“ESTÉ CERCA O ESTÉ LEJOS, YO SIEMPRE PIENSO EN VOSOTROS”
1. Un canto de alabanza – 2. Los primeros meses de trabajo en el Consejo General – 3. La actividad de orientación doctrinal – 4. Visitas a las Inspectorías– 4.1 En Italia – 4.2 En Francia – 4.3 En Polonia – 4.4 En Argentina – 4.5 En Filipinas y en Thailandia – Los motivos del viaje – La visita a las Filipinas – La visita a Thailandia – 5. Conclusión
ACG 381
Roma, 25 de marzo de 2003
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Queridísimos hermanos:
“Esté cerca o esté lejos, yo siempre pienso
en vosotros”[1] .
Comienzo esta carta haciendo mías las palabras de nuestro amado padre
Don Bosco, ante todo porque comparto con él los mismos sentimientos
respecto de vosotros y, además, porque esta carta tiene una naturaleza
particular. Como veréis, es menos doctrinal y más familiar. De hecho,
habla de la vida de la Congregación, tal como la estoy encontrando en
las visitas a las Inspectorías, y propone algunas reflexiones que nacen
de las provocaciones de la realidad y de sus desafíos.
Con
esto quiero también satisfacer una demanda del CG25 que, hablando de
las Cartas circulares del Rector Mayor, decía: “Para poderlas valorizar
mejor en las distintas comunidades, se sugiere que sean escritas en un
lenguaje sencillo y discursivo, y que se alternen las más ricas de
contenido sobre temas de mayor compromiso, con otras familiares e
informales sobre la vida de la Congregación” (CG25, 101). Trataré de
ser fiel a esta demanda, con el fin de ayudar a desarrollar el sentido
de Congregación y de estimular a reflexionar sobre el carisma, dos
cosas indispensables para asegurar la unidad en la diversidad, uno de
los deberes más preciosas que yo debo atender. Así la comunicación del
Rector Mayor se pondrá al servicio de la animación y del gobierno,
partiendo de lo que se ha hecho o se está haciendo en la Congregación y
de sus necesidades y de sus desafíos.
Después de la Carta sobre la santidad, que ha sido acogida como un
texto programático y ha suscitado en muchos hermanos y comunidades el
deseo de trabajar más seriamente por esta nuestra vocación fundamental,
hemos publicado el “Proyecto de animación y de gobierno del Rector
Mayor y de su Consejo para el sexenio 2002-2008”. Todos los Consejeros
lo están presentándo en las diversas Inspectorías, tratando de ponerlas
en sintonía con las grandes líneas prioritarias. Ha llegado, pues, el
momento de compartir con vosotros mis impresiones y evaluaciones de
este primer año de rectorado. He hablado de ello, después de mis
viajes, en las “Buenas Noches” de la Casa Generalicia y en el encuentro
con los hermanos de la Visitaduría de la UPS los primeros días de
diciembre de 2002; pero pienso que vale la pena presentar, en forma más
sistemática, estos contenidos y hacer que los conozca toda la
Congregación.
1. Un canto de alabanza
El primer pensamiento que siento el deber
de manifestar es el de dar gracias al Señor, desde el fondo del corazón,
por el crecimiento del carisma de Don Bosco al servicio de los jóvenes
en los contextos más diversos y en las condiciones más variadas. Efectivamente,
nos encontramos en contextos de elevado bienestar, de sociedades desarrolladas,
de tecnología avanzada; y en otros, por el contrario, de extrema pobreza,
de subdesarrollo, de técnica retrasada; contextos de democracias consolidadas,
donde se puede prácticamente hacer todo en el campo de la misión, y
otros de regímenes totalitarios donde se hace lo que se puede; contextos
de poblaciones de mayoría cristiana y católica, y otros donde el número
de católicos no llega ni al uno por ciento, pero donde nuestro trabajo
educativo es muy significativo desde el punto de vista cultural, a semejanza
de la levadura capaz de fermentar la cultura del país. Presencias de
rica tradición salesiana y otras en las que se siente una cierta distancia
de los orígenes de la Congregación.
Esta
acción de gracias se extiende luego a los hermanos misioneros, los de
la primera hora mandados por Don Bosco y los de la segunda, tercera o
cuarta hora, mandados por sus Sucesores. Todos ellos han realizado y
siguen realizando una tarea imprescindible, es decir, la implantación
del carisma salesiano, que es esencialmente educativo pastoral a favor
de los jóvenes, especialmente los más pobres, abandonados y en
situaciones de peligro psicosocial. Desde este punto de vista, es
preciso recordar que somos herederos y transmisores de un carisma, de
un espíritu, de una espiritualidad, de una misión, y no simplemente
obreros diocesanos o trabajadores sociales, aunque estemos muy
comprometidos en el campo de la construcción de la Iglesia local y de
la promoción humana. Semejante afirmación no significa que nosotros,
Salesianos, seamos un grupo cerrado. ¡Jamás! Como religiosos, somos
hombres de la Iglesia; como apóstoles, estamos profundamente insertos
en la historia humana. Sin embargo, nuestro tipo de presencia está
orientado a aportar a la Iglesia y a la sociedad el don específico
heredado de Don Bosco. Los criterios de evaluación de un buen éxito del
carisma son el aumento del número de presencias, donde es posible,
fruto del dinamismo interior que lleva a esparcirnos, el crecimiento
cualitativo y cuantitativo de las vocaciones, el desarrollo de la
Familia Salesiana, la importancia evangélica y eclesial, la vida de
santidad. Esto se puede comprobar, gracias a Dios, acá y allá. Los
misioneros y el espíritu de misión son, pues, dos elementos necesarios
del carisma que deben cuidarse y promoverse en cada una de las
Inspectorías.
