etapa de trabajo. Nuestro cometido no ha terminado,
lo sabemos muy bien. Al contrario, es ahora cuando iniciamos el periodo,
creo yo, mas delicado para la estructuración definitiva del texto
de las Constituciones y los Reglamentos, y para el acabado y estilo
de su redacción.
Necesitamos afirmar nuestra competencia capitular, hacerla crecer en
la visión del conjunto, de la globalidad, del carácter
orgánico de los contenidos y de la perspectiva de sus valores
de vida.
Todavía tenemos ante nosotros cuatro etapas –llamémoslas
así- de trabajo, que nos van a permitir dar un rostro concreto
al XXII Capitulo General.
. La primera es el estudio de un numero alto de son-
deos, para ayudar a la comisión de redacci6n del texto a orientar
su delicado y gravoso trabajo. . Luego, la segunda votaci6n, con mayoría
"cualificada", sobre los textos de las Constituciones. En
esta votación ya no se admitirán enmiendas. Así
que habrá que llegar a ella habiendo esclarecido, profundizado
y puntualizado dos elementos del texto: la revisión y el perfeccionamiento
de los contenidos y su expresión adecuada. Lo cual comporta haber
colaborado antes con la comisión de redacción del texto,
mediante aportaciones clarificadoras y constructivas.
. La tercera etapa consistirá en la ultima votación, que
tendrá como objeto la disposición orgánica de todo
el texto de las Constituciones y los Reglamentos, con la ultima revisión
y acabado del conjunto.
. Y, finalmente, vendrá la cuarta etapa: Proponer y aprobar decisiones,
orientaciones operativas y el eventual "subsidio" pedido con
miras a la tarea poscapitular de dar a conocer y ayudar a asumir las
Constituciones y los Reglamentos.
Veis, pues, que, aunque se ha trabajado mucho, todavía no hemos
llegado al final. Solo después de terminar todo, el XXII Capitulo
General tendrá un rostro propio.
.
4. El trabajo realizado es mucho; pera nos damos cuenta de que aun tiene
no pocos defectos. Es así: el resultado de las votaciones nos
lo demuestra con evidencia.
De donde vienen tales defectos? No pretendo hacer aquí un análisis
exhaustivo; pera creo que será útil reflexionar sobre
ello.
38
. Comencemos por el peso de nuestros limites personales.
Hemos sido llamados a un trabajo histórico; debemos suplicar
al Espíritu Santo que nos dé una estatura adecuada. No
todos tenemos la misma preparación, ni la misma experiencia;
sin embargo, cada uno de los capitulares debe afrontar la totalidad
de los asuntos en todos los aspectos de codificación. Ahora bien,
algunos de éstos son delicados; otros tienen una dificultad especial;
otros son el resultado de una experiencia vivida y evaluada. Es importante
saber reconocer estos límites, cada uno en su conciencia, a fin
de poderlos superar mediante el diálogo, la reflexión,,la
comunión salesiana, la oración, la búsqueda de
convergencia.
• Otros defectos proceden de una visión sectorial del material
que se está elaborando. Por necesidad de procedimiento metodológico,
cada capitular se incorporó a una comisión, a la que se
le asignó una determinada parte del texto. Así ha centrado
su atención en un sector, más bien que en todo el texto,
acostumbrándose a juzgar todo desde el enfoque adoptado en su
comisión. Y no es ésa precisamente la actitud que hay
que tomar en la etapa definitiva que comienza ahora. Urge ensanchar
el horizonte. Debemos preocuparnos del conjunto, esforzarnos por tener
una visión armónica de todo. Alguno de nosotros deberá
ser leal y reconocer que tal vez en más de un caso debe corregir
su óptica.
• Determinados defectos, por otra parte, se deben al influjo de
aspectos coyunturales y situacionales, propios del ambiente de donde
procede cada uno. El ambiente en que se vive, el tipo de cultura, la
situación sociopolítica, el clima ideológico, la
condición económica y social del propio pueblo, etc.,
influyen en las modalidades de reflexión y de juicio. Sin embargo,
nosotros debemos redactar un texto que sepa trascender lo particular
y que de verdad sea universal, para todos los continentes y durante
varias generaciones. Quizá ciertos aspectos y relieves que pueden
resultar importantes y urgentes en una región, no constituyen
un dato que haya que codificar en las Constituciones. Es positivo, sin
duda y ha sido un bien, que cada uno haya aportado una reflexión,
un análisis y una capacidad crítica desde el punto de
vista de su propia cultura. Esto es, de por sí, enriquecedor.
Pero es imprescindible cultivar en sí también el sentido
de la trascendencia, porque tratamos una realidad que trasciende las
culturas particulares y, más aún, las situaciones y coyunturas.
Para ser universales con realismo, hay que saber superar toda inculturación
con la luz de la trascendencia.
• Alguien, considerando los defectos y la situación actual
del texto, podría tal vez experimentar cierta insatisfacción,
tanto por la calidad del producto, como por su exigüidad, por lo
menos hasta ahora y a primera vista. En otros capítulos, después
de tres meses de trabajo, se tenía cierta cantidad de documentos
que ofrecer a los hermanos. Ahora, en cambio, ni siquiera hemos terminado
de afinar la redacción de los artículos. Recordemos, no
obstante, como decía, que nuestro trabajo no ha concluido; e
incluso podemos decir que falta una etapa muy importante, probablemente
la más significativa. Está bien que aspiremos a lo mejor;
pero no se llega ahí despreciando lo que se ha hecho; sobre todo
si es la base de la nueva etapa. El trabajo realizado nos ha acercado
a la orilla; falta todavía un poco. ¡Volquémonos
en ello! Ofreceremos a la Congregación un resultado hermoso.
Repasemos un momento el camino recorrido.
