La caridad pastoral:
forma consagrada de la libertad a imagen del Hijo de Dios
Alberto Martelli
La fascinación por las “res gesta”
La vida de don Bosco es fácilmente resumirlo en una larga declinación del verbo hacer.
Desde el sueño de los nueve años hasta la mortaja el 31 de enero de 1888, la vida del santo es una continua sucesión de cosas a hacer, de campos a arar, libertades que poner en juego, morales que transmitir, enseñanzas que dar, tanto es así que el método más fácil y más empleado para descubrir su figura es aquel de simplemente dejar hablar a los cuentos, contar sus anécdotas, subrayar en sus diarios cotidianos, como sus primeros discípulos, los hechos cotidianos de quien se interesaba de manera imparable en su vida.
Sus jornadas eran como un río lleno, como las jornadas de un buen campesino, nunca mano sobre mano, siempre ocupado en miles de trabajos y tareas, siempre con la mirada puesta en aquello que todavía queda por cumplir.
Don Bosco es un hombre de acción, un hombre que hasta cuando se describe a sí mismo y a su obra, aun cuando intenta traducirla en enseñanzas para sus hijos salesianos, no puede hacer más que contar su historia, y detrás y dentro de aquellos hechos, velar y desvelar una idea, una intuición, una espiritualidad.
Puede que también en esto se encuentre la fascinación que ejercía sobre sus jóvenes: un santo nunca quieto como los jóvenes, nunca parados, que no predica tanto con la voz, aunque lo hacía, sino sobre todo implicándote en una historia, que se convertía poco a poco en su historia.
Don Bosco es el hombre de la libertad puesta en juego, no sólo la suya, sino también la de sus jóvenes. Su método educativo consiste en crear el ambiente preventivo en el que se pueda ejercer la libertad y de este modo crecer hasta la santidad. Es el predicador de la santidad vivida, jugada, donde las reglas para ir al paraíso se convierten en tarea fácil, pero que plasman la libertad del joven hasta hacerle asumir una forma particular de vida, la del buen cristiano y el honrado ciudadano, que sólo con palabras no se puede explicar en todo su sentido, necesita verse y ser vivida.
Él ha sabido como pocos expresar esa verdad fundamental que Cristo nos ha enseñado y es que la verdad es en primer lugar una libertad puesta en juego por el Padre; no un concepto para saber de manera racional, sino una relación completa, una obediencia: la libertad, la persona de Cristo mismo que se convierte en forma y ejemplo para cualquier otra libertad/persona de este mundo.
Es entonces cuando a sus nueve años, asustado por el sueño probablemente fundamental de su vida, en el que se ve recibiendo un campo para arar como el símbolo de su futuro trabajo de educador; no un libro para leer, no una predicación aprendida de memoria, nada de ideas que poner en práctica, ni menos aún simples mandamientos morales, sino un "trabajo" en el sentido noble de "vocación/misión" que llevar adelante con el sudor de su frente, con tenacidad y humildad que lo distinguirán durante toda su vida en su abandono a la Providencia.
Y una vez más este "hacer" invierte su modo de ver a Dios, de sentirlo, de vivir la fe, con aquella Providencia omnipresente en el Padre que es el estar presente en Dios, como el Dios de Moisés a la zarza ardiente, el estar presente de una libertad para mi, de un modo de hacer paternal de Dios hacia mí, de un amor divino que no está hecho con palabras vacías, porque cuando Dios habla crea, y su presencia es siempre afectiva y efectiva y sabe ser cada vez amor, perdón, corrección, llamada, presencia, deber...
También los hijos de don Bosco fueron contagiados por este hacer, que sin embargo no es un actuar sin sentido o un activismo ciego y vaciante, sino que son los nobles gestos de quien tiene verdaderamente un objetivo, una verdad que contar y cumplir, porque tiene sus raíces en el total abandono de la libertad en manos de aquella Providencia de la que don Bosco tan bien testimonia su confianza.
Y también ellos, y también nosotros Familia Salesiana, hemos sido contagiados por esta historia que en ocasiones puede que hayamos dando demasiada importancia a la simple anécdota, perdiendo el verdadero sentido de esos hechos contados de manera simple, con la falsa ilusión de que para hablar del padre fundador bastase simplemente decir las cosas que ha hecho, poniendo una tras otra las gestas que ha completado, en un ascenso triunfalista de anécdotas y cuentos.
Pero "hacer" es un verbo deslumbrante y que nos distrae: dice todo, y al mismo tiempo, reflejo de una libertad humana no del todo transparente a la verdad divina a causa del pecado, velando lo que hay detrás y casi obligando a ilusionarse con que “basta hacer” y que en aquel movimiento de libertad, en este caso sin sentido, ya está todo.
El trienio de preparación al bicentenario que estamos viviendo nos ha enseñado, por el contrario, un modo distinto de proceder. Hemos empezado por el hacer: la vida y la pasión educativa de don Bosco, dos niveles diferentes de acción, que si no se observan bien, tienen siempre relación con lo externo, con las cosas que parecen desde fuera, con las prácticas que realizar; pero finalmente en el tercer año descubrimos que hay algo más que todo esto, que hay una espiritualidad. Si no hundimos más profundamente el surco de nuestro arado en la vida de don Bosco, más allá de aquello que aparece a primera vista, nos perdemos los mejores terrones y los frutos que recordar, nos detenemos en un moralismo vacío que no vale la pena ni lleva a la santidad.
Caridad pastoral: más allá del hacer
Esta larga introducción se debe a que creo que es necesario recodar de algún modo las raíces más profundas del temas que estamos tratando.
No hay ninguna duda que la caridad pastoral está en el centro del carisma salesiano y de la persona misma de don Bosco. Esta es de alguna manera el valor que resumen todo lo que él realizó, de esa forma particular de santidad que él ha "inventado" en la Iglesia, convirtiéndose él mismo en caridad de Buen Pastor para los jóvenes que se encontraba. Esta es también el centro y el eje de las raíces que nos ha dejado a nosotros, sus hijos; esto que en primer lugar debemos imitar si queremos actualizar hoy la santidad del fundador en este bicentenario que no es una obra de arqueología, sino una inyección de vida y de santidad en nuestra Familia.
Sin embargo, cuando se empieza a hablar de caridad pastoral, preguntándose lícitamente de qué se trata y cómo vivirla hoy, y cuáles son los aspectos que don Bosco subrayaba y como hoy dichos aspectos don todavía vida y santidad de la Iglesia del tercer milenio, muchas veces el discurso se desliza hacia el "que hay que hacer", en torno al pliegue moral de la caridad, que si no se controla puede convertirse inmediatamente en moral arbitraria y en simple imitación exterior de gestos y gestas que poco tienen que ver, con el centro del problema.
La caridad pastoral no es un conjunto de cosas que hacer o gestos que desarrollar, no es una lista de tareas que desarrollar o de estrategias pastorales o de técnicas educativas; es antes que todo una persona, la persona misma de Cristo. La caridad pastoral es la forma de la libertad, de la fe en el Buen Pastor, y que se ha convertido en forma de fe y libertad de San Juan Bosco.