Mi
agradecimiento va, naturalmente, a todos vosotros, queridos hermanos,
por el don de vuestra vida al Señor en la casa y en la escuela de Don
Bosco. La riqueza más grande de la Congregación no son las estructuras,
por grandes y deslumbrantes que puedan ser o parecer, sino sus
miembros. Es importante que impliquemos a otros colaboradores en la
gestión de nuestras obras, que hagamos crecer la Familia Salesiana, que
busquemos a personas cada vez más identificadas con nuestra propuesta
educativo pastoral; sin embargo, el bien más precioso que posee la
Congregación es la vida de cada hermano, tanto el que tiene cargos de
animación o gobierno, como el que trabaja en servicios poco llamativos;
tanto el que es joven y lleno de energías, como el que es anciano y
acaso esté enfermo. Debemos estar muy agradecidos a todos los hermanos.
Sin ellos, la Congregación podrá tener muchos amigos de Don Bosco, pero
no Salesianos. Este dato nos hace pensar en el cuidado de las
vocaciones, pero también en el acompañamiento de cada uno de los
profesos. El hermano no es uno que comparte casa o trabajo, sino “uno
que me pertenece”, “un don del Señor” (NMI 43), con el cual se crea
comunión y comunidad; en efecto, “Dios nos llama a vivir en comunidad,
dándonos hermanos a quienes amar” (Const. 50). Sobre este tema, el CG25
y el Aguinaldo de 2003 son un impulso y un programa; estoy seguro de
que las Inspectorías sabrán sacar de ellos tesoros para la renovación
de las comunidades.
Este
canto de alabanza me hace pensar, de modo particular, en nuestro punto
central de referencia, Don Bosco, que siempre hay que estudiar e
imitar, como nos propone el artículo 21 de nuestra Regla de Vida. Se
trata de conocer a fondo su vida, su historia, su proyecto apostólico,
tal como aparece en las Constituciones y en el desarrollo de la
Congregación a través de los Capítulos Generales, especialmente los de
los últimos treinta años. Se trata de caminar al mismo ritmo, en
sintonía de sensibilidad y de opciones, aunque estemos en
circunstancias bastante diversas. Visitando las Inspectorías, me doy
cuenta de que las que han hecho el esfuerzo de asumir los Capítulos
Generales y las grandes propuestas llevadas adelante por el Rector
Mayor con su Consejo en los campos de la formación, de la pastoral
juvenil, de la Familia Salesiana, de la comunicación social, de las
misiones, de la economía, se sienten más insertas en el movimiento de
la Congregación. Basta pensar en el esfuerzo de algunas Inspectorías
para traducir los documentos más importantes, para hacerlos accesibles
a todos los hermanos. Por desgracia, no faltan casos de resistencia al
cambio, como si se tratase de algo facultativo, con el peligro de
aislar a los hermanos y a toda la Inspectoría. Bajo este punto de
vista, considero que uno de los deberes no delegables de los Superiores
de las Circunscripciones jurídicas (Inspectorías, Visitadurías,
Delegaciones) es garantizar su identidad y crear sentido de
Congregación. Soy consciente de que los más cercanos al centro tienen
mayores posibilidades, y más medios, y que a los más lejanos, a veces,
les cuesta más. Por esto, aprecio muchísimo cuanto se hace en esta
sentido y lo agradezco.
2. Los primeros meses de trabajo en el Consejo General
Decía al principio que ya se han pasado once
meses desde el momento en que fui elegido Rector Mayor. Tal vez queráis
saber qué he hecho en este período de tiempo. Comenzaré diciendo que,
en estos primeros meses, el trabajo más fuerte lo he tenido en el ámbito
del Consejo General, como es normal, también porque me propuse desde
el principio trabajar mucho más colegialmente. Lo que significa que,
en temas que ordinariamente no eran examinados o estudiados en el ámbito
del Consejo –porque así había parecido bien-, por mi parte ha habido
la opción de implicar mucho más a cada uno de los Consejeros.
• Un ejemplo de esta implicación
de todos se refiere a la reflexión sobre la relación del Rector Mayor
y del Consejo General con la UPS. Sobre este tema, hemos hecho
un primer estudio, tanto a nivel institucional, como a nivel operativo.
Hemos tenido siempre en la mente tres grandes elementos: la identidad
de la UPS y su especificidad; el proyecto orgánico de nuestra Universidad,
con un compromiso serio para encontrar personal para las diversas facultades;
y, finalmente, la reestructuración edilicia, que en parte ya ha sido
llevada a cabo con las nuevas residencias para las comunidades de estudiantes,
la nueva biblioteca y la renovación de algunas áreas; y que deberá continuarse
en el futuro con la nueva sede para la Facultad de Ciencias de la Comunicación
Social y para las adaptaciones a las normativas de la seguridad.
Hemos también iniciado una evaluación institucional de la Universidad,
comenzando por la Facultad de las Lenguas Cristianas y Clásicas y hemos
cumplido una de las orientaciones de la última Visita de Conjunto respecto
de la unificación en una única persona del Ecónomo de la Visitaduría
y del Ecónomo de la Universidad. Precisamente porque la UPS es la Universidad
de la Congregación, aprovecho la ocasión para agradecer a la Universidad
y a la Visitaduría el servicio tan precioso que han desarrollado a lo
largo de todos estos años, como también a todos los profesores que han
contribuido con su trabajo intelectual y profesional a formar los cuadros
de las Inspectorías y Diócesis y hacer ocupar a nuestra Universidad
el lugar que hoy tiene entre las Universidades Pontificias. Querría
hacer sentir esta Universidad nuestra como una realidad que nos pertenece
a todos nosotros y, por eso, invito a ser muy abiertos y generosos en
la colaboración para el personal. Hasta hace pocos años, los Rectores
Mayores sabían que podían fácilmente encontrarlo en las Inspectorías
de Italia, que, en esta área específica como en otras, han sido siempre
muy generosas y solidarias. Ha llegado el tiempo en que el carácter
pluricultural de la Congregación y de la misma Universidad, además del
hecho de la falta de personal en Italia, obliga a ser corresponsables
para llevar adelante nuestra Universidad con calidad y competencia.
El esfuerzo de renovación de nuestra Universidad requiere también la
implicación de la Congregación valorizando nuestra benemérita institución
con el envío de hermanos de todas las Regiones de la Congregación para
su especialización.