39
Toda la Congregación se ha comprometido en este trabajo. Cada
inspectoría, aun con los límites de quien vive sobrecargado
de trabajo, ha afrontado la revisión y valoración de los
textos, partiendo de doce años de experiencia: algo que no ha
sido posible en ningún otro
Capítulo. El XXI Capítulo General reconoció que
había que esperar otros seis años, porque aún no
se conocían ni se habían probado suficientemente los textos.
El material de las Inspectorías lo estudió y organizó
con seriedad y objetividad aunque, como es natural, con límites
humanos la comisión precapitular, que nos facilitó su
buen uso. Nos preparó también subsidios a propósito
para su estudio y reflexión. Durante el Capítulo nosotros
nos hemos dedicado a estudiar y también a superar, dados los
progresos de reflexión realizados en las comisiones, el material
recibido. Se ha empleado un método participativo de trabajo,
del que se han derivado, sin duda, muchos beneficios, aunque también
ha habido riesgos y límites. Quizá no logremos una obra
maestra literariamente por lo menos no lo es en este momento; pero esperamos
llegar a un texto digno. De todos modos, va a ser un texto en cuya revisión
han participado todas las inspectorías y en el que han colaborado
muchos hermanos. ¡En ello ha trabajado de forma corresponsable
toda la Congregación! Y, permitidme que lo diga, para las Constituciones
esto cuenta mucho más que la perfección de su estilo.
Otro trabajo cuidadoso ha sido confrontar nuestras Constituciones y
nuestros Reglamentos con el nuevo código de derecho canónico,
al objeto de perfilar mejor todo nuestro derecho particular.
Además, hemos tenido el valor de formular hipótesis a
fin de mejorar el texto, completarlo, cambiar de sitio algunos artículos
y darle una nueva estructura; lo cual, según la mayoría
y los sondeos, representa, por lo menos en la visión global de
las Constituciones, un paso adelante y un perfeccionamiento.
Me parece, pues, que no se ha perdido el tiempo (al contrario, he oído
al respecto comentarios interesantes sobre nuestro excelente regulador,
en el sentido de
que nos ha hecho bregar); creo que se ha hecho un trabajo sustancialmente
positivo.
Finalmente, hemos hecho ya todas las elecciones, concluidas hace poco.
Estas tienen gran importancia para la vida de la familia salesiana.
El XXII Capítulo General está lanzando la Congregación
hacia el año dos mil, con indicaciones muy positivas de renovación
y crecimiento.
40
5. Actualmente nos preocupan algunos puntos que to davía están
madurando. Comportan problemas que hacen sufrir a más de un capitular.
En algún campo hay quien incluso sospecha que se trata de involución.
Os diré mi opinión sobre los temas que a mí me
parecen más importantes.
o El primer punto que todavía está madurando es el significado
unitario y englobante de nuestra vida religiosa salesiana. Este Capítulo
ha tenido la conciencia, se ha sentido con fuerza y esperémoslo
también con competencia para superar de una vez el famoso dualismo
entre consagración y misión. Nos ha dado un concepto más
profundo, más integral y más experiencia) tanto de consagración
como de misión. Aquí nosotros no seguimos de una forma
genérica ni una teología de la consagración, ni
una teología de la misión; si queréis, nos fundamos
en una teología del salesiano, es decir, del patrimonio espiritual
concreto de Don Bosco. Además nosotros no pensamos hacer un texto
de teología. El patrimonio espiritual de Don Bosco es una experiencia
de Espíritu Santo vivida y experimentada cien años antes
del Vaticano II. En él se proclama vitalmente la verdad religiosa
de los contenidos del famoso número 8 del decreto Perfectae caritatis.
Don Bosco dio testimonio de nuestra gracia de unidad entre misión
y consagración.
Os leo algunas expresiones escritas por él en las Constituciones
de las Hijas de María Auxiliadora. Después de una lista
de virtudes, dice que éstas son necesarias en un corazón
salesiano para poder vivir una misión y una consagración
que, juntas, constituyen la originalidad de nuestra gracia de unidad.
Como es de suponer, no usó j ninguno de nuestros términos
posconciliares... Enumeradas las más importantes, dice: Estas
virtudes deben 1 estar muy probadas y arraigadas en las Hijas de Marta
, Auxiliadora (es decir, en el corazón salesiano), porque en
(él) deben ir a la par la vida activa y la vida contemplativa,
imitando a la vez a Marta y a María, la vida de . los apóstoles
y la de los ángeles. (Const HMA 1885, cap. XIII).
Me place destacar que Don Bosco nombra primero la vida activa y después
la contemplativa, primero a Marta y después a María, primero
la vida de los apóstoles y después la de los ángeles;
pero, de verdad y siempre, juntas: ¡A la par! Tal es el pensamiento
de nuestro Padre y Fundador.
Por consiguiente, el haber introducido en las Constituciones ciertos
cambios (aunque la redacción actual no satisfaga todavía
nuestros deseos) es un progreso significativo. Lo considero un elemento
de maduración que dará más autenticidad y valor
a nuestras Constituciones y hará ver mejor la belleza de la vocación
salesiana en su originalidad. ¡No olvidemos que el mismo padre
Chenu dijo que Don Bosco fue un precursor del Vaticano I1 ! El nuevo
texto de las Constituciones quiere presentarnos un concepto pleno y
fecundo, tanto de misión como de consagración: fusión
armónicamente bien lograda de vida apostólica religiosa.
Ambos aspectos de nuestra gracia de unidad única consagración
apostólica y apostolado consagrado, aunque no usen estas palabras
deben estar claros y quedar expresados como. una conquista madurada
en el XXII Capítulo General.
Con la profesión religiosa recibimos una novedad de consagración
(Redemptionis donum, 7) y una novedad de misión (PC 8).