Don Ceria distingue bien esta diferencia en el capítulo titulado "Hombre de fe" en su texto, puede que el más célebre: "Don Bosco con Dios".
Cada cristiano lo es por la fe, de la que el bautismo es su puerta, y es la fe el fundamento de la vida sobrenatural y el vínculo que une el alma a Dios; cuya fe viene integrada por la esperanza y la caridad. "Pero una cosa es ser creyente, y otra ser un hombre de fe. El creyente practica más o menos su fe, mientras el hombre de fe vive de la fe y la viva como un signo para alcanzar una profunda y continua unión con Dios. Ese fue Don Bosco.
Verdaderamente, casi todo aquello que hemos visto hasta aquí y gran parte del resto que veremos, es una fe vivida: pensamientos, afectos, empresas, audacias, dolores, sacrificios, prácticas de piedad, espíritu de oración fueron todas llamas emitidas de la fe que le ardía en el pecho; parecería entonces tener que volver a decir lo ya dicho o renunciar a capítulo sobre la fe. Sin embargo, en la inmensidad del campo queda todavía mucho para recoger. Una vida animada tan intensa y perennemente por el soplo de la fe, ¿no ofrecerá materia sobre la que trabajar en la primera de las virtudes teologales? No pueden faltarnos notas características que merecen ser resaltadas de forma particular.
Entre los testigos llamados a declarar en los procesos, aquellos que vivieron más tiempo cercanos a Don Bosco, se dirían que compiten por mejorar su fe. Sus declaraciones se pueden condensar en esta fórmula: la verdad de la fe de nuestro Santo es que fue ávido en conocerlas, firme en el creerlas, ferviente en profesarlas, celoso en inculcarlas, fuerte en defenderlas. Es digno de una atención especial el testimonio, con el que Don Rua comenzó su declaración. Empezó en estos términos: «Fue un hombre de fe. Instruido desde niño en las principales verdades de nuestra santa religión de forma excelente por su madre, queda hambriento de ellas» (Ceria, Don Bosco con Dios, capítulo XIV).
“Pensamiento, afectos, empresas, audacias, dolores, sacrificios, práctica pías, espíritu de oración, fueron todas llamadas emitidas desde la fe” de la que don Bosco estaba “hambriento”. En estos breves párrafos don Ceria centra exactamente el problema que tenemos enfrente. Después de haber dedicado los capítulos precedentes a describir qué había hecho don Bosco en su vida, ahora debe llegar al núcleo y este no es más una cosa que hacer, sino una fe que vivir: la caridad pastoral.
El problema no es tanto el de individuar qué cosas hay que hacer para imitar de alguna manera la caridad pastoral de Cristo y de don Bosco, sino cuál es la manera más intensa, más íntima, digamos de la libertad del Santo y del Hijo de Dios, para que esta pueda expresar en un modo que la caridad sea aquello que se ve exteriormente. Una caridad que se convierte en “amorevolezza”, que se puede contar e imitar fácilmente también en forma de episodios, reglamentos, florecillas, casi leerse de modo que se vean, simples de hacer, fáciles de imitar e incluso tan profundos que sean indicadores de una fe y de una espiritualidad que Don Bosco mismo nos ha escondido, por ser su manera de tener intimidad con Dios.
El centro de la caridad pastoral, por tanto, está directamente en la comunión con Dios de la que la maestra no puede ser otra que María Santísima, como se dice en el sueño de los nueves años, porque de ella no se pueden copiar los gestos concretos, ya que en buena medida son imposibles de repetir, por lo que toca aprender la intimidad absoluta con el Hijo que caracteriza su vida entera.
Caridad pastoral: libertad de la nueva ley.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el que es un asalariado y no un pastor, que no es el dueño de las ovejas, ve venir al lobo, y abandona las ovejas y huye, y el lobo las mata y las dispersa. El huye porque sólo trabaja por el pago y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen, de igual manera que el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor. Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre. (Jn 10, 11-18)
El modo en el que Cristo describe la propia caridad pastoral en el capítulo 10 de Evangelio de Juan es exactamente aquello que nos motiva a decir que la caridad no es un conjunto de gesto, sino una forma de vida y de fe.
Lejos de hacer un reglamento a los discípulos sobre qué significa cuidar de las ovejas, y no por esto la caridad de Cristo es menos concreto. Jesús se aleja del decálogo, de enunciar las leyes que se deberían ser seguidas, como se aleja de las leyes del Antiguo Testamento la nueva ley del Hijo Resucitado. Imitar su persona no significa realizar una serie de gestos, sino asumir una forma de vida, la forma del darse uno mismo, que es la misma forma del Padre que está en los cielos.
Que después este modo de vivir pueda derivar en miles de modos diferentes, es todavía más evidente que una lista de gestos que realizar. La “fantasía” del darse a uno mismo es inmensa, interminable, como lo es la fantasía misma del Padre, pero el centro es un modo particular de implicar la libertad de la persona en su relación con Dios: haciendo de manera que mi liberta se cumpla en la forma de la libertad del Padre y del Hijo crucificado y resucitado por los hermanos, por las ovejas.
En términos salesianos: mientras los reglamentos que don Bosco compone para instruir a sus hijos a ser también ellos buenos pastores de los más jóvenes, pueden ser decenas a lo largo de su vida y no agotan nunca la amplia gama de posibilidades del amor, la consagración de la libertad de don Bosco a la Providencia y a aquel Señor bien vestido del sueño de los nueve años es todo aquello que marca su vida, que no está hecha de humo y palabras vacías, sino de gestos y fatigas: de caridad pastoral. Amplia hasta donde la Providencia quiera, puede ser la variedad dentro de la Familia Salesiana, como amplia es la posibilidad de imitar la “amorevolezza” de don Bosco, pero el centro se mantiene el mismo para todos y por siempre la donación de uno mismo a los jóvenes a imitación, siempre igual y siempre nueva, del amor del Buen Pastor.
La caridad pastoral es por tanto la forma de vida de Dios, de la fe de Cristo en el Padre, de la libertad del Hijo que se da a los suyos para llevarlos a Dios y salvarles del pecado, para que así el Padre se había dado siempre a Él, inspirándole junto al Espíritu. Es la forma del actuar de Don Bosco hacia sus hijos, las raíces de su fantasía apostólica y de la vivacidad de sus días, pero sobre todo el centro de su ser y de su vivir: la plena conformación al Buen Pastor.