• Además de la ordinaria administración, una atención especial en estos meses en el Consejo ha sido el nombramiento de los Inspectores. Hemos nombrado ya, en este período, a casi treinta Inspectores. Vosotros sabéis que en la Congregación los Inspectores son 95; quiere decir que prácticamente hemos nombrado una tercera parte. Tal vez para un número tan grande de nombramientos en tan breve tiempo ha influido también la enfermedad de Don Vecchi, al término del curso pasado. De hecho, aunque en varias Inspectorías se habían hecho las consultas, el Consejo General anterior tomó en aquel momento la decisión de postergar el nombramiento hasta cuando se tuviese un nuevo Rector Mayor, conscientes de que se trata de una función muy específica del Rector Mayor. El nombramiento del Inspector crea una relación muy particular entre el Rector Mayor y el Inspector, al que se confía una Inspectoría o una Visitaduría.
• Pero la empresa más comprometida, y diría también más importante, en este período ha sido la elaboración del Proyecto de animación y de gobierno del Rector Mayor y de su Consejo. Esto ha llevado varios meses de trabajo: en efecto, se ha querido implicar a los diversos Dicasterios dentro de la Casa Generalicia, y en el ámbito de la Congregación a las Regiones y a los Inspectores. Ha sido una experiencia muy provechosa. No quiero repetir aquí cuanto he escrito en la presentación que he hecho para la publicación en el número 380 de las ACG. Más bien os invito a leerla y a conocer bien el Proyecto de la Congregación para estos seis años. Es bueno –más aún, ¡necesario!- saber hacia dónde vamos caminando, cuáles son nuestras opciones prioritarias, qué metas queremos alcanzar, con qué estrategias hay que actuar, con qué clase de intervenciones. Me congratulo con las Inspectorías que ya han hecho su propia programación, teniendo presente tanto el Documento del CG25 como nuestro Proyecto histórico. Espero que las Inspectorías que no lo hayan hecho aún, se sientan estimuladas a hacerlo.
• Ha habido otros temas que han ocupado nuestra atención y nuestro tiempo. Además de cuanto he indicado respecto de la UPS, hemos iniciado también el estudio de la valorización de Cremisán. Hemos tenido en cuenta el presente y el futuro inmediato, dejando para otro momento más favorable una perspectiva a largo plazo, como posible hipótesis ya pensada por Don Vecchi. Todos sabemos cuán incierta es la situación política en Tierra Santa. Nos hemos preocupado de robustecer la Comunidad formadora y el Centro de estudio de Cremisán, haciéndolos cada vez más internacionales: Cremisán es una propuesta formativa para las ocho Regiones de la Congregación, como lo es la Comunidad para Teólogos del “Gerini” en Roma. En un mundo pluricultural y globalizado, nosotros reconocemos la importancia de experiencias de internacionalidad y de interculturalidad, a partir de los estudios teológicos. Se piensa también comenzar en los próximos años el uso de la lengua inglesa.
• También hemos concluido y aprobado los documentos sobre la identidad de las IUS, Instituciones Universitarias Salesianas, y sobre la política de la Congregación a este respecto. Termina así un período extraordinario, con una delegación personal dependiente directamente del Rector Mayor, que ha tenido como finalidad recavar los datos sobre nuestras Universidades e Institutos de educación superior; tal período ha sido muy enriquecedor, porque nos ha permitido conocer mejor una realidad existente en la Congregación y porque ha alcanzado un nivel ejemplar de coordinación y de sinergia. Comienza ahora una nueva fase, más institucional, con la inserción de este sector en el Dicasterio para la Pastoral Juvenil, con un proyecto y una programación bien definidos, con el fin de garantizar cada vez mejor las condiciones que hagan significativas estas presencias y aprovechar en mayor escala su aportación. La Congregación no pretende estimular a todas las Inspectorías a tener la propia Universidad; lo que quiere es hacerse responsable de estas instituciones, estableciendo con claridad su identidad y definiendo los criterios que la hagan posible. Éstos serán tenidos en cuenta como cuadro de referencia, cuando se diese la demanda de erección de una nueva Universidad.
• Hemos estudiado y definido también la política administrativa y financiera, tratándose de un elemento tan importante, no sólo para el buen funcionamiento de la economía, sino también para su adaptación a la criteriología salesiana. Además del presupuesto (budget) 2003, aprobado por el Rector Mayor con su Consejo, se ha estudiado el balance 2001. A este respecto, muchas Inspectorías están caminando cada vez más por esta misma línea, tanto en ámbito provincial como local. Otras, en cambio, tienen que hacer todavía un camino para superar el peligro, nada irreal, de la falta de una gestión profesional y salesiana.
• En la misma línea, si bien este argumento se refiere más al Dicasterio para las Misiones, hemos definido los criterios para la distribución de fondos, teniendo presente que la Congregación, año tras año, por medio de las Procuras misioneras, distribuye una suma consistente, para llevar adelante el trabajo que realizan las Inspectorías en los diversos contextos, especialmente los más necesitados de subsidios y de solidaridad. A los Inspectores se les ha enviado una comunicación, que deben hacer conocer a los hermanos, tanto por lo que se refiere a las peticiones de ayuda, como al rendimiento de cuentas. Una mayor responsabilidad en el uso del dinero y en dar cuentas es un deber moral respecto de los bienhechores y de los Directores de las grandes Procuras -Bonn, Madrid, New Rochelle, Turín- que de este modo podrán también informar a los mismos bienhechores.
• Además, hemos hecho un primer esbozo de borrador para evaluar los Capítulos Generales, tal como lo pidió el CG25, nº. 136. En la asamblea capitular se sintió la urgencia de revisar el modo como se han ido desarrollando los últimos Capítulos Generales desde el 23 al 25. Éstos han seguido utilizando un modelo que ha sido válido para los Capítulos Generales extraordinarios –es decir, el 19, el 20, el 21 y el 22- que tenían como fin la re-definición de la identidad de la Congregación y que se consideró concluida con la aprobación del actual texto constitucional. Los Capítulos siguientes tuvieron un tema sobre el cual reflexionar. Los capitulares han hecho sentir la necesidad de tomar como punto de partida la Relación que se presenta sobre el estado de la Congregación, para individuar juntos las grandes opciones que haya que tomar, las grandes áreas prioritarias, confiando posteriormente al Rector Mayor con su Consejo le misión de traducirlas operativamente en un proyecto de animación y de gobierno. En el ámbito del Consejo General se continuará la reflexión, para comunicar luego a las Inspectorías el resultado de la evaluación y eventuales propuestas, sabiendo que tales propuestas deberán hacerse no después de la mitad del sexenio.