41
o Segundo punto que todavía está madurado: Los reflejos
que en nuestra comunidad religiosa tiene su elemento laical. También
en este asunto estamos todos de acuerdo en dos afirmaciones: Hay dos
polos, que son vitales y correlativos.
Estamos convencidos de la centralidad de la caridad pastoral; de ella
brotan nuestro espíritu y nuestra misión. Esta es guiada
en la Congregación por un socio enriquecido con los carismas
del orden sagrado, fuente precisamente de caridad pastoral. Este punto
fue profundizado y aprobado por los capítulos generales que nos
han precedido: es un dato de experiencia salesiana que dio origen y
ha sostenido hasta el momento presente la vida de la Congregación.
Al mismo tiempo se ha afirmado cada vez con mayor claridad la importancia
del elemento laical de nuestra comunidad, Dicho elemento pertenece a
la sustancia de nuestro tipo de vocación; de modo que si nuestra
Sociedad careciera del elemento laical, ya no sería auténticamente
la salesiana, tal como la quiso Don Bosco, su fundador. Son dos valores
adquiridos: dos fuentes de vitalidad, originalidad y belleza vocacional.
Debemos pensar que estos dos polos se armonizan entre sí, para
crear juntos energía de comunión y estilo de trabajo;
no son dos polos en tensión antitética, por un estéril
dualismo de categorías. Juntos, son fuente de autenticidad y
originalidad salesiana: nuestra vocación necesita de ambos polos.
Seremos más auténticamente salesianos, si sabemos hacer
que se compaginen bien ambos elementos, fundiéndolos y dosificándolos
según el espíritu de Don Bosco. Comprendo que aún
es necesario puntualizar algunos aspectos; pero la sustancia de fondo
a mí me parece alcanzada de un modo positivo, en camino hacia
una solución de armonía, superando ciertas emotividades
y razonamientos que parecerían venir, por uno y otro lado, de
una mentalidad "clericalista" o "sociologista".
Dejemos a un lado tales terminologías, impropias y superadas;
pensemos que de hecho seremos más salesianos es decir, que el
coadjutor o salesiano laico será más idéntico a
sí mismo según Don Bosco, y que el salesiano sacerdote
será más auténticamente sacerdote de los jóvenes,
si sabemos armonizar, con la dosificación querida por el Fundador,
estos dos elementos esenciales de nuestra vida de comunión apostólica
.
Os diré que, por mi parte, yo no me siento pesimista en este
punto. Me parece que se ha logrado un progreso global. Actualmente sólo
se trata de encontrar una formulación buena y equilibrada.
Además, todos estamos de acuerdo en que hay que incrementar la
pastoral vocacional en favor del elemento laical, enriquecer la formación
de los coadjutores y desterrar toda situación de desigualdad,
término que no debería tener derecho de ciudadanía
en nuestra Congregación.
42
o El tercer punto que todavía está madurando es la profundización
de la traducción de nuestra misión a pastoral.
El Capítulo General Especial nos recordó la importante
distinción que hay que hacer entre misión y pastoral (CGE
30). Las Constituciones deben codificar los grandes valores de la misión
salesiana y no perderse en excesivas determinaciones pastorales, porque
éstas deberán ser pluriformes, según las coyunturas,
las situaciones, las culturas, las nacionalidades. A tal fin, se ha
favorecido una descentralización, que no significa caída
o vaciamiento de la misión salesiana, sino su oportuna aplicación
a las exigencias de las situaciones locales.
En esto me parece que la segunda Comisión ha tratado de hacer
una clarificación valiente. Ha adelantado propuestas con objeto
de simplificar y condensar el texto de la misión, dejando al
ámbito pastoral un margen más amplio y menos detallado.
? Otro punto que todavía está madurando es la solidez
y clarificación de una plataforma de lanzamiento para la familia
salesiana. Establecer creo que se ha logrado una base segura que sirva
de estímulo para su crecimiento. No podemos definir en las Constituciones
y los Reglamentos todo lo referente a una explosión de vitalidad
salesiana que apenas lleva unos años de experiencia y va a crecer
según los planes del Espíritu Santo. No podemos encerrar
hoy estos brotes vivos en decisiones demasiado normativas y fijas. Nos
basta una plataforma de lanzamiento segura en la que apoyar los proyectos
comunes de crecimiento. Me parece que no es difícil conquistar
esaa meta; al contrario, me parece que ya está alcanzada.
? Finalmente, se está codificando también la importancia
de la comunicación social. Yo diría que hemos adquirido
una conciencia renovada sobre este valor de la misión de Don
Busco. Percibimos y ya está proyectado en el texto de las Constituciones
que este aspecto entra en lo que él llamaba un "fin"
de la Congregación, uno de sus "fines principales"
(Epistolario IV, págs. 318319). Nuestro XXII Capítulo
General ha introducido en esto una renovación de estructura y
ha elegido al consejero que se va a encargar de sus servicios. Así
pues, también aquí estamos creciendo hacia una maduración
abierta a muchas posibilidades, aunque tenemos que reconocer que comenzamos
muy pequeñitos. Si observáis los gráficos preparados
por el secretario general sobre las ocupaciones de los hermanos, os
daréis cuenta de que los circulitos que indican comunicación
social son muy pocos. Comprenderéis, pues, que en este campo
se necesita un empujón, un empujón fuerte para poder ser
un poco más fieles a Don Bosco.
En una palabra, que incluso lo que a primera vista puede todavía
suscitar aprensión o crear problemas, a mí me parece que
ya está en vías de solución sustancialmente positiva,
aunque quede por hacer un trabajo abundante y delicado.
6. Frutos que ya podemos catalogar.
43
Después de tres meses de trabajo, podemos ya vislumbrar algunos
resultados positivos que abren a la esperanza.