La caridad pastoral de don Bosco, que gracias al don del Espíritu es todavía hoy vida y santidad de la Iglesia y aún hoy no ha agotado las formas en que puede encarnarse y en que puede darse en la cruz por sus ovejas, es por tanto responsabilidad, respuesta profunda, íntima, espiritual y por esto evidente, externa, llena de acción y de alegría, a la íntima comunión con el Padre y el Hijo como a la Madre de los cielos, que como buena Maestra, lo ha conducido en los años de su vida, hasta la completa donación de sí mismo: “Una celebridad médica francesa en el año 80, visitándolo enfermo en Marsella, dice que el cuerpo de don Bosco era un traje usado, desgastado de noche y de día, y no susceptible de más remiendos y necesario recuperar para conservarlo como estaba” (Ceria, Don Bosco con Dios, capítulo VIII).
Caridad pastoral: un ejercicio de caridad consagrada
Debemos agradecer a don Bosco: es imposible hacer un elenco de las cosas que es necesario hacer para ser como él.
Quien intentase definir sólo con los gestos su modo de ser caridad pastoral, será siempre tachado de haber excluido alguna cosa. Demasiado numerosos son los oficios que ha aprendido, demasiadas las actividades iniciadas, demasiados los récord establecidos, demasiadas las cartas escritas, demasiada su fuerza física, demasiada su levadura moral, demasiados sus tiempos de oración, demasiados los volúmenes de las Memorias Biográficas para ser repetidos en la vida de una sola persona después de él.
Gracias don Bosco por habernos desanimado a imitarte en el hacer y animarnos a imitarte en la caridad, que tiene tanto que ver con el entregar una vida entera.
“A su tiempo todo lo comprenderás”: como sólo el Cristo en la cruz puede cumplir la voluntad del Padre e inspirar el Espíritu; como sólo el Resucitado puede dar la paz, como sólo desde la Pascua se pueden escribir los evangelios. A su tiempo: sólo desde la caridad pastoral cumplida, es decir desde el final de una vida gastada y dada en imaginar a Cristo crucificado, se comprende que el campo arado era el justo, que los frutos han llegado de verdad, que al final de la parra está el jardín sin espinas y que la Familia ahora puede expandirse desde Santiago a Pequín.
¿Podemos hoy, en nuestras formas de vida concretas, ser también nosotros el Buen Pastor de los jóvenes que se nos han confiado?
Ciertamente sí, diría don Bosco y de hecho no nos cansamos de contar vidas de personas a él cercanas en que él mismo ha visto la caridad concreta de Cristo hecha vida cotidiana. Y mismo don Bosco sabe que existe un centro en esta variedad de posibilidades. Para todos en la Iglesia es posible imitar a Cristo y por tanto para todos en la Familia Salesiana es posible imitar la caridad pastoral en la estela del carisma de don Bosco, pero también debe existir quien en el concreto del vivir la propia existencia cotidiana, imita y sigue lo más cerca posible en la forma concreta y en el destino final, la misma vida de Cristo buen Pastor.
Por esto el centro de la Familia Salesiana, no por méritos propios sino en la corresponsabilidad de una pluralidad de vocaciones, está la vida consagrada, para que no se pierda nunca la referencia al centro de todos que es la persona única de Cristo en la forma concreta en que él mismo ha vivido su existencia.
Si la caridad pastoral de don Bosco es imitación del don de sí mismo del Hijo, en obediencia al Padre en el estilo juvenil salesiano de nuestro carisma, es evidente para don Bosco mismo que esto puede ser tan extendido en la multiplicidad de sus formas, como enraizado en la única forma de Cristo en persona. He ahí porque a todos sus jóvenes propone la misma fórmula de santidad, pero a algunos se la propone en la forma de una vocación consagrada, para que el centro no se disperse en la multiplicidad y la multiplicidad no se olvide de ser único fruto de la caridad de Cristo.
La tarde del 26 de enero de 1854 se reunieron en la habitación de D. Bosco: el mismo D. Bosco, Rocchietti, Artiglia, Cagliero e Rua; y les propone de hacer con la ayuda del Señor y de S. Francisco de Sales una prueba de ejercicio práctico de la caridad hacia el prójimo, para llegar luego a una promesa; y ver, si será posible y conveniente de hacerla voto al Señor. De tal manera fue puesto el nombre de Salesianos a aquellos que se propusiesen y se propondrán tal ejercicio. (MB V,9).
Teniendo su fuente en la comunión misma del Hijo con el Padre en el Espíritu y teniendo su forma concreta en el modo en que tal comunión de amor se convierte en don de sí mismo por parte del Hijo encarnado, la caridad pastoral no puede ser más que ejercicio práctico de una libertad que se reconoce debida a un amor más grande, capaz de darse a sí mismo en las miles de ocasiones que toque hacerlo en la vida, pero en su forma principal, como un voto, es decir como una consagración total del propio ser a ser totalmente como Jesús y como don Bosco: don de uno mismo por los jóvenes.
Vivir la Espiritualidad Salesiana: Borgo Don Bosco la casa de acogida
Alessandro Iannini
Soy Salesiano Cooperador, psicólogo responsable del área de "Rimettere le ali" (dar nuevas alas) en el Borgo Ragazzi Don Bosco. El Borgo Ragazzi don Bosco abre en 1948 en el barrio de Centocelle en Roma para acoger a los sciuscià, los huérfanos de guerra que los salesianos como hizo don Bodco en Turín, recogían de la calle. Yo he crecido en el Borgo, he nacido en el barrio y he comenzado a frecuentar el oratorio. Después me convertí en animador y muy pronto en cooperador con Inés, mi novia por aquel entonces, también animadora. Yo tenía 24 años y ella apenas 20. En nuestro discernimiento guiado por un Salesiano que por entonces era nuestro acompañante espiritual sentíamos que queríamos crecer y vivir como pareja y como familia el salesianos por completo y queríamos dedicarnos sobre todo a los chicos con más dificultades. Por esto hemos empezado a colaborar con el centro de acogida para menores tutelados con penas alternativas a la cárcel, para lo que me licencié en psicología. Tras dos años nos casamos y nos fuimos con el VIS a realizar un voluntariado internacional. Nos enviaron a Albania con una comunidad educativo-pastoral formada por sdb, fma y voluntarios. Estuvimos allí dos años en los que hemos vivido las dificultades de la guerra civil pero también los milagros ocurridos por la aplicación del sistema preventivo que antes no tenían ni Dios ni guía. En el peligro nos sentíamos como "niños en brazos de su madre". Al regresar no teníamos ni idea que podríamos hacer, pero sabíamos que queríamos vivir con este espíritu. Estaba a punto de nacer el primero de nuestros 4 hijos. Hemos confiado y caminando se fue abriendo el camino.
Esta premisa es necesaria para aquello que ahora es mi trabajo en el Borgo y que nace de una experiencia de vida, nace de un envio misionero, nace de un sueño que Don Bosco ha puesto dentro de nuestro corazón. Al final de los años 90 la comunidad Salesiana del Borgo Ragazzi Don Bosco por mandato de la Inspectoría ha iniciado a repensar su presencia en el borgo intentado redescubrir la fidelidad al mandato original: ocuparse de los chicos más pobres con un estilo adaptado, como es obvio, a los tiempos. Con un grupo de sdb y laicos hemos estudiado y rezaso durante dos años al término de los cuales, con la intervención de la Providencia, hemos abierto una casa de acogida para adolescente con itinerarios de semi-autonomía, un movimiento de familias de confianza y solidarias, un centro de atención psicológica y, en 2008 también el centro de día que estaba en la estación Termini y en el cual ya actuaban un grupo de trabajadores expertos y con corazón salesiano que se ha mudado al Borgo.