• Otros temas de estudio se han referido a la necesidad de renovar el portal internet de la Congregación, tratando de hacerlo más completo, ágil e interactivo; materiales para los diversos proyectos pedidos por el CG25: el proyecto orgánico inspectorial, el proyecto personal de vida y el proyecto de vida comunitaria; Don Bosco International (DBI), el servicio fundado desde hace años y que quiere presentar el rostro civil de la Congregación ante las instituciones de la Comunidad Europea acerca de todo lo que se refiere a la juventud, y Don Bosco Network, que es la red de las Procuras misioneras que actúan bajo el título del DBI; la atención a los bienes culturales de la Congregación, para lo que se piensa en una coordinación de algunos Dicasterios para cuidar las bibliotecas, los museos, los archivos, las obras de arte, la producción de comunicación social; la actualización del Vademecum del Consejo General, que recoge la codificación de las Constituciones y Reglamentos sobre las diversas funciones del Rector Mayor y del Consejo y, al mismo tiempo, las sugerencias que provienen de la experiencia; el sondeo hecho a toda la Congregación sobre la conveniencia de un logo común; finalmente, el tema de la comunidad de la Casa Generalicia.
Como veis, hemos dedicado gran parte del trabajo del Consejo al estudio. Es un elemento que no se debe minusvalorar, ante todo porque nos dice que la animación y el gobierno de la Congregación, de una Inspectoría y de una Comunidad, tienen necesidad de reflexión; pero también porque es imprescindible establecer las políticas de gobierno y definir los criterios de identidad y de evaluación. No ha sido tiempo perdido. ¡Más aún! Yo pienso que éste es un deber que produce frutos a largo plazo, porque son los proyectos comunes, además del afecto hacia cada hermano, los que verdaderamente ayudan a crear comunidad y unidad.
3. La actividad de orientación doctrinal
La segunda parte de mi trabajo durante este período ha estado, sin duda, en el campo de la orientación doctrinal –espiritual, comunitaria y pastoral- que debe ser entendido cada vez más como un elemento de gobierno y no como mera animación.
Acerca de este aspecto específico querría
recordar un elemento que Don Juan Vecchi, y también Don Egidio Viganò,
subrayaba mucho. Cuando aparecían sus cartas, él decía explícitamente
que no habían sido escritas sólo para hacer una lectura espiritual,
sino para estudiarlas, para que entraran a formar parte de la cultura
salesiana, entendida no bajo el punto de vista de simples nociones,
sino más bien bajo el punto de vista de la Gaudium et Spes, es
decir, como la manera salesiana de ser, de reaccionar, de afrontar la
realidad de relacionarse recíprocamente.
En
este período he escrito sólo una carta circular, la de la santidad;
pero he redactado, además, la presentación del documento del CG25; el
comentario escrito sobre el Aguinaldo y una presentación en video; la
introducción al Proyecto de animación y de gobierno del Rector Mayor y
del Consejo General, que se encuentra en el número anterior de las
Actas del Consejo General. Evidentemente ha habido también otras muchas
intervenciones: conferencias, saludos, mensajes, comprendidos los que
van al Boletín Salesiano, a la Familia Salesiana y al Movimiento
Juvenil Salesiano, entrevistas de periódicos, radio, televisiones, que
realmente requieren mucho tiempo de preparación. Ahora conozco de forma
más directa el ritmo de vida y el horario de trabajo de Don Bosco y de
mis predecesores, y la insistencia de uno de ellos, que decía que el
Rector Mayor debe dedicar una gran parte del tiempo a estudiar para
poder ofrecer una doctrina sólida, de modo que los mensajes que escribe
puedan iluminar y proponer, y no una palabra meramente formal y,
consiguientemente, poco incisiva.
De
todos modos, veo que los documentos salesianos no llegan a su
debido tiempo a todas las Inspectorías, o al menos no a todas las
comunidades, creando una situación algo singular: sucede, en efecto,
que mientras un documento no ha sido todavía leído, el Rector Mayor ya
está escribiendo otro. La solución no es ciertamente la de dejar de
escribir, porque el superior que hace este servicio no escribe para su
propia gloria, sino para guiar y acompañar el curso de la vida humana,
eclesial y salesiana. Se puede ciertamente hacer una pausa y no
escribir, pero con esto no se detiene la historia, ni se afrontan los
problemas, ni se ilumina la vida.
Pienso que sobre este punto, todos, comenzando por la Dirección
General, estamos llamados a hacer un esfuerzo para favorecer el acceso
inmediato a las diversas comunicaciones. Nosotros estamos tratando de
poner los textos en nuestro sitio, para que se puedan recibir
directamente por internet. Naturalmente, toca a las Inspectorías
preocuparse por la distribución, el estudio y a veces también la valorización,
siempre tratando de que sean conocidos y asumidos. En esta línea, un
buen hermano de la Casa Generalicia me sugería no escribir una nueva
carta, sino después de haber evaluado la manera como había sido acogida
y asumida como programa de vida la carta sobre la santidad. Aunque al
final no he considerado oportuno aceptar esta sugerencia, sigue siendo
válida su preocupación.
Por
ahora, os anticipo que tendría la intención de orientar las cartas y
otras comunicaciones importantes durante el sexenio según los objetivos
del Proyecto de animación y de gobierno y a la luz del CG25. Será un
modo de profundizarlo e iluminar la praxis.
