Mis queridos hermanos y hermanas aquí presentes.
Reciban mi saludo verdaderamente fraterno y afectuoso, expresado de manera pública y oficial para todos, junto con los saludos personales que nos hemos dado en esta nuestra primera tarde de inicio del Congreso.
Siéntanse de verdad !Bienvenidos! y en casa. Bien sabemos todos que este “sentirse en casa” es algo muy nuestro, muy propio de nuestro carisma salesiano y de nuestra manera de ser y expresar que somos verdaderamente familia.
Deseo agradecer en primer lugar la presencia de todos ustedes; una presencia que supone haber valorado como importante el Congreso, tan importante como para desear venir, posponer por unos días responsabilidades y tareas que todos ustedes tienen, ponerse en camino, y estar aquí con esta apertura de corazón y de ánimo que nos permitirá sacar el máximo partido a lo que con tanto esfuerzo e inmenso cariño se ha preparado entre muchas personas.
Mi agradecimiento quiere ser extensivo a las Inspectoras e Inspectores, a las hermanas y hermanos de los diversos grupos de nuestra Familia Salesiana que han visto con agrado y con sentido de pertenencia este Congreso, facilitando la presencia de todos ustedes. En verdad gracias.
Y ya desde el inicio, me permito poner ante todos un desafío. El desafío de la DEVOLUCIÓN a la propia inspectoría, a la propia Institución, de aquello que se vivirá, se pensará y reflexionará, de aquello que se ofrecerá como mirada del pasado y proyección del futuro.
Tantas veces hemos escuchado en los diversos puntos cardinales que si los encuentros, asambleas y reuniones no tienen un eco posterior, la incidencia de las mismas es muy pobre. Ciertamente se enriquecen las personas que lo viven, pero hemos de hacer rendir en frutos de animación e identidad carismática lo que aquí vivamos. Es por eso que, ya desde ahora, les invito a pensar y madurar la manera en la que van a compartir el fruto del trabajo de estos días, ya sea en asambleas inspectoriales, ya sea en exposiciones personales que ustedes preparen, ya sea en difusión on line... Todo menos la posibilidad de que la devolución se reduzca a una carpeta que queda en un anaquel.
La temática del Congreso es muy atractiva. Se nos invita a profundizar en la manera como los sdb y fma, y en sentido más amplio otros grupos de nuestra familia salesiana, según los momentos históricos, han interiorizado y vivenciado lo más genuino del carisma salesiano, y han sido capaces de actualizarlo en los más diversos y difíciles contextos.
Será por tanto el trabajo de estos días, un reflexionar e incluso evocar, evidenciar y también aprender, cuáles son y han sido esos valores fundamentales, ese núcleo central del carisma salesiano que permanece en el tiempo de manera irrenuciable, más allá de los contingentes momentos históricos.
Por las décadas en las que se centra el estudio del Congreso, se pondrá la mirada en una Congregación Salesiana, un Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y otras fundaciones de nuestra Familia Salesiana, siempre en crecimiento, en subida, en desarrollo. Fueron las décadas de la expansión. Serán bien diversas las décadas posteriores -que no entran en el arco de estudio de este Congreso-, pero que todos conocemos y que todavía estamos viviendo. NO han sido momentos de expansión sino de disminución numérica; no momentos de 'triunfalismo y de fuerza' (en sintonía con los vividos en la Iglesia en general), sino momentos de más humildad y reconocimiento de las propias fragilidades...
Pero a la luz de lo que nos mostrará la reflexión histórica, y de lo que no analizaremos pero que hemos vivido, nos encontramos en este momento presente donde, aún sin haber llegado al punto final del descenso, y con una realidad en la que las 'fuerzas humanas' de los consagrados son menores, y sin embargo la misión y las presencias se han extendido, también por contar con una reflexión eclesial y de congregación e institutos en las que el laicado y la misión compartida son ya opciones carismáticas irrenunciables.
Ante esta realidad, tenemos por delante el maravilloso desafío, especialmente significativo en este año del Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco, de CIMENTAR una NUEVA FASE de nuestra Historia Salesiana. Una nueva fase en la que la radicalidad evangélica de nuestro vivir, la opción por la evangelización de los jóvenes y las nuevas generaciones, el fortalecimiento de la identidad salesiana de quienes somos partícipes de este bello carisma, y el seguir enamorándonos de Don Bosco hasta ser entusiasmantes testimonios hoy, se convierta en nuestra más clara identidad carismática, eclesial y de discipulado y seguimiento del Señor Jesús.
Y todo ello hasta el punto de arrancar expresiones como la que salió de los labios del joven Juan Cagliero: “fraile o no fraile yo me quedo con Don Bosco”.
Confiemos en que el Espíritu Santo siga inspirándonos la manera y la fuerza vital para seguir escribiendo no tanto bellas páginas de historia, sino las páginas de vida que sean respuesta a lo que necesiten los niños, adolescentes y jóvenes de hoy, especialmente los más pobres, necesitados y excluidos, junto con sus familias -cuando las tienen-.
Y que como con Don Bosco, la Auxiliadora lo siga haciendo todo.
Buenas noches.