• Ante todo, como he dicho ya, la participación de toda
la Congregación, según lo ha ido requiriendo cada una
dejas etapas, en la revisión y redacción final de los
textos fundamentales de nuestra vida evangélica.
• Otro fruto: Las Constituciones, al llevar a maduración
los puntos antes indicados, ofrecerán una visión más
unitaria y profundizada de la vocación salesiana. Harán
ver mejor su belleza y su originalidad.
• Otro punto: Ha crecido en todos la certeza de la centralidad
de la caridad pastoral, que asegura o debe asegurar a nuestras variadas
actividades una óptica constantemente evangélica, como
nos recomendaba el Papa en su mensaje inicial, con un servicio del ministerio
del orden sagrado, que promoverá la dosificación característica
de los dos elementos laical y sacerdotal de nuestra comunidad.
• Además, en el ámbito de la misión, y más
propiamente en la pastoral juvenil salesiana, me parece que han
llegado a maduración con posibilidad de ser codificados: el sistema
preventivo, el espíritu de Valdocco con el horizonte del da mihi
ánimas, una consciente y especial comunión con el Papa
y su magisterio y con los pastores de las Iglesias locales renovando
así una estimada tradición espiritual propia, una innata
espontaneidad en los procesos de inculturación y en el pluralismo
de las creaciones pastorales; lo cual estoy seguro no destruye nuestra
unidad, sino que la realiza encarnándola en las diferentes situaciones
y coyunturas.
• Luego, el renovado compromiso de animar y hacer crecer las
numerosas fuerzas de la familia salesiana.
• Otro fruto es la codificación final de los criterios
y principios de formación. Mirad: esto es un gran paso adelante.
No es mérito exclusivo de este Capítulo; viene de lejos.
Pero aquí se le está dando en las Constituciones y en
los Reglamentos una codificación autorizada. Se trata de una
de las áreas más delicadas de nuestra renovación.
Otros institutos todavía andan tanteando, y no son pocos. Ya
os dije en otra ocasión que nuestra Ratio Institutionis la han
pedido formadores, religiosos, obispos y cardenales, precisamente porque
es una especie de primicia que tuvo el mérito de ofrecer oportunamente
principios, criterios y directrices u orientaciones concretas de formación.
Como es natural, después del XXII Capítulo General, éste
y otros documentos recientes deberán ser revisados y puestos
al día.
Todo ello garantiza entre nosotros una comunión uni 44 versal
más consciente. Una Congregación de actividad apostólica
como la nuestra, que considera la obediencia corno su primer voto (el
XXII Capítulo General nos está haciendo volver, incluso
en el orden de los consejos evangélicos, a lo que quería
Don Bosco precisamente porque se fijaba en la importancia primaria de
la misión), si no cultiva la unidad aunque siempre dentro de
la pluriformidad, se dispersa y ofusca su identidad.
• Hemos subrayado también, aunque se haya debatido sobre
ello, la primacía vital de la oración. Se ha discutido
porque se quería que el tema apareciera más profundo,
más hermoso y más salesiano. Nadie duda que en la Congregación
es urgente su necesidad, al objeto de superar la famosa superficialidad
de que hablaba en mi informe.
• Otro fruto concreto y normativo: La atenta y detallada revisión
de las estructuras de autoridad, teniendo presentes las nuevas disposiciones
del código de derecho canónico al respecto. Nosotros somos
gente práctica, a veces hasta con exceso. Si no tenemos indicaciones
claras, bien definidas, podríamos ir adelante demasiado a la
buena; en cambio, en el Capítulo se ha hecho un trabajo que nos
asegura claridad para vivir en conformidad con la gran disciplina de
la Iglesia.
• Finalmente, un fruto muy vital y prometedor es el enriquecimiento
espiritual de nosotros, los capitulares. Sobre ello he oído comentarios
muy favorables por parte de algunos de vosotros: Este Capítulo
está siendo para nosotros mucho más que un curso especializado
de formación permanente. Nuestro testimonio de comunión,
aun con la diferencia de mentalidad y de puntos de vista, es patente:
vivimos como hermanos y nos queremos en un clima de alegría y
de cordial espíritu de familia. Y tenemos, sin duda, el propósito
de llevar estos valores tan salesianos a todas las inspectorías.
El Capítulo no se reduce a libros y papeles. ¡Somos, sobre
todo, nosotros! ¿Qué significará dentro de unos
meses la presencia multiplicadora de los ex capitulares como fermento
de relanzamiento en las comunidades inspectoriales?
45
7. Termino. Os invito de nuevo a concentrar vuestro corazón en
el significado profundo de esta Semana Santa, en la necesidad de vivirla
en la contemplación del misterio de Cristo, fuente de los dones
inefables del Espíritu. Tenemos urgente necesidad de ellos. Nuestra
humilde competencia capitular necesita un suplemento de Espíritu
Santo: para hacer luz en nuestra conciencia, para estimular nuestra
capacidad de convergencia, para incrementar las virtudes que nos ayuden
a superar eventuales posturas que no beneficiarían al bien común
de la Congregación. Tenemos necesidad de pedir al Señor
que nos envíe el Espíritu Santo sobre nuestros sacrificados
hermanos de la comisión de redención del texto.
Os invito a rezar mucho por ellos y por cada capitular en esta semana
santa. ¡Que descienda abundante sobre todos el Espíritu
del Señor! La etapa que comenzamos debe ser camino hacia la unanimidad.
El protagonista de tal unanimidad es precisamente el Espíritu
Santo. No se trata de uniformidad; lo hemos experimentado claramente
durante el Capítulo. Cada uno ha intervenido libremente según
sus convicciones y su visión de las cosas; esto nos ha enriquecido
y nos ha hecho cambiar de parecer más de una vez. Ahora estamos
llamados a realizar votaciones "cualificadas", por las que
se busca una convergencia más alta. Esta será fruto de
nuestro trabajo, de nuestros debates y búsquedas; pero, sobre
todo, de nuestra oración y docilidad al Espíritu Santo.
