Un breve decálogo redactado en varias versiones por Don Bosco en 1877 y que se ubica entre la publicación del tratado sobre el Sistema Preventivo y el "Reglamento para las casas de la sociedad de San Francisco de Sales", del cual fue un preemium.
Texto crítico con introducción, variantes de aparatos y notas histórico-ilustrativas en Pietro Braido (ed.), Escritos y testimonios del educador Don Bosco. Tercera edición con la colaboración de Antonio da Silva Ferreira, Francesco Motto y José Manuel Prellezo. Instituto Histórico Salesiano, Fuentes, Primeras Series, n. 9. Roma, LAS 1997, pp. 280-283.
Reglas generales para quienes cuentan con la dirección o asistencia de jóvenes.
1º Todo el mundo debe creer que, para ser temido por los jóvenes, primero se debe amar, es decir, ganar sus corazones al dar a conocer con palabras y aún más con hechos, que todas nuestras preocupaciones se dirigen a su ventaja espiritual y temporal.
2º En ayuda, unas pocas palabras y muchos datos, y para dar a los estudiantes la oportunidad de expresar sus pensamientos.
3º Se cree que los jóvenes suelen manifestar tres tipos de personajes o personajes diferentes: Bueno, ordinario, difícil o malo. Debemos estudiar los medios de reconciliarlos para que podamos hacer el bien a todos sin causar daño a los demás.
4º La asistencia general es suficiente para aquellos que son de naturaleza buena y plegable, explicando las reglas disciplinarias y recomendando su observancia.
5º Especial solicitud de la categoría de los más; de los que tienen una naturaleza ordinaria, voluble, tendientes a la indiferencia. Deben estar satisfechos con la ocupación, con consejos, con abordar su discurso, dar incluso pequeñas recompensas y mostrar estima y confianza en ellos.
6º. Pero todos los esfuerzos están dirigidos a los más disipados, volubles, difíciles e incluso ingobernables. El número de ellos será uno de diez o quizás tres de veinte.
Todos los superiores tratan de conocerlos bien, preguntan sobre su vida anterior, tratan de hacer amigos con ellos, les permite hablar mucho pero él habla poco.
Séptimo. Cada vez que llega entre sus alumnos, se queda con ellos o comienza a partir de ellos, siempre da un vistazo para saber si los de la tercera categoría están en su lugar y si nota su ausencia, pronto los hace ver bajo aspecto para tenerlos. Lo que decir o recomendar.
8º. Al tener que decirles palabras de culpa, siempre las distinguen, y nunca se dan advertencias o correcciones especiales en presencia de los demás compañeros.
Sin embargo, uno puede aprovechar los episodios y los hechos de otras personas para elogiar o culpar a la conducta en general que también les afecta.
1. Aquellos que se encuentran en algún cargo o asisten a jóvenes, a quienes la Divina Providencia nos confía, tienen la tarea de advertir y aconsejar a cualquier joven en la casa, siempre que haya una razón para hacerlo, especialmente cuando se trata de 'Prevenir la ofensa de Dios.
2. Todo el mundo trata de hacerse amar si quiere tener miedo. Alcanzará este gran final si con palabras, y aún más con hechos, hará saber que sus preocupaciones están dirigidas exclusivamente a la ventaja espiritual y temporal de sus estudiantes.
3. Como ayuda, unas pocas palabras, muchos hechos y estudiantes tienen la libertad de expresar libremente sus pensamientos; pero tenga cuidado de rectificar e incluso corregir las expresiones, las palabras, los actos que no estaban en conformidad con la educación cristiana.
4. Los chicos suelen mostrar uno de estos personajes diferentes. Indole bueno, ordinario, difícil, malo. Es nuestro deber estricto estudiar los medios de reconciliar estas características diferentes para hacer el bien a todos sin afectarnos mutuamente.
5. Para aquellos que han tenido un carácter de la naturaleza, una buena naturaleza es suficiente para la vigilancia general que explica las reglas disciplinarias y recomienda su observancia.
6. La categoría de la mayoría es de aquellos que tienen un carácter y carácter ordinarios, algo volubles e inclinados a la indiferencia; necesitan breves pero frecuentes recomendaciones, advertencias y consejos. Debemos animarlos a trabajar, incluso con premios pequeños y mostrando una gran confianza en ellos sin descuidar la vigilancia.
7. Pero los esfuerzos y las solicitudes deben dirigirse de manera especial a la tercera categoría, que es la de los discípulos difíciles e incluso los discípulos. El número de estos se puede calcular uno en quince. Cada superior trabaja para conocerlos, les pregunta sobre su forma de vida pasada, les muestra a sus amigos, les permite hablar mucho, pero habla poco y sus discursos son ejemplos breves, máximas, episodios y cosas por el estilo. Pero nunca se pierdan de vista sin darse cuenta del hecho de que usted sospecha de ellos.
8. Los maestros, los asistentes, cuando llegan entre sus alumnos, les acercan de inmediato y al darse cuenta de que alguien está ausente, pronto lo hacen ver con la apariencia de tenerle qué decir o recomendar.
9. En caso de ser culpados, dar advertencias o correcciones, nunca estar presente en presencia de los compañeros. No queda nada para aprovechar los hechos, los episodios que otros han ocurrido para elogiarlos o culparlos, para caer sobre aquellos de los que estamos hablando.
10. Estos son los artículos preliminares de nuestro reglamento. Pero todos necesitan paciencia, diligencia y mucha oración, sin la cual creo que cualquier buena regulación es inútil.