Actualmente en el área que hemos llamado "Dar nuevas alas" acogemos cada año a más de 200 jóvenes en dificultado, trabajan cerca de 30 educadores y más de 100 voluntarios. Estas actividades específicas para la inclusión social están conectadas con el resto de la obra el oratorio que es el corazón y el centro de formación profesional.
Cada día experimentamos lo que dice San Pablo en la letra a los judíos recordando la experiencia de Abraham y Sara: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. (Heb 13,2). Se ha convertido en nuestro eslogan y contemplamos esta verdad acogiendo a los y las jóvenes y a tantos voluntarios y familias de acogida que se implican acogiendo en la intimidad de su casa a quién está en dificultad. ¡Nos hemos dado cuenta que Don Bosco y María Auxiliadora nos llevan también a jóvenes que ya los han conocido en sus países de origen! ¡Algún tiempo después de su acogida, hemos sabido que el chico era ya un hijo de Don Bosco!
En el Centro de Acogida iniciamos el día con todos los trabajadores leyendo el Evangelio del día y un texto extraído del libro indicado para el año formativo salesiano. Uno de nosotros, por turnos, lo comenta y luego confiamos a María y al Señor la jornada, los chavales y los proyectos y nos damos las tareas concretas. Cuantas veces hemos podido contemplar que todo lo vivido, experimentado, sufrido y realizado por Don Bosco puede estar ligado, con las proporciones debidas, con lo que vivimos hoy. Empezando por sus sueños, su entusiasmo y su firmeza en el hacer a toda costa el bien par alos jóvenes. A nosotros compete la tarea de ir al encuentro de los días sabiendo que el Señor se manifiesta en los hechos cotidianos. En la sala de los trabajadores hemos colgado el art. 19 de las constituciones salesianas: “El salesiano está llamado a tener el sentido de lo concreto, y presta atención a los signos de los tiempos, convencido de que el Señor también se manifiesta por medio de las situaciones urgentes del momento y de los lugares. De ahí su espíritu de iniciativa: En lo que se refiere al bien de la juventud en peligro o sirve para ganar almas para Dios, yo me lanzo hasta con temeridad”.
Me doy cada vez más cuenta que si don Bosco hubiese sido un gran educador pero no un hombre de, no un santo, no habría sido lo mismo. El encuentro cotidiano con personas que están a menudo en situaciones extremas me interroga como educador, psicólogo pero sobre todo como persona y creyente en Cristo Resucitado. Me interroga y me empuja a buscar las raíces de mi fe para poder dar razón de la esperanza hacia la cual intento conducir a aquel que se siente sin vía de salida. Pero sin la Fe y sin la Esperanza ¿como podría, me pregunto a menudo, creer en la posibilidad de que cada joven puede cambiar su propia vida? Cree que en cada joven - también en este que tengo delante de mi y que miró a los ojos y que las hace de todos los colores a pese de tantas intentos fallidos - ¿hay un punto accesible al bien? ¿Que en las mal llamadas manzanas podridas puede haber una buena semilla?
Don Bosco ha encontrado en la relación constante con Dios la fuerza, la razón, la motivación. A través de la relación con Dios y sintiéndome por El amado de un modo único es como descubro que el otro es mi hermano, es mi hermana y que vale la pena invertir cada día en amar a mi hermano y mi hermana de manera única y, encontrando al otro, encontrar a Dios. Estoy descubriendo que Don Bosco ha constituido una comunidad porque sólo en la relación comunitaria podemos celebrar el encuentro cotidiano con Dios.
Los chavales más difíciles constituyen un reto para nuestra fe, el límite a su acogida es nuestra capacidad de acogerles, una capacidad que vemos crecer en la medida en que nos confiamos a Aquel que ha amado a estos en primer lugar y que nos los ha confiado. Y nuestros chavales se convierten así en nuestros maestros porque en sus ojos podemos entrever la mirada de Dios. A través de ellos le encontramos también a El. En sus sueños entrevemos el proyecto de Dios para ellos. Caminando con ellos somos constantemente estimulados a incrementar nuestra capacidad de amar, de crecer en la Fe y en la Caridad
No tenemos ninguna experiencia con las ovejas y los pastores pero meditando sobre los proyectos educativos personalizados de nuestros chavales en la casa de acogida en el buscar e investigar estrategias para ayudarles descubrimos el amor personalizado de Jesús Buen Pastor y la grandeza de Don Bosco que lo ha elegido como icono para sus salesianos llamados a amar a cada uno como lo ama el mismo Dios.
El reto es por tanto pasar de la acogida incondicional y del amor demostrado que le llega a los jóvenes como interés a su persona y su histora, a la preparación al encuentro con Dios. También en esto D. Bosco ha sido un maestro: nos damos cuenta – también en la raíz de los últimos aguinaldos del Rector Mayor – por la que vale la pena arriesgarse.
Los chavales escuchan rezar por ellos a la mañana, les hablamos de Dios y nos interesamos por su dimensión religiosa durante la fase de acogida con naturalidad como nos interesamos por otros aspectos de su historia. Les invitamos a vivir las fiestas salesianas, a mandar un sms a Don Bosco, a preguntarse en los grupos sobre la fe y estas pequeñas semillas preparan el terreno. Es el Espíritu el que luego les sugiere el camino, tanto a ellos como a nosotros. A veces es necesario esperar y aprovechar las ocasiones oportunas para pasar del testimonio al anuncio.
Se viven juntos los retiros espirituales implicando también a los chavales, se les invita a comprender que educamos tanto con nuestras palabras como con nuestras acciones, pero sobre todo educamos en aquello que somos, con los valores que tenemos dentro y que transpiran o no transpiran independientemente de lo que hacemos. Y estando con los jóvenes, estando simple y pacientemente, podemos aprovechar las ocasiones que se presentan para llegar a su corazón.
Somos cada vez más conscientes que a través de Don Bosco y sus hijos la Providencia ha cumplido milagro sobre milagro y hoy nos toca a nosotros, en lo pequeño, continuar con el mismo planteamiento y la misma Fe: los jóvenes y las familias no son nuestras, las obras no son nuestras sino que nosotros somos instrumentos, a través de la aportación cotidiana de cada uno, el carisma de Don Bosco y las Memorias del Oratorio continuarán...Otros capítulos, otros volúmenes, los mismos Protagonistas: ¡la Providencia, María Auxiliadora, Don Bosco...los jóvenes!