Recordemos que estamos con un material que no es sólo de nivel
humano; tocamos un patrimonio espiritual que pertenece al misterio de
la Iglesia. Podemos decir que estamos colaborando con el Fundador para
el futuro de la vida de la Congregación e incluso de la familia
salesiana.
Así pues, que la Semana Santa nos mueva a intensificar nuestra
sintonía con el Espíritu Santo.
¡Felices Pascuas a todos!
SALUDO DEL RECTOR MAYOR AL. SANTO PADRE
en la audiencia concedida a los Capitulares
(3 de abril de 1984)
AL SANTO PADRE BEATISIMO PADRE:
Los salesianos de Don Bosco le estamos muy agradeci 46 dos a Vuestra
Santidad por habernos concedido esta audiencia especial, a pesar de
la mole de otros compromisos en estas semanas. Se lo agradecemos con
espontaneidad y alegría, porque nos sentimos vitalmente vinculados
al ministerio de Pedro.
Se han reunido aquí los representantes de casi todas nuestras
comunidades inspectoriales del mundo; sólo faltan los delegados
de Checoslovaquia, Hungría y Vietnam. Para cumplir las directrices
del Concilio, desde mediados de enero el Capítulo General está
revisando y perfeccionando nuestros textos fundamentales de vida religiosa
apostólica.
En nombre de mis hermanos capitulares sacerdotes y laicos le agradezco
a Vuestra Santidad la constante bondad que nos demuestra y el mensaje
tan valioso que nos mandó al comenzar nuestras tareas. Lo conservamos
como un tesoro.
En estos días lo recordaba Vuestra Santidad el domingo en la
Plaza de San Pedro conmemoramos el cincuentenario de la canonización
de nuestro Fundador, Estamos viviendo de nuevo el clima en que vuestro
predecesor, el papa Pío XI, al proclamar santo al sacerdote Juan
Bosco en la fiesta de Pascua que clausuraba el año jubilar de
1933, nos lo presentaba como uno de los santos contemplativos de la
Redención más fecundos en obras. Efectivamente, Don Bosco
tuvo una fina sensibilidad de la misericordia infinita del Padre, de
la acción salvífica del Hijo y del poder renovador del
Espíritu Santo; una sensibilidad que iba indisolublemente unida
a la atenta consideración de las necesidades de salvación
del hombre y de la sociedad. La contemplación de la redención
hacía que con fuerza saltara del corazón a su inteligencia
práctica e inventiva el ardiente impulso del da mihi ánimas,
como primera chispa y estímulo constante de sus geniales iniciativas
juveniles y populares.
El papa Pío XI exhortaba entonces a los salesianos a que cultivaran,
como secreto primero y fundamental, el amor a Jesucristo Redentor. Tal
fue decía uno de los pensamientos y uno de los sentimientos que
dominaron toda la vida (de Don Bosco)... El amor al prójimo se
hace amor al divino Redentor y el amor al Redentor se convierte en amor
a las almas redimidas, almas que en el pensamiento y en la estimación
de Cristo figuran como no pagadas a precio demasiado alto, pues que
lo hizo con su propia sangre.
47
Ultimamente hemos recibido de Vuestra Santidad, como regalo a todos
los religiosos cuando se va a concluir otro año santo extraordinario,
una preciosa exhortación apostólica. En ella nos recuerda
precisamente que nuestra "vocación específica y el
conjunto de nuestra vida en la Iglesia y en el mundo sacan de la misma
profundidad del misterio de la Redención su carácter y
su fuerza espiritual.
Pues bien, queremos asegurar a Vuestra Santidad que el propósito
de todos los salesianos va a ser el de saber dar la primacía
en su corazón a la intimidad con Cristo Redentor; nos comprometemos
a hacer fructificar entre los jóvenes y en el pueblo una caridad
pastoral infatigablemente activa y profética que aporte válido
fermento educativo para una genuina civilización del amor.
Sobre el compromiso que asumimos de participar en la misión de
la Iglesia descienda fecunda, Beatísimo Padre, vuestra bendición
apostólica.
Roma, 3 de abril de 1984
DISCURSO DE JUAN PABLO II
al XXII Capítulo General
(audiencia especial, 3 de abril de 1984)
A LOS MIEMBROS DEL XXII CAPÍTULO GENERAL
QUERIDÍSIMOS CAPITULARES:
48
1. Me da mucha alegría recibiros a quienes sois los responsables
mayores de la Sociedad Salesiana en esta audiencia especial con motivo
de vuestro XXII Capítulo General y al día siguiente de
una fecha muy significativa: el cincuentenario de la canonización
de san Juan Bosco, vuestro santo Fundador, hecha precisamente cl 1 de
abril de 1934, domingo de Pascua, por el papa Pío XI, que lo
había conocido y admirado personalmente.
A usted, señor Rector Mayor, junto con el saludo cordial, mi
enhorabuena por la confianza que le ha demostrado el Capítulo
General al confirmarlo en el cargo, pues ello dice el aprecio con que
se ha seguido su labor al servicio de la grande y benemérita
familia salesiana.
Saludo asimismo con todo mi afecto a sus colaboradores más íntimos
y a todos los capitulares, en los que veo representada toda la Congregación,
esparcida por los cinco continentes y entregada a un trabajo apostólico
variado, intenso y eficaz para bien de la Iglesia y de la sociedad,
especialmente de la juventud.