4. Visitas a las Inspectorías
No he hecho todavía muchas visitas a las
Inspectorías. Digo “todavía”, porque mirando la agenda para el futuro,
es para asustarse... Por una parte, me doy cuenta de que la presencia
en las Inspectorías es un medio privilegiado de animación, sobre todo
cuando las visitas están bien preparadas; por otra parte, soy consciente
de que no puedo estar mucho tiempo fuera de la Casa Generalicia, porque
tengo necesidad de atender muchas otras responsabilidades. Me pongo
a vuestra disposición y pido vuestra comprensión, si el Rector Mayor
no siempre puede visitar todas las Inspectorías. Hay que decir que también
el Vicario desempeña este papel en muchos casos; en el Consejo hay también
la preocupación para que todas las Inspectorías puedan ser visitadas
por los diversos Consejeros de Sector, además de serlo por los Consejeros
Regionales.
De Europa he visitado varias Inspectorías de Italia:
la Inspectoría Lombardo-Emiliana, al comienzo de mi mandato y,
muy brevemente, con ocasión de la fiesta del Beato Artémides Zatti en
Boretto, por lo que deberé volver de nuevo; el Piamonte y el Valle
de Aosta, que es una Inspectoría que visito con frecuencia, ya que
allí se encuentra la Casa Madre y los lugares de referencia de nuestros
orígenes; la Lígure-Toscana; Cerdeña; la Inspectoría Romana,
en la que he participado en muchos acontecimientos; y la Véneta.
He visitado Francia, España, particularmente Salamanca para recibir
la ciudadanía, habiendo estudiado en aquella Universidad; Polonia
y Albania. De América he estado en México, Argentina,
en la Inspectoría de Recife en Brasil. De Asia he
visitado Filipinas y Tailandia. No he estado todavía en
ningún país de África ni de Oceanía.
También respecto de estas visitas, deseo compartir con vosotros algunas
experiencias, pero sobre todo alguna reflexión que he hecho al entrar
en contacto con ellas y conocer algunas de estas Inspectorías.
Evidentemente, no hablaré de todas.
4.1 – En Italia
Comienzo mis reflexiones partiendo de la
visita a las Inspectorías de Italia. Éstas tienen el privilegio de ser
herederas directas del carisma de Don Bosco. Y verdaderamente lo han
sabido acoger muy bien y también transmitir. En síntesis, podría decir
que la organización y la vivencia personal y comunitaria de estas Inspectorías
trata de ser fiel a la criteriología salesiana presente en las Constituciones.
Cuando se tiene la visión de conjunto de la Congregación, que está
presente en cerca de 130 países del mundo; cuando se tiene la
oportunidad de participar, por ejemplo, en una experiencia como la del
CG25, en el que la mundialidad está verdaderamente bien representada,
nos damos cuenta de que hay una identidad dentro de la diversidad
cultural de nuestra Congregación Salesiana. Esto hay que atribuirlo, en
gran parte, ante todo a la capacidad de transmisión fiel de un carisma,
a su implantación, a su arraigo y a su capacidad de difusión en los
diversos países y contextos donde se ha desarrollado la Congregación.
Hay que decir que ha sido una política sabia de gobierno el no
concentrar a todos los Salesianos italianos en el mismo país, el no
multiplicar sin medida las Inspectorías en Italia, el favorecer de este
modo la misionariedad en Italia y, por tanto, la mundialidad en la
Congregación.
Bajo
este punto de vista, la intervención previsora de Don Bosco desde el
comienzo, cuando en 1875 mandó la primera expedición misionera, se ha
manifestado dinámica, valiente y acertada. Con este impulso se continuó
cada año y, a veces, con dos expediciones en un año. Esta misionariedad
puede explicar nuestra expansión mundial, pero también la actual
configuración de la Congregación, que tiene una presencia, en su
conjunto, bien equilibrada en los cinco continentes. Es verdad que hoy
no hay tantas vocaciones en Italia, al menos no tan numerosas como en
el pasado; es verdad que la presencia salesiana en países de antigua
tradición cristiana de Europa deberá re-configurarse; pero es
igualmente verdad que nuestra Congregación sigue creciendo en toda el
Asia, no solamente en India, y en África.; mientras se constata que en
América Latina las cifras permanecen, más o menos, constantes.
Esta
presencia de la Congregación en el mundo se debe, de manera especial,
aunque no exclusiva, a los Salesianos de Italia. Desde mis primeras
“Buenas Noches” he querido agradecer a los Salesianos italianos la
transmisión fiel y dinámica del carisma. En aquella misma intervención
capitular he puesto en evidencia que este compromiso ha pasado hoy a
todos los Salesianos, ante todo por el hecho de que la Congregación ya
no es –o no es solamente- italiana, sino verdaderamente mundial; y
también por el hecho de que la responsabilidad ahora debe pasar a las
Inspectorías en los diversos contextos.
La
misionariedad de la presencia salesiana italiana, que sigue siendo muy
fuerte, ha jugado un papel importante también en la inculturación del
carisma. Vosotros encontraréis a los misioneros italianos en algunas de
las experiencias de inculturación más logradas en la Congregación,
porque han estudiado la antropología aplicada, han tratado de penetrar
en la cultura de los pueblos, han aprendido sus lenguas, han escrito
sus gramáticas y creado diccionarios, han promovido y acompañado sus
procesos. Sería miopía no valorizar lo que la presencia salesiana
italiana ha dado a la Congregación: entre otras cosas, un sentido muy
fuerte de Congregación y ejemplos válidos de inculturación.