Il carisma salesiano testimoniato con i social network
Gaia Lauri
Mi è stato chiesto di raccontarvi come vivo e testimonio il carisma salesiano nel cortile dei social network e vi racconterò la mia esperienza in quest’ambito. Prima di tutto però ci tengo a fare una precisazione che a molti potrà sembrare scontata ma che ritengo comunque necessaria: il cortile con la C maiuscola, tanto caro a don Bosco, è in primis il cortile delle relazioni faccia a faccia, della parola sussurrata all’orecchio, del gioco e della confidenza; non potrei mai pensare di tenere come unico spazio di testimonianza quello del social network. Il mondo dei social network per me non è una seconda vita, né tantomeno uno spazio da demonizzare, ma un posto che abito e che mi permette di portare la mia testimonianza un po’ più in là rispetto al mio oratorio o la mia città. Chiaramente è sempre bene tenere alta l’attenzione sui possibili rischi di questo cortile digitale: il troppo tempo che vi si dedica, l’enorme quantità di materiale inutile e spesso rischioso, i pericoli che ognuno di noi (anche nella vita quotidiana) si trova a dover combattere. I social network sono per noi uno strumento per essere in qualche modo più vicini ai giovani e per portare la nostra testimonianza, ma questo ovviamente non deve avere la priorità sulla relazione costruita faccia a faccia e non deve abbassare la guardia rispetto alle trappole presenti.
Come si fa a essere più vicini ai giovani attraverso i social network? Dando loro importanza, stando attenti a quello che pubblicano, leggendo ciò che scrivono ai loro amici, guardando le foto che postano. In questo senso io credo che, per gli animatori e per chi si prende cura dei giovani, facebook sia importante perché da una frase che loro scrivono, da un link che pubblicano, dal loro modo di utilizzarlo, posso cogliere quel “pezzetto” che mi manca e che magari nella realtà di tutti i giorni il ragazzo non mi mostra, posso capire che quel ragazzo deve essere aiutato a vivere quell’aspetto in modo diverso, posso soprattutto rilanciare la relazione che ho con lui fuori.
L’anno scorso ho lavorato per una cooperativa sociale in un progetto sul protagonismo giovanile e ho girato diverse scuole superiori della provincia di Venezia: molti ragazzi, finiti gli incontri a scuola, mi chiedevano l’amicizia su facebook ed io stessa l’ho chiesta a loro. Questo mi ha permesso di vedere uno spaccato di popolazione giovanile molto diversa da quella che io incontro in oratorio e dai miei ragazzi del gruppo. In particolare ho avuto a che fare con un gruppetto di ragazzi di Portogruaro che ho continuato a seguire per questo progetto incontrandoli solo ogni due settimane per due ore scarse. Facebook mi ha fatto cogliere alcuni aspetti molto seri e preoccupanti della vita di questi ragazzi, mi ha fatto vedere che quei ragazzi stavano rischiando molto con il loro stile di vita e i loro divertimenti: alcool, feste, addirittura problemi con la polizia locale… Le foto in cui venivano “taggati” mi hanno permesso di capire aspetti di loro che non avrei mai potuto cogliere vedendoli solo ogni due settimane: questo è stato il lancio di un vero e proprio lavoro di educazione attorno a queste problematiche.
Mi è capitato diverse volte da quando faccio animazione con i ragazzi delle superiori, di agganciare la relazione con qualcuno di loro partendo da qualcosa che avevano pubblicato che può essere il video di una canzone, il link a un telefilm. La frase di don Bosco “amate ciò che amano i giovani” cade a pennello in questi casi. I ragazzi sono affamati di conferme da parte dei grandi e dei loro coetanei: dare importanza a ciò che pubblicano è rispondere, ovviamente in parte, a questa fame. L’obiettivo è quello di trovare una piccola chiave che possa aprire la relazione. Ovviamente poi la relazione deve essere costruita di persona, ma l’elemento condiviso sul web può essere il punto di partenza.
Io principalmente utilizzo facebook e twitter e spesso mi capita di pensare “Chi guarda il mio account, le mie pagine, cosa capisce di me? O meglio, riesce davvero a capire me? Coglie un’immagine autentica e reale? Questo problema dell’autenticità è fondamentale: mi piace pensare che una persona che guarda il mio profilo, abbia un’idea chiara di ciò che sono, delle cose per cui mi impegno, dei miei valori, del mio stile di vita; questo non per presunzione ma per trasmettere che vivendo queste cose, vivendo gli impegni in oratorio, scegliendo degli studi volti al sociale, io sono felice e sono nella gioia. Se ciò che ci contraddistingue come cristiani e soprattutto come salesiani è la gioia autentica e non la semplice allegria del momento, allora è bene che venga trasmessa anche con questi strumenti attraverso cose concrete. Sono fermamente convinta che il web non sia uno spazio astratto da demonizzare e che anche questo può essere spazio di apostolato. Il web è il luogo dove io, se scelgo la strada della vera autenticità e della testimonianza, posso far sentire la mia voce e posso, magari anche con qualche provocazione intelligente, lanciare il dibattito che però, ritengo, è sempre meglio affrontare poi di persona.
Riuscire a portare la propria testimonianza di vita cristiana nello spazio dei social network è una sfida grande: anche in questo spazio infatti la fede cristiana e la Chiesa sono sotto attacco da link, video e pensieri spesso determinati dai falsi pregiudizi in cui purtroppo siamo immersi. Purtroppo, data la velocità delle informazioni e dei tempi di condivisione, questi pregiudizi nello spazio digitale dilagano in modo spaventoso. Io vorrei solo riuscire, nel mio piccolo, a poter dire: c’è dell’altro, c’è un modo diverso di vedere le cose, c’è una pienezza che bisogna scovare. Esempio: qualche mese fa ho pubblicato le foto del matrimonio di due miei carissimi amici dell’oratorio scrivendo che i loro sorrisi erano l’espressione della felicità data dalla fede con cui hanno vissuto il loro fidanzamento e il loro matrimonio. La loro scelta di vivere in modo cristiano il loro fidanzamento ha suscitato in molti i soliti pregiudizi; eppure nel giorno del loro matrimonio tutti hanno riconosciuto che la loro felicità era data da un vivere questo sacramento e questo tempo fidandosi e lasciandosi accompagnare dal Signore e dalla comunità parrocchiale. In questo senso dico che i social network mi aiutano a mostrare che una vita di fede e di servizio è una vita felice e mi aiutano a provocare, in senso positivo, quanti restano attaccati alle idee comuni che circolano nella società di oggi. Testimonianza è anche riuscire ad andare oltre la paura di pubblicare cose non politicamente corrette, contro corrente, ritenute troppo esplicite o troppo cristiane.
Come concretamente testimonio io la mia appartenenza al carisma salesiano? Facendo cose che moltissimi già fanno: pubblico articoli impegnati, inserisco canzoni con testi che fanno riflettere, scrivo delle frasi di libri che cercano di andare in profondità, mi connetto e condivido status di chi dona la sua vita per i giovani e i poveri, suggerisco link di organizzazioni che lavorano nelle missioni, trasmetto i video delle varie iniziative di massa dell’MGS Triveneto, pubblico le mail che ci invia un carissimo salesiano dall’Etiopia, esprimo la mia vicinanza e appoggio al Papa. Poi non nascondo che anche a me, ogni tanto, scappa lo status di improperi contro l’organizzazione della mia università o contro la classe politica; a volte anche io scrivo status banalissimi sulla mia giornata o su quello che mi è successo. Per questo dico che nulla ho di diverso da molti altri che utilizzano i social network come me. Quel che ritengo importante però è riuscire, nel mio piccolo, a portare un po’ di serietà unita alla gioia di fondo che deve, a mio avviso, caratterizzare un cristiano, una animatrice salesiana.
Chissà che magari dalla foto di un ritiro con il gruppo delle superiori, piuttosto che da un articolo impegnato, non nasca in qualcuno il desiderio di farsi delle domande che vadano oltre il senso comune. Metto a disposizione del Signore la mia presenza sul web, affinchè da qualche piccolo semino gettato, in qualcuno possa nascere la curiosità di incontrarLo.
VIVIR LA ESPIRITUALIDAD SALESIANA
( AL RIONE AMICIZIA- NAPOLI)
Sor Marta Drai
En este último año de preparación al bicentenario del nacimiento de Don Bosco, reflexionamos sobre su espiritualidad y sobre cómo vivirla hoy en las distintas realidades. Es por este motivo que he sido llamada a compartir con ustedes la experiencia de los catorce años vividos con la comunidad de las Salesianas Oblatas del Sagrado Corazón en Nápoles.
Desde el 1999 trabajamos al interno de la parroquia-oratorio “San Juan Bosco” encomendada a los salesianos, ofreciendo nuestra colaboración en la pastoral parroquial, en la catequesis y en el oratorio, y por tantos años he enseñando religión en la en la escuela media del barrio y luego también en otras zonas aún más problemáticas. La obra está situada en un barrio popular de Nápoles, caracterizado por la presencia de numerosas familias jóvenes y muchos niños.
Espiritualidad salesiana: encarnada en un ambiente
La inserción en el ambiente ha sido gradual y constante en el tiempo, permitiendo el paso de la sorpresa y la curiosidad, que caracterizaba los encuentros cuando se abrió la obra, al compartir sinceramente la realidad que vivimos hoy. Todavía recuerdo el encuentro con un jovencito de dieciséis años, que luego de habernos observado durante una semana, nos interrogó sobre el por qué de nuestra presencia allí y sobre si no hubiera sido más conveniente para nosotras estar en otro lugar, porque allí, con ellos, no había nada que valiera la pena. En aquel joven era necesario despertar la esperanza… su visión de la vida era de hecho, sustancialmente “realista”.
De hecho, en el ambiente hay graves inconvenientes sociales relacionados con la falta de empleos, que en la mayor parte de los casos se trata de trabajos ilegales, sin garantías y con horarios muy duros; las oportunidades de empleo se obtienen, en la mayoría de los casos, solo dejando la propia ciudad y esto provoca un desperdicio una hemorragia de las mejores energías. La precariedad influye también en las relaciones familiares, caracterizadas frecuentemente por la inestabilidad afectiva de la pareja, por una paternidad[1] precoz, aún no madura y por grandes dificultades educativas de los padres para con los hijos. Entonces no es ninguna sorpresa que la deserción escolar sea alta y que la escuela se perciba como un ambiente que obliga y que no emancipa, aunque hayan jóvenes que sobresalen por esfuerzo y decisión logrando diplomarse y algunos a graduarse. El contexto social en algunos casos desemboca en desviaciones justo cuando algunos se dejan convencer por los halagos del dinero fácil.
Un “ Da mihi animas”: vivido en el cuotidiano
Pienso que estos años vivido en el Rione Amicizia hemos hecho una fuerte experiencia de espiritualidad salesiana vivida en el cuotidiano. El intenso trabajo apostólico ha sido expresión de la caridad pastoral de Don Bosco, vivida en la tonalidad especifica que nos dio nuestro fundador, el obispo salesiano Mons. Giuseppe Cognata. He aquí que el “ Da mihi animas” se pintó con la tonalidad del Ev de Juan “Recojan los pedazos que sobraron, para que no se desperdicie nada” (Cfr. Jn 6, 12) acogiendo a los pequeños y a los pobres, haciéndonos compañeras de camino, silenciosa y discreta presencia para las madres jóvenes y para los niños más pequeños, con una actitud de humildad simplicidad y familiaridad.
El “ Da mihi animas”, vivificado con el lema paulino “ Caritas Christi urget nos” “el amor de Cristo nos apremia” (2Cor 5, 14) que inspira las salesianas Oblatas, se convirtió en encuentro cuotidiano con tantos rostros y con tantas historias che me han revelado el rostro de Cristo que me anima a amarles con corazón abierto, a indicar metas educativas con valentía y firmeza, a compartir alegría y sufrimiento, a trabajar con incansable entusiasmo y firme esperanza.
He aquí que estos años de misión en el Rione Amicizia se han convertido en un verdadero gimnasio de santidad y de encuentro con el Dios amante de la vida, que se ofrece a sí mismo en oblación, porque Él es el Buen Pastor. La actividad apostólica ha sido caracterizada por el esfuerzo en el establecer relaciones humanas positivas, el acercamiento a las familias por medio de la acogida de los niños, también a los más pequeños, por crear en el barrio una red de simpatía en el ambiente parroquial-oratoriano a través de una presencia alentadora y capaz de dar apoyo.
Es por medio de estos modos apostólicos sencillos que día tras día hemos tratado de anunciar la presencia de Jesús que cuida de su pueblo y que se hace cercano a todos ofreciendo su vida como un regalo de amor. La labor apostólica ha sido un esfuerzo cuotidiano por encarnar la petición evangélica “ Venga tu Reino” según la política del Padre Nuestro querida por Don Bosco; y este esfuerzo para hacer crecer en el corazón de los jóvenes y de las familias el Reino de Dios, favoreciendo el crecimiento a nivel humano y religioso, es el lugar donde he encontrado a Cristo, a veces de manera clara y evidente, otras veces en el sufrimiento, como la semilla sembrada que muere para que la vida pueda germinar.
… vivificado de la esperanza…
Vivir el “ Da mihi Animas” en este ambiente significa disfrutar de los pequeños resultados sin desanimarse por los fracasos, con una mirada de confianza en valores humanos y en la gracia de Dios con un trabajo humilde, paciente y silencioso; significa compartir las alegrías y las ansias de los jóvenes y de las familias, continuando la siembra sin nunca rendirse.
Los años que he pasado en el Rione Amicizia han sido los años en los que la espiritualidad salesiana ha sido vivida fuertemente con el sello de la esperanza: esperar y continuar luchando para sembrar valores cristianos aun en situaciones que en verdad son difíciles. La esperanza y la confianza en las capacidades interiores de los jóvenes nos han permitido continuar porque si alguno ha elegido caminos efímeros pagando con la propia vida, un buen numero son aquellos que no obstante situaciones objetivas de fragilidad, han crecido, se han preparado para un empleo y participan activamente en la vida oratoriana dando lo que han recibido.