Me place transmitiros la sincera satisfacción de toda la Iglesia
por la labor que realizáis los salesianos desde aquel lejano
día de 1858, cuando Don Bosco estuvo por vez primera aquí,
en el palacio apostólico, recibido en audiencia por Pío
IX, a quien presentaba un esbozo del reglamento de la Sociedad que quería
fundar. Era el inicio -pequeño y escondido como la semilla de
que
habla el Evangelio- de la Asociación de san Francisco de Sales,
que más tarde tomaría consistencia oficial con la aprobación
definitiva de las Constituciones el año 1874 y se extendería
por todo el mundo mediante un admirable escuadrón de sacerdotes,
de misioneros, de educadores, de hermanos laicos, de alumnos y de antiguos
alumnos, desde el primer sucesor de Don Busco -el beato Miguel Rúa-
hasta los mártires Luis Versiglia y Calixto Caravario, a quienes
el año pasado tuve la alegría de declarar beatos. Un profundo
y sincero sentimiento de gratitud al Señor debe surgir en vuestro
corazón al comprobar que durante este largo período de
años, a pesar de tantos acontecimientos adversos y borrascosos,
Don Bosco ha estado siempre con vosotros, en vuestras casas, con los
jóvenes confiados a vuestros cuidados, en las diversas iniciativas
y actividades de vuestras múltiples y variadas instituciones.
El aumento de vocaciones es también motivo de esperanza y consuelo.
Como es natural, en vuestra Congregación existen también
problemas difíciles y cuestiones complejas; pero me consuela
el saber que sentís la preocupación de ser fieles al espíritu
de DonBosco dondequiera que estéis.
49
2. Por eso, al agradeceros esta visita y los sentimientos de fidelidad
y devoción que la animan, os exhorto encarecidamente a que perseveréis
con fervor e intrepidez. La revisión de las Constituciones debe
serviros, a vosotros mismos y a toda la Congregación. de motivo
y estímulo para entregaros al apostolado con creciente convicción
e intrepidez.
¡Que nadie se desaliente! ¡Que nadie se acobarde en los
momentos de dificultad o de posible derrota! ¡Que nadie se deje
vencer por la tentación de que es inútil todo esfuerzo
ante una sociedad secularizada que no pocas veces olvida los valores
trascendentes! Recordad lo que escribía Don Bosco a un párroco
desanimado: Tranquilícese: No hable de abandonar la parroquia.
¿Que hay mucho quehacer? -Moriré en el campo de trabajo
sícut bonos miles Christi. ¿Que no valgo para nada? -Omnia
póssum in eo qui me conf órtat. ¿Que hay espinas?
-Con ellas, cambiadas en flores, los ángeles trenzarán
una corona en el cielo. ¿Que los tiempos son difíciles?
-Siempre han sido igual; pero Dios nunca ha fallado en su auxilio: Christus
heri et hodie (Turín, 25 de octubre de 1878).
¡No os desaniméis nunca! Mirad a Don Bosco, a su vida,
a su entrega total a las almas; leed sus escritos; escuchad su enseñanza,
que sigue siendo válida; pedidle con insistencia y devoción
que su espíritu se conserve siempre vivo y presente en vosotros
y en vuestras actividades pedagógicas, catequéticas, parroquiales,
deportivas y recreativas. Todo por el Señor -repetía-.
Hagamos todo lo que nos sea posible ad maiórem Dei glóriam;
descansaremos en el paraíso. Formando en la escuela de grandes
santos y grandes místicos, empuñó con arrojo y
clarividencia el timón de su propia vida y de su proyecto, y
no vaciló en decir categóricamente: Quiero que todos los
salesianos trabajen por la Iglesia hasta su último aliento (Mem.
Biogr. XIV, 229). Al manifestar su última voluntad a monseñor
Cagliero el 7 de diciembre de 1887, dijo: Que todos trabajen con celo
y con ardor: ¡Trabajo, trabajo! (ibídem XVIII, 447). A
este propósito me place recordar el ejemplo del cardenal Augusto
Hlond, primado de Polonia e hijo de Don Bosco, que tanto tuvo que sufrir
por los trágicos acontecimientos del último conflicto
mundial. En la Congregación Salesiana -afirmaba- he aprendido
que el trabajo no es ni peso ni cruz, sino alegría...; cada ladrillo
es una cruz, cada piedra un sufrimiento; las lágrimas son su
cemento. Así construyeron los santos, así edificó
Don Bosco. Yo he puesto toda mi confianza en Don Bosco y en Domingo
Savio (cfr. Un pastore della, Chiesa in tempi difficili, en Salesiánum
núm. 4, 1982).
50
3. Respecto a la labor educativa y formativa de la ju- Soventud -el
carisma peculiar de la Congregación Salesiana-, os exhorto ardientemente
a que, como Don Bosco, os esforcéis por edificar sobre la roca
consistente de la voluntad de Dios. Es importante subrayar y tener siempre
en cuenta que la pedagogía de Don Bosco tuvo una valencia y una
intención sumamente escatológica. Como dice repetidas
veces Jesús en el Evangelio, es esencial entrar en el Reino de
los Cielos. Pero -parafraseando las palabras de Cristo- lo que puede
hacer entrar en el Reino de los Cielos no es una invocación simplemente
sentimental, ni el planteamiento ideológico, y ni siquiera el
activismo social y utopista, sino el cumplimiento de la voluntad de
Dios: Cae la lluvia, soplan los vientos, se desbordan los ríos
y arremeten contra aquella casa; pero no se derrumba, porque está
cimentada sobre roca (Mt 7,21-27). Por eso, también el edificio
de la educación hay que construirlo sobre la voluntad de Dios.
Tal fue el objetivo primero y constante de Don Bosco, al que evidentemente
nadie lo puede tachar de misticismo abstracto ni de egoísmo espiritual.
Tal debe ser también el interés constante de los salesianos.