Pero
¿qué significa la afirmación de que ahora el compromiso de la
transmisión del carisma debe pasar a todas las Inspectorías? Que cada
Inspectoría debe desarrollar y cuidar estos elementos y, ante todo, un
profundo conocimiento de Don Bosco. ¡Hay que conocer bien a Don
Bosco! No se puede vivir de “lugares comunes”, o de anécdotas, sin
descubrir nunca dónde se encuentran criterios y leyes de vida
salesiana. ¡Se debe estudiar a Don Bosco! Indudablemente hay una
transmisión vital del carisma, del espíritu, de la espiritualidad, de
la misión. Es una especie de hermenéutica existencial de lo que
significa hoy ser salesiano. Pero esta experiencia debe ser codificada
y tener un cuadro de referencia. En vista de este trabajo tan
fundamental, aquí, en Italia, se ha hecho una inversión muy consistente
de personal, en el campo de la historia,
tanto en el de la biografía como en la historiografía crítica, en el
campo de la pedagogía y de las ciencias de la educación, en el
campo de la espiritualidad. Se trata de tres elementos esenciales
para un conocimiento profundo y una transmisión fiel del carisma. Así
pues, el paso de la responsabilidad de la transmisión del carisma a
todas las Inspectorías del mundo no puede ser un “eslogan” vacío
de contenidos; tiene consecuencias. Y estas consecuencias deben ser
explicitadas, precisamente porque después hay que evaluar si verdaderamente
las Inspectorías son capaces de tomar en mano el testigo.
Hay otro elemento muy importante: la santidad. La
transmisión de un carisma, para que sea precisamente fiel, tiene necesidad
de ser testimoniada, de santidad. Pienso que todos somos conscientes
de que pertenecemos a una familia de santos, hermanos, miembros de la
Familia Salesiana, educandos que han alcanzado un alto grado de vida
espiritual. Es muy hermoso visitar las Inspectorías y descubrir estos
modelos, cercanos a la realidad de todos, hasta el punto de poder decir:
Mirad qué han sido capaces de hacer estos hermanos o estos muchachos
y qué estamos llamados a hacer y a ser también nosotros.
4.2 – En Francia
Me adelanto a decir que había ido a Francia
esencialmente para aprender algo de francés, por tanto no para hacer
una visita. Pero, al final, el objetivo primario se ha conjugado con
un programa de visitas a las comunidades de Alsacia, de Bretaña y de
Normandía. Ha sido una experiencia muy grata, interesante y enriquecedora.
Tres
elementos, particularmente, me han causado impresión. Ante todo, un
gran amor a Don Bosco. Sabemos que Don Bosco fue a Francia en busca de
fondos para pagar los gastos de la Iglesia del Sacro Cuore, y sobre
este tema él fue muy explícito. Lo más hermoso es que, además de
conseguir la ayuda que pedía, Don Bosco se convirtió en un imán para el
pueblo francés, que quedó enamorado de él. Leyendo algunos documentos
de la primera visita de Don Bosco, hojeando las páginas de algunas de
sus intervenciones en las iglesias, se ve cómo logró suscitar y
despertar gran asombro y admiración en el pueblo francés.
En
segundo lugar, me han llamado la atención los centros de formación
profesional y las escuelas agrícolas de alto nivel, algunas de ellas
con un número muy grande de internos. No me habría imaginado este tipo
de presencias en un país que es uno de los más desarrollados de Europa.
Las escuelas técnicas industriales, como también las agrícolas, además
del hecho de estar en línea con un sector típicamente salesiano, nos
consienten seguir educando a los jóvenes del mundo del trabajo y del
campo, incluso en contextos ricos y de bienestar; lo cual no es
indiferente. Me parece haber descubierto un gran sentido de
responsabilidad en el campo de la misión salesiana.
La
tercera iniciativa interesante es la construcción de un centro de
formación salesiana para los seglares de Lyon, que deberá ser
inaugurado dentro de un año. Es un signo de la identidad salesiana que
se comprueba en la misión; del amor a Don Bosco al que me refería
antes; de la capacidad de creer en su carisma y del compromiso de
compartirlo y difundirlo, en línea con la praxis de Don Bosco y fiel a
las orientaciones de los últimos Capítulos Generales, particularmente
–me refiero a esta iniciativa de Lyon- el CG24.
4.3 – En Polonia
En Polonia he hecho una visita a las cuatro Inspectorías: Cracovia, Pila, Varsovia y Wroclaw. La visita a cada Inspectoría había sido preparada con gran esmero y, a pesar de la dificultad de la lengua, ha resultado muy bien.
• Contacto con los orígenes
Ante todo, la visita a Cracovia. Tal vez la experiencia que me ha causado más impresión ha sido la visita a Oswiecim, la obra inicial de la presencia salesiana en Polonia. Un lugar desde el que el carisma salesiano se ha difundido a toda la nación y también al Este de Europa, de forma tan fecunda que hoy tenemos más de mil salesianos en Polonia. Oswiecim es, pues, elocuente por su misma ubicación. Se encuentra muy cerca, a no más de cinco km., del campo de concentración de Auschwitz, ¡donde ha estado el cementerio más grande del mundo en los años 40-45! Es estimulante pensar que en los alrededores de aquel gran cementerio, la expresión más trágica de una anticultura de muerte, había una obra donde la vida, como una semilla, crecía simultáneamente y se desarrollaba engendrando esperanza.
Sorprende ver la fecundidad vocacional del pasado y también del presente, el profundo sentido religioso del pueblo, la tenacidad para conservar la propia identidad. Los Salesianos son conscientes de que la entrada de Polonia en la Comunidad Europea aportará, junto con el bienestar, un cambio cultural; y están dispuestos a afrontarlo bien.