… testimoniado en la comunión…
Puedo entonces afirmar que en este ambiente ha sido posible hacer una experiencia de la espiritualidad que nos ha sido transmitida por Don Bosco y deseo concluir haciendo notar un aspecto, que no pienso que sea secundario, al contrario, fundamento de una verdadera experiencia espiritual: la comunión en la misión.
Toda la labor apostólica realizada en el Rione Amicizia, de hecho, ha sido caracterizado por una profunda experiencia de comunión. La comunión de base ha sido la de la comunidad de las Oblatas que constituye un punto de apoyo para la misión; los muchachos y más aun las familias, han percibido la unidad como un signo y una gracia de la bondad y de la belleza de una vida armonizada por la presencia de Dios. Del mismo modo ha sido significativa la experiencia de comunión al interno de la Familia Salesiana. Desde siempre, la comunidad de las salesianas oblatas ha trabajado en sinergia con los demás grupos presentes en el territorio: salesianos (sdb), salesianos cooperadores, voluntarias de Don Bosco, voluntarios con Don Bosco para ofrecer en la parroquia-oratorio un ambiente educativo estable y de apoyo para los muchachos y las familias. La comunión en el vivir la misión salesiana ha sido pues una verdadera experiencia de espiritualidad compartida.
Vivir la espiritualidad salesiana como Oblata al Rione Amicizia, es alimentar en el corazón la esperanza, que para este territorio, tan maltratado en su tierra y en sus habitantes, existe la posibilidad de redención; hay que entregarse con constancia y con pasión para hacer florecer en el corazón de tantos niños y familias jóvenes el deseo de comportarse y ser mejores, de abrir y ampliar los horizontes de la propia experiencia personal y cultural, de descubrir que se puede soñar un futuro diferente y mejor.
Relazione per le Giornate di Spiritualità della Famiglia Salesiana Gennaio 2014
Don Valerio Baresi, sdb
Tenemos en la mente y en el corazón el Aguinaldo de este nuevo año: «Da mihi animas, cetera tolle». Attingiamo all’esperienza spirituale di Don Bosco, per camminare nella santità secondo la nostra specifica vocazione “La gloria di Dio e la salvezza delle anime”.
¡La síntesis de mi testimonio está precisamente en las palabras “gloria de Dio” y “santidad”! El objetivo general del proyecto misionero Sagrado Corazón es “dar vida” a una comunidad eclesial desde un fuerte carácter juvenil, que viva en plenitud la propia misión educativa y evangelizadora, compartiendo, con las pobrezas que nos atrapan, una experienza de Resurrección.
Deseamos caminar en la santidad como cristianos/consagrados/salesianos y hacer vivir a los jóvenes que alcanzamos, una gradual pero intensa experiencia de Resurreción y de Iglesia, para vivir una alta medida de vida cristiana, santa. ¡Buenos Cristianos, Honrados ciudadanos, habitantes del Cielo!
De manera particular nuestros destinatarios principales son jóvenes entre 16 y 30 años, italianos e inmigrantes, y entre estos, de modo especial los refugiados. Deseamos fervientemente que todos, ¡todos encuentren a Jesús!
El 1 de Septiembre de 2008 surge la Circunscripción ICC (Italia Centro). Viviendo en el S. Cuore, en el mismo centro de Roma, al lado de la Estación Termini, nos damos cuenta que nuestra obra ocupa el espacio más “central” de la Capital. Sentimos que Don Bosco había intuido providencialmente que aquí debía latir el “corazón” de nuestra Inspectoría, en plena sintonía con el Corazón misericordioso de Jesús. Y también al inicio, no sabíamos qué hacer. La Basílica, recientemente restaurada, aparece sin embargo vacía de jóvenes, aunque en el pasado, a centenares habían ocupado todos los espacios de la Obra: centenares los artesanos en tiempos de Don Rua; miles los jóvenes acogidos y acompañados en los años sucesivos a través de la Escuela, el Oratorio, el Centro de Menores...
Pero la elección de trasladar la escuela al Pio XI y el Centro de Menores al Borgo Ragazzi Don Bosco; de dirigir a los jóvenes al resto de Oratorios salesianos de Roma, cerrando el del S. Cuore y las obras de construcción para la restauración de la Basílica, dejan en Casa solo huéspedes, congresistas y gente de paso. Lo que más salta a la vista, son los “trolleys” de los huéspedes y los vehículos aparcados en el patio.
Tenemos el gran deseo de repoblar el S. Cuore de jóvenes: ¡como quiere Don Bosco!
En los últimos meses de 2008 tocarona nuestra puerta tres Misioneras de Cristo Resucitado; un pequeño Instituto, surgido en el ámbito de la Espiritualidad Salesiana, en América Latina. Presentes ya en Roma desde hace más de 10 años, buscan un lugar que les permita trabajar más directamente con los jóvenes.
Gracias a un encuentro, que se ha revelado providencial, entre uno de los Superiores de los Salesianos y sy Coordinadora General, fueron dirigidas al S. Cuore. Hablando cone llas, nos dimos cuenta que teníamos los mismos ideales: Jesús en el centro de nuestra vida, evangelizar jóvenes, sobre todo los más pobres, llegando a ellos en su realidad y restituyendo la estima y la dignidad perdidas, difundir la alegría.
Comenzamos a rezar juntos y preguntarnos qué nos estaba pidiendo el Señor.
Pocos días después, se une una joven familia con tres hijos pequeños: expresa la misma búsqueda de espiritualidad juvenil, de fraternidad y de compartir, de poner en valor la vocación matrimonial y la familia, ofrecida a la Iglesia y al mundo en el servicio gratuito. Proviene de la experiencia, no lejana en el tiempo, de Don Alfano, en el mismo Centro de Menores de S.Cuore. Sentimos que el Señor nos está pidiendo algo especial, en el unir en una única experiencia de Iglesia: vida consagrada masculina y femenina, familias y jóvenes, en el espíritu de Don Bosco.
Arreglados de manera digna pero simple los locales del último piso a la derecha del ábside de la Basílica (en el lugar exacto donde estaba el Centro de Menores) en el día de Pascua de 2009 acogimos con alegría a las Misioneras de Cristo Resucitada en “su casa”, dentro de nuestra Obra.
Tras un año de intensa oración y de reunión semanal (¡reazar juntos y pensar juntos!) sobre la situación de pobreza de tantos jóvenes Refugiados; sobre la búsqueda de sentido de tantos jóvenes universitarios en Roma; sobre posibles objetivos de nuestra presencia en el S. Cuore, impulsados por la apremiante invitación del Rector Mayor de hacer evidente nuestro Carisma Salesiano, y de no repetir planteamientos por descontado, sino de atrevernos a nuevas experiencias, atentos a las exigencias de los jóvenes y sensibles a la nueva evangelización, comenzamos a escribir el texto del Proyecto Misionero S. Cuore.