Voluntad de Dios es ciertamente que se conozca la Persona y el mensaje
de Cristo -revelador del Padre y redentor de la humanidad- tal como
fueron anunciados por los Apóstoles y enseñados por la
Iglesia; voluntad de Dios es sin duda la vida de gracia, es decir, la
educación cristocéntrica, cuyo quicio está en la
confesión frecuente bien hecha y en la Eucaristía. También
hoy repite a todos Don Bosco: Memorare novíssima tua et in aetérnunt
non peccabis (Si 7,38). Los jóvenes de hoy tienen y sienten la
necesidad de una seria, iluminada y constructiva dirección espiritual.
¡Esa es la responsabilidad suprema de todo sacerdote y también
su alegría suprema! Las familias esperan con ansia vuestra ayuda
y vuestra colaboración para prevenir el mal, para formar conciencias
cristianas, para realizar en cada persona la obra de la redención,
Don Bosco -hombre profundamente comprometido en los mismos valores terrenos
y que supo aprovechar tan maravillosamente sus talentos de dinamismo
y de organización- podría ser definido, sin embargo, hombre
de la eternidad. Voluntad de Dios es -naturalmente-- la caridad, que
hace cumplir a la perfección el propio deber, obedeciendo a la
autoridad de la Iglesia y de los propios superiores, y que dilata el
corazón hacia un amor universal. Un día Don Bosco al príncipe
Augusto Czartoryski, que había acudido a él como a su
director espiritual, le respondió así: Yo rezo; haga usted
lo mismo, a fin de que Dios nos conserve seguros a todos en el camino
que mejor nos garantice el paraíso (Epistolario, vol. IV, 378).
La visión sobrenatural de la vida es la enseñanza radica¡
de Don Bosco y el único medio para cimentar de verdad sobre roca.
51
4. Cuando se lee la biografía y los escritos de san Juan Bosco,
uno queda impresionado por su alusión continua a la presencia
de María Santísima. Se puede decir con toda razón
que todo lo ideó e hizo en dependencia de María y arropado
por su materna y a menudo incluso visible protección. En 1862
confiaba a Juan Cagliero: La Virgen quiere que la honremos bajo la advoca
ción de María Auxiliadora. Los tiempos que corrernos
son tan aciagos, que tenemos verdadera necesidad de que la Virgen nos
ayude a conservar la fe cristiana. Son palabras graves y serias que
podemos repetir hoy, consolidando cada vez más nuestro amor y
nuestra confianza en María Auxiliadora. ¡Confiad en María!
Encomendad diariamente a su cuidado maternal todas vuestras actividades
y preocupaciones.
Con el mejor deseo de que vuestras decisiones capitulares lleven frutos
abundantes y eficaces, os imparto mi bendición, que de buen grado
hago extensiva a toda la Congregación salesiana.
CARTA DEL CAPITULO GENERAL a la familia salesiana
Roma, 10 de mayo de 1984
A LA FAMILIA SALESIANA
OUERIDISIMOS HERMANAS Y HERMANOS:
52
Os aseguramos que, esperados y gratos, llegaron los mensajes, enviados
con cordialidad fraterna por vuestros grupos al XXII Capítulo
General.
Os hemos sentido cercanos en este momento tan importante de la vida
de la Congregación. Hemos notado el aliento de vuestra oración
y la fuerza de vuestra simpatía e interés. Tenemos, pues,
la obligación de haceros llegar, a todos y a cada uno de vosotros
en particular, nuestro agradecimiento.
Como sabéis, nuestra reflexión y nuestro trabajo han tenido
un solo objetivo específico: Revisar las Constituciones y los
Reglamentos, con miras a su aprobación final después de
doce años de experimentación.
Ha sido un cometido delicado, presidido por el compromiso de adecuar
el texto de las Constituciones y de los Reglamentos a las urgencias
de la realidad juvenil y a las cambiadas condiciones de los tiempos,
por fidelidad a nuestro santo Fundador y según las directrices
del magisterio de la Iglesia.
53
En este trabajo, con búsqueda apasionada y con serio esfuerzo
de esclarecimiento, hemos afrontado el tema de la familia salesiana.
Desde el Capítulo General Especial de 1972, la Congregación
con intuiciones ricas de desarrollos futuros ha tomado una conciencia
más viva del hecho carismá
tico de la familia salesiana. En estos últimos años, continuando
su deber de animación, a través de las orientaciones del
dicasterio dirigido por el inolvidable don Juan Rainerí, ha realizado
un verdadero relanzamiento y un camino más decidido en comunión
con todos vosotros.
Los encuentros de espiritualidad y de estudio, el enriquecimiento de
las estructuras de servicio, la promoción de la recíproca
comunión y el compromiso en una misión idéntica,
han creado familia en el plano operativo y en la vida, aun antes que
a nivel de documentos.
Ahora, después de atenta reflexión y serenos debates,
hemos establecido en el texto de las Constituciones y de los Reglamentos
algunos puntos que definen el papel que debemos desempeñar en
la familia salesiana, respetando siempre la identidad de sus diversos
grupos.
En particular, se ha reafirmado la convicción de que Don Bosco
dio origen a la familia salesiana dentro de un vasto movimiento de personas
que, de diversos modos, trabajan por la salvación de la juventud.
De tales fuerzas vivas el Rector Mayor, sucesor de Don Bosco, es el
padre y centro de unidad. Se han concretado, además, los cometidos
del consejero para la familia salesiana, de los inspectores y de los
directores de cara a la sensibilización de las comunidades.
El nuevo texto de las Constituciones y los Reglamentos ofrece una pauta
precisa de trabajo: mantener viva y operante la voluntad de don Fosco
de comprometer al mayor número de personas posible, para salvar
a los jóvenes, anunciar el Evangelio y mantener viva la fe en
los ambientes populares.