• Dinamismo de la Familia Salesiana y del Movimiento Juvenil Salesiano
En Wroclaw el acontecimiento central ha sido una grande y solemne celebración en el famoso Santuario de la Virgen de Czestochowa. Es el corazón espiritual de Polonia y aquí se puede sentir su densidad religiosa. Para mí ha sido un momento personal de gran emoción. Sin embargo, desde el punto de vista de la animación, el momento más interesante ha sido el encuentro con toda la Familia Salesiana, en el que participaban algunos jóvenes oratorianos del Oratorio de Poznam. Éstos han presentado la primera parte del film que están rodando sobre los cinco jóvenes mártires de Poznam. Ha sido un placer escuchar su narración, la manera como se sienten identificados con aquellos muchachos mártires. ¡Saben que son herederos de un tesoro espiritual que hay que comunicar! No pienso que sea una exageración si os digo que, después del Oratorio de Valdocco, el Oratorio más famoso en todo el mundo se puede considerar ahora el Oratorio de Poznam, donde ha florecido la santidad, no sólo por el martirio, sino por la calidad de vida salesiana. La beatificación de los jóvenes mártires ha evidenciado los rasgos de personalidad que habían desarrollado en el Oratorio; de esto eran conscientes aquellos jóvenes que, al presentar el film, confesaban: “Somos depositarios de un tesoro que hay que comunicar a los jóvenes del mundo”. Han sido estos jóvenes quienes han presentado el mensaje y el testimonio; tanto que yo decía para mis adentros: ¿Qué puedo añadir a todo esto? Hemos oído lo que es capaz de hacer un Oratorio salesiano: crear personalidades robustas que se manifiestan precisamente en los tiempos de crisis; jóvenes que han tenido un encuentro con Cristo; jóvenes que han aprendido a servir; jóvenes que sabían que su fe los podía llevar hasta el martirio; jóvenes de una gran esperanza, la de la victoria del bien sobre el mal. La historia les ha dado razón. Apenas tres años después de su sacrificio, el nazismo acabó; y lo mismo sucedió luego con la ideología comunista; y esto quiere decir que en aquellos oratorianos tenemos una santidad juvenil madura.
• Un “nuevo” campo de la misión salesiana
En Pila. Hemos tenido una celebración estupenda, con tal participación que la iglesia, magnífica, era insuficiente para acoger a todos. Pero la experiencia que más me ha sorprendido ha sido el encuentro con toda la comunidad educativa de la escuela de Aleksandrów Kujawski, porque me ha hecho ver el nuevo planteamiento de los salesianos de Polonia en el campo de la escuela, con gran éxito. Ha venido a hablar la Señora Ministro de la Cultura, agradeciendo en nombre del Gobierno polaco el trabajo que los Salesianos de Polonia están desarrollando en el sector educativo. Han pasado apenas diez años desde el momento en que los hermanos han vuelto a trabajar en el mundo de la escuela; y en diez años se ha dado un cambio profundo y de futuro. Se trata de un hecho importante, porque los Salesianos jóvenes no tenían experiencia en el campo de la educación formal, y han descubierto que es un campo muy prometedor y que se puede hacer todavía muchísimo por y con los jóvenes en este contexto.
• Casas de formación y Centros de estudio
La visita a Varsovia se ha concentrado en el día pasado en Czerwinsk, con la posibilidad de encontrarme con la mayor parte de los hermanos, pero que me ha dado también la oportunidad de hacerme una idea más completa y apreciar mejor las casas de formación de Polonia: los noviciados de Kopiec (PLO) y de Czerwinsk (PLE), y los centros de estudio de Cracovia (PLS), Lodz (PLE) y Lad (PLN).
Este último celebraba el 50º aniversario de su existencia. Después de la solemne celebración religiosa y académica, que coincidía con la inauguración del año, he tenido un encuentro con el grupo de profesores que trabajan en nuestros centros de estudio y en el mundo universitario. Viendo su número y la calidad del servicio que prestan, he podido constatar que las Inspectorías han sabido investir en la preparación del personal en tiempos bastante difíciles, y tienen hermanos muy cualificados, que han dado prestigio a nuestra presencia en el sector universitario salesiano y eclesial.
4.4 – En Argentina
En el viaje a la Argentina he visitado las
cinco Inspectorías siguiendo este orden: Buenos Aires, Bahía Blanca,
La Plata, Córdoba y Rosario.
Dos
han sido las razones que me han movido a aceptar la invitación que se
me hizo durante los días del Capítulo, aunque inicialmente me había
fijado como criterio para las visitas el dar prioridad a las
Inspectorías que no habían sido visitadas por Don Vecchi; ni, en su
último sexenio, por Don Viganò, a causa de sus enfermedades.
La
primera razón era el homenaje que los hermanos y miembros de la Familia
Salesiana de la Inspectoría de Bahía Blanca querían rendir a Don
Vecchi, al que han dedicado una escuela en Viedma y un museo en Fortín
Mercedes; y al Señor Zatti, al que han dedicado otra escuela, también
en Viedma.
La
segunda razón era el deseo de estar cerca de los hermanos de Argentina
en la difícil situación económica que el país está atravesando.
Sin
entrar en los detalles de la visita, he descubierto en Argentina una
presencia de la Congregación muy significativa, no sólo por el número
de las Inspectorías, aunque ahora algunas de ellas numéricamente son
pequeñas, sino sobre todo por una realidad reconocida por todos
–autoridades civiles y eclesiales, empresarios y mundo intelectual,
gente del lugar y de otras partes-, es decir, la capacidad de haber
creado cultura en la Patagonia. Es un juicio que ya había oído a
algunos Jesuitas hace años, cuando hice una visita a Punta Arenas.
Resulta difícil, para quien no ha visitado nunca la Patagonia,
imaginarse la aportación, en términos de civilización y de cultura,
dada por nuestros hermanos; ¡debo reconocer que me he sentido orgulloso
de ellos!
También en esta tierra el carisma se ha implantado fielmente y ha
fructificado. Se puede comprobar en el desarrollo vocacional que ha
tenido en el pasado, también con la presencia de misioneros argentinos
en diversas partes del mundo; Argentina –recordémoslo- ha dado el
primer Rector Mayor nacido fuera de Italia. Sobre todo, ha dado frutos
de la santidad, que es la verdadera prueba de la inculturación de un
carisma: la santidad de Laura Vicuña, chilena, que maduró y murió en esta
tierra, cuyos restos mortales se encuentran en Bahía Blanca. Igualmente,
la santidad de Ceferino Namuncurá, que es un fenómeno religioso
social mucho más grande de lo que podemos imaginar, como lo demuestra
el muro de inscripciones de agradecimiento por las gracias recibidas
con su intercesión, que se encuentra en Fortín Mercedes; y, naturalmente,
la santidad del Señor Artémides Zatti.
4.5 – En Filipinas y en Thailandia
Los motivos del viaje
Ante todo, el primer motivo del viaje iba
unido a la celebración del 50º aniversario del inicio de la presencia
de los Salesianos en las Filipinas, que había sido dos años antes. Don
Vecchi había aceptado el compromiso de estar presente en las Inspectorías
en esta ocasión importante, pero su enfermedad no permitió el desarrollo
de las celebraciones en las fechas propias del aniversario.