Mientras nuestra casa comienza a ser habitada por diversos jóvenes que son atraídos por el servicio a los pobres (en aquel período se preparaba la cena cada sábado para los pobres sin hogar en la Estación Tiburtina; continuaba el voluntariado de los universitarios en el Policlínico Umberto I; se iniciaban a organizar actividades de servicio a los refugiados como la escuela de italiano, y a organizarse espacios de reunión como excursiones que quería ser espacios de encuentro entre jóvenes italianos y jóvenes refugiados en un enriquecimiento mutuo e intercambio entre coetáneos de diversos países) y de la oración constante: cada jueves de las 20:30 a las 22:00 cita en el coro de la Basícila para la Adoración Eucarística precedida de la Lectio sobre el Evangelio Dominical). Algún retiro espiritual permite implicar profundamente a diversos jóvenes, en caminos formativos cada vez más sistemáticos.
Además algunas iniciativas implican de vez en cuanto a muchos jóvenes, inicialmente alejados de los itinerarios de fe: la escuela de Español, las veladas de fratenridad, la fiesta de las matrículas, la peregrinación de los Universitarios a Asís, la implicación en las iniciativas regionales del Movimiento Juvenil Salesiano...
Empezamos a estructuros los itinerarios formativos.
Primer paso: “Los encuentros con Jesús”, nueve encuentros semanales de iniciación cristiana (el amor de Dios Padre, el Señorío de Jesús, la Palabra de Dios, los Sacramentos, la oración…) y un retiro de tres días al final.
El itinerario continua con encuentros semanales, donde se profundiza sobre la dimensión cristiana como Hijos de Dios, Díscipulos y Apóstoles. Más allá del compromiso de cuidar de manera eficaz los contenidos a anunciar, emerge nuestro deseo y el de los jóvenes de estar siempre unidos SDB y MCR. Nos damos cuenta que la vida consagrada masculina y femenina, la presencia de familias y jóvenes, expresa una verdadera y bella experiencia de Iglesia.
Puedo afirmar que el aspecto que ha permitido generar más frutos es sin duda la comunión. Una elección que no nos consiente tener tarde slibre: estamos prácticamente siempre presentes “juntos” en todas las tareas. Esto permite experimentar el sentido más profundo de nuestro ser Comunidad Educativo-Pastoral, verdadera Iglesia.
Hoy tenemos cada cuatrimestre nuevos “Encuentros con Jesús” con una veintena de jóvenes que provienen de diversas zonas de la ciudad; tenemos una Comunidad Juvenil articulada en tres grupos divididos por edades: 20-25; 26-30; más de 30 que se encuentran semanalmente.
Cada jueves desde las 20:30 a las 22:00 vivimos la lectio y la Adoración eucarística; ofrecemos itinerarios formativos de educación en el amor, “Creados para amar”, para solteros y novios que no han fijado la fecha de Matrimonio; existe un itinerario de formación para profundizar sobre la Doctrina Social de la Iglesia; implicamos e nel servicio a los refugiados a muchos jóvenes que no sólo entregan tiempo y energías, sino que se dan cuenta que reciben mucho de sus coetáneos que han tenido que huir de la violencia, las guerras, torturas, injusticias, afrontando experiencias inauditas para buscar la vida; permitimos que otros jóvenes se acerquen a personas sin hogar descubriendo en la caridad (“El Banco de los talentos”cena en la Estación Termini todos los Viernes y “Plaza Grande” tarde de fraternidad en el Oratorio todos los Jueves) la posibilidad de afirmar la estupenda dignidad de cada persona humana, reconocida hija de Dios y deseosa de ser comprendida en toda su dignida dentro de nuestra casa. Existe también un buen grupo de jóvenes que dos veces a la semana va al Policlinico ‘Umberto I’ a visitar enfermos. Algunos jóvenes son Catequistas, otros Animadores en el Oratorio. Con los jóvenes llegamos ‘puerta a puerta’ a las familias de la Parroquia, con un regalo navideño y la Bendición de las casas.
No faltan los momentos de fraternidad/reunión y de fiesta: cenas, excursiones, domingos pasados juntos en la montaña o en un parque de Roma, cineforum, torneos deportivos, fiestas con toda la Comunidad Parroquial, veladas étnicas...donde la alegría de reconocernos hermanos más allá de cada cultura, del color de la piel, del idioma, los recursos económicos, hace saborear la belleza de la vida y nos abre al reconocimiento mutuo.
Hemos acogido como bendición y confirmación del camino realizado, ya sea los itinerario de fe de algunos hermanos (musulmanes, budistas, ateos...) que han pedido el Bautismo o la entrada en la plena comunión de la Iglesia Católica (coptos, ortodoxos, evangélicos). Pero también las vocaciones han florecido en la Comunidad (2 SDB, 1 FMA, 1 Postulante MCR, 1 Postulante Clarisa, 1 Religiosa de la Immaculada, 1 dominico, 1 seminarista, 6 Jóvenes Salesianos Cooperadores, varias parejas de novios surgidas en el seno de la Comunidad juvenil y abiertas al servicio a los pobres y a la misión).
Algunos de estos jóvenes han pedido formar parte de una comunidad de vida, es decir vivir nuestra “casa” como propia, compartiendo con los religiosos (SDB y MCR) la oración cotidiana y la responsabilidad de la misión, d manera adecuada a su estado de vida y a sus compromisos diarios. En este opción están ocho (cinco chicas y tres chicos). Su vida en casa está acompañada de un/una asistente espiritual que los acompaña en esta experiencia para una síntesis fecunda entre fe, vida y cultura, que favorezca algunos momentos significativos de fraternidad y compartir entre jóvenes y religiosos.
Y es precisamente este “estar juntos” con los jóvenes el que nos ha parecido el más significativo y potente del carisma salesiano. Todas las veces que somos capaces de “vivir juntos” con los jóvenes (retiros, campos formativos, convivencias...) nos damos cuenta de cuan efizar es la acción educativa. Por esto hemos intentado intensamente ofrecer a los jóvenes, esta oportunidad, para degustar la fascinación de la vida en comunión que ponga en el centro a Jesús. La alegría grande de estos días es la espera del Papa Francisco en nuestra casa: el Domingo 19 de Enero viene a compartir con nosotros la tarde. Encuentro con los pobres sin hogar, con los Refugiados, con los Voluntarios que los acompañan, con las familias, con los chavales del Oratorio, con los enfermos y discapacitados y la gente de la Parroquia. Pero se encontrará sobre todo los jóvenes que en el “Sacro Cuorte” han encontrado una “casa” que acoge y ofrece la posibilidad de vivir una experiencia significativa de Resurrección, de modo que les lanza a la vida como verdaderos discípulos de Jesús y misioneros del Evangelio. ¡Y lo que es ahora una Alegría!