En concreto, nos comprometemos a intensificar nuestra acción
apostólica en favor de los grupos de la familia salesiana a nivel
local e inspectorial, colaborando en su formación adecuada y
en la promoción vocacional,
sobre todo entre los jóvenes más comprometidos y
los colaboradores seglares.
Esto será posible, en comunión fraterna, con la colaboración
específica y complementaria de cada grupo, en el que cada uno
individualmente se íntegra y se reconoce.
54
A todos, el XXII Capítulo General os hace una invitación,
una llamada y da una cita.
• Una invitación a la unidad y a la comunión dentro
de la fidelidad a la misión de Don Bosco.
• Una llamada a la santidad, a la que nos apremia el cincuentenario
de la canonización de nuestro Fundador; a la predilección
por los jóvenes, sobre todo los más necesitados; a la
simpatía por su mundo y a la opción a estar con ellos,
como nos sugiere la Carta de Roma; al ansia misionera hacia las fronteras
de Africa y del tercer mundo.
• Os da una cita para las celebraciones del próximo centenario,
a fin de descubrir y proponer de nuevo a la Iglesia y al mundo la figura
y el mensaje de Don Bosco.
Que, con la maternal protección de María Auxiliadora
y la aportación de todos, pueda crecer en el mundo el gran movimiento
de simpatía y compromiso en favor de los jóvenes iniciado
por Don Bosco.
Movidos por la caridad pastoral, los miembros de la Familia 5alesiana
quieren ser signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes,
especialmente a los más pobres.
Los salesianos del XXII Capítulo General
CARTA DEL CAPITULO GENERAL a los jóvenes
Roma, 10 de mayo de 1984
A LOS JÓVENES
55
El 10 de mayo de 1884 escribía Don Bosco desde Roma a los muchachos
y a los salesianos del Oratorio de Turín: Próximo o lejano,
siempre pienso en vosotros. Sólo tengo un deseo: veras fieles.
La carta evoca, después, el tiempo en que Don Bosco había
entrelazado su juventud con la de los muchachos en una convivencia alegre
y fraterna. En el ocaso de su vida ve con preocupación que algo
no funciona y, con gesto fuerte y paterno, escribe la más afectuosa
y apremiante de sus cartas para que salesianos y jóvenes procuren
amarse y comprenderse. Quiere que florezca de nuevo la estación
de los corazones abiertos, la que permite estar juntos como hermanos,
descubriendo los dones de que cada uno es portador.
A cien años de distancia, queremos dirigirnos a vosotros, jóvenes
que con nosotros camináis en todas las partes del mundo. Venimos
de los cinco continentes y de cuarenta naciones; os escribimos en nombre
de todos los salesianos, que nos han mandado acá, a Roma, para
verificar nuestra fidelidad a Don Bosco y a su misión juvenil.
Mirándole a él, hemos visto qué poco es lo que
hacemos, si lo confrontamos con vuestra necesidad. Pero esto no impide
que os repitamos con sinceridad las palabras que Don Bosco decía
a sus jóvenes: Aquí con vosotros me encuentro bien; mi
vida es precisamente estar con vosotros.
A medida que pasan los años, descubrimos que el Señor
nos ha hecho una gracia grande al darnos vuestra
confianza y amistad. pues vivís una edad en que maduran opciones
decisivas y grandes ideales, hacia los que corréis espontáneamente,
una edad en que toda experiencia deja una huella.
Vivimos en un mundo en que la presencia del bien aparece, a veces, obscurecida.
Este mundo podrá mejorar si hay hombres fuertes en combatir cl
mal, fieles en ayudar a sus hermanos, capaces de abrir a la esperanza.
56
Nos alegra estar con vosotros en este quehacer. Compartimos vuestro
entusiasmo de servir a los valores que dan plenitud a la existencia
de todo hombre. Apreciamos vuestra disponibilidad al servicio y al don;
la fidelidad a vuestro pueblo, a la libertad y al desarrollo; vuestra
apertura a todos los pueblos del mundo. A vuestro lado queremos ser
hombres de reconciliación y de diálogo, y tener despierta
el ansia por la justicia y la paz. Junto con vosotros nos esforzamos
por superar las discriminaciones sociales, por combatir todo lo que
humi
lla la dignidad y la vida del hombre, por construir la civilización
del Amor.
Hoy todos nosotros reemprendemos el camino, para hacer un trecho con
vosotros, jóvenes de lenguas, razas y religiones diversas:
• con vosotros, que no tenéis la alegría de una
familia o de un grupo de amigos, y con vosotros, a quienes prácticamente
se os niega el derecho al estudio y al trabajo;
• con vosotros, que todavía estáis buscando el sentido
de la vida y a quienes os cuesta levantar la mirada a lo alto;
• con vosotros, que escucháis a quien habla en lo íntimo
de toda conciencia;
? y con vosotros, que habéis encontrado a Cristo y asumido con
él un compromiso de amor y, creciendo a su imagen a la luz de
su Evangelio, habéis descubierto la alegría de ser hombres,
de vivir y de dar la vida.
57
Hace unos días, con el pensamiento en vosotros y en todos los
salesianos del mundo, renovarnos ante la urna de Don Bosco, nuestra
promesa: Por vosotros estoy dispuesto a dar incluso la vida.
Han pasado cincuenta años desde que don Bosco fue declarado santo;
en 1988 se cumplirán los cien años de su muerte. Es una
doble invitación a un renovado compromiso interior para crecer
a los ojos de Dios y caminar juntos hacia aquel día, que para
millares de jóvenes será un día de gran fiesta.
Por esto hacemos nuestra la carta que escribió en Roma hace precisamente
cien años y os la mandamos a cada uno de vosotros.
Que María Auxiliadora sostenga nuestra fidelidad y bendiga vuestra
juventud.
Os saludamos cordialmente.
Los salesianos del XXII Capítulo General
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