También hay que decir que los primeros Salesianos que llegaron a
Filipinas habían sido dos hermanos venidos de México muchos años antes:
Don Guillermo Piani, que fue como Delegado Apostólico y que después
regresó a México como Nuncio Apostólico; él llevó consigo a un
sacerdote mejicano nativo de Texas, pero que había vivido en la ciudad
de Puebla (México), Luis La Ravoire Morrow, que algunos años después
sería Obispo de la diócesis de Krishnagar en India. Oficialmente los
Salesianos llegaron a las Filipinas en 1950. De todos modos, mi
presencia ha celebrado también el 50º aniversario de la escuela de
Mandaluyong, el Don Bosco Technological
Center.
El
Tailandia, en cambio, se celebraba el 75º aniversario de la presencia
salesiana. Los primeros misioneros que llegaron allá fueron los
hermanos expulsados de la China. Es éste un hecho muy interesante,
digno de una reflexión histórica: China, providencialmente, se esté
revelando como la Inspectoría madre de varias Inspectorías de Asia, ya
que habiendo sido expulsados los Salesianos, éstos arribaron a otras
naciones. El éxodo de la China ha producido la plantatio del
carisma en otras tierras, desarrollando así la presencia salesiana en
Asia. Probablemente el estudio histórico, que un hermano está llevando
adelante como preparación para la celebración del centenario de la presencia
salesiana en China nos ofrecerá datos y elementos sobre estas páginas
de historia salesiana. Ciertamente el tema merece una verdadera y propia
investigación.
Último motivo, “last but not least”, de mi viaje
al Extremo Oriente ha sido la invitación para predicar los ejercicios
espirituales a los Inspectores y a los Delegados de las Inspectorías
y Delegaciones de las dos Regiones de Asia. Éste es un elemento que
considero muy importante desde el punto de vista de la animación del
Rector Mayor, por el efecto multiplicador que puede tener semejante
intervención.
La visita a Filipinas
El hecho más importante de las jornadas en
la Inspectoría de Manila ha sido, sin duda, la visita hecha a
todas las obras. Creo haber encontrado a todos los hermanos, a los Directores
y las comunidades, a los formadores y a los jóvenes salesianos en formación,
a los enfermos y también a la Familia Salesiana.
Las
presencias más notables en la Inspectoría de Manila, a mi parecer, son
los Technological Training Centres, que los
hermanos llevan adelante, tanto en la ciudad como en el campo, tratando
de preferir y atender a los muchachos que han sido marginados de la
educación sistemática e institucional. Efectivamente, hay el propósito
de hacer operativa la decisión tomada en el pasado Capítulo Inspectorial
de robustecer los centros de formación profesional en el campo, teniendo
en cuenta el hecho que las Filipinas siguen siendo un País fundamentalmente
agrícola, con el 75% de la población juvenil viviendo en los campos.
He encontrado también una presencia consistente entre los muchachos
de la calle con tres obras significativas. Particularmente, pondría
de relieve la obra de Tondo, verdadero “slum”, uno de los barrios
más pobres, más poblados y más populares de Manila, donde la presencia
salesiana es un signo de esperanza y de vida. Os confieso que me he
emocionado profundamente viendo el deseo de vivir de esta gente y su
capacidad de creer en el propia futuro, mientras se siente bien acompañada
y muy querida por nuestros hermanos salesianos y hermanas salesianas.
En la Inspectoría de Cebú he comenzado la visita
en la primera casa salesiana en las Filipinas: Victorias, en la isla
de Negros, presencia muy cercana a la diócesis que ha sido confiada
al ex Inspector Don Patrick Buzon, el cual ha sido consagrado el 19
del pasado febrero.
También en esta Inspectoría, la presencia a favor de los muchachos de
la calle y de la población más abandonada es significativa.
Visitando el Oratorio de Pasil, uno de los barrios más pobres de Cebú,
me he dado cuenta del trabajo fructífero que los hermanos desarrollan
entre los muchachos y de cómo se ha ido enriqueciendo la religiosidad
de aquella gente, aunque todavía haya que hacer mucho desde el punto de
vista de la promoción social. Es una obra muy semejante a la de Tondo.
Ver a nuestros hermanos en estos lugares, lo que hacen con y por los
jóvenes, nos hace pensar en nuestros humildes orígenes y nos asegura el
éxito que es fruto de la fidelidad. ¡No os oculto que entre ellos me he
sentido orgulloso de ser salesiano!
Algunas consideraciones
Por una parte, impresiona la inmensa religiosidad
popular del pueblo filipino; en cierto modo es una expresión inculturada
de la fe que, sin embargo, tiene necesidad todavía de ser evangelizada,
hasta alcanzar una mayor unidad entre fe y vida. Por otra parte, impresiona
el constatar en la juventud una cierta pérdida de identidad cultural.
Me ha parecido que el pueblo filipino tiene una rica raíz cultural,
pero que al mismo tiempo se siente muy condicionado por el modelo de
vida occidental.
La
presencia masiva de los jóvenes en nuestras obras y su disponible
apertura a la propuesta religiosa, por una parte nos hace sentirnos
satisfechos, pero también nos hace reflexionar sobre el motivo de la
actual escasez de vocaciones.. Basta pensar que este año hay sólo cinco
novicios; uno de la Inspectoría de Manila, dos de la Inspectoría de
Cebú y dos de China. Creo que se debería profundizar la reflexión. La
primera consideración espontánea que surge es la de la falta, tanto de
un acompañamiento más cualificado y capaz de hacer propuestas a los
numerosos jóvenes y grupos que, ciertamente y con espíritu de
sacrificio, atendemos en nuestros ambientes, cuanto de una propuesta
mucho más clara, decidida y convincente. Es necesaria nuestra presencia
en medio de los muchachos, nuestra credibilidad y nuestro testimonio,
un ambiente que educa, en el que se respire la salesianidad, una gran
profesