Querido Padre Ángel,
nuestro Rector Mayor y Décimo Sucesor de Don Bosco,
Hoy recordamos, la solemnidad de la Anunciación del Señor, el primer aniversario de su elección durante el Capítulo General XXVII. Es bueno que en esta celebración haya algunos inspectores, cohermanos y laicos que vienen de todas partes del mundo como un signo de la unidad de toda la congregación.
Es un día en el que nos dirigimos ante todo a Dios, expresándole, especialmente en esta Eucaristía, nuestra gratitud y nuestro agradecimiento por el regalo que hizo a todos ustedes, a la Congregación, a la Familia Salesiana y A los jóvenes. Levantemos también nuestra invocación, pidiéndole la gracia necesaria en el ejercicio de su servicio de guía: fidelidad al Señor Jesús y a Don Bosco, los dones del consejo y el discernimiento, el valor y la prudencia en las decisiones, la fraternidad. y cercanía a todos, serenidad y alegría, salud.
Hoy recordamos lo que viviste y experimentaste en tu corazón ese día de la elección: la conciencia de la responsabilidad que te esperaba, la inquietud por los compromisos onerosos que debías asumir, pero también la confianza en Dios, en María Auxiliadora y en el cohermanos que te habrían ayudado. Entonces, como María respondió: "Aquí estoy".
Pasamos un año intenso juntos y experimentamos su guía autorizada, en la multiplicidad y variedad de compromisos debidos a los comienzos de su servicio, a los viajes para conocer a la Congregación y la Familia Salesiana, al Bicentenario del nacimiento de Don Bosco. Sabemos y apreciamos las formas en que nos propone repetidamente a partir de su discurso de cierre del CG27: la identidad carismática arraigada en Don Bosco; la predilección por los jóvenes, especialmente los más pobres; el compromiso con la "misión ad gentes" y con la internacionalidad e interculturalidad de las comunidades y provincias; la misión compartida con los laicos y la Familia Salesiana; transparencia y responsabilidad en la gestión de los recursos económicos; el testimonio de la pobreza; El humilde servicio que rechaza la exhibición de poder y fuerza.
Dios recompensa su dedicación, su actividad incansable y sus esfuerzos con los frutos más hermosos que espera de todos nosotros, especialmente de nuestra comunidad de la Casa general: disponibilidad generosa, colaboración leal, competencia y estudio, trabajo Precisos y puntuales, fraternidad y compartir, pero sobre todo nuestro amor por el Señor Jesús y Don Bosco, el testimonio radical y alegre de nuestra consagrada vocación, la identidad salesiana, el sentido de pertenencia a la Congregación. Esto es lo que queremos ofrecerles hoy como regalo.
Los mejores deseos para el viaje que tenemos por delante y gracias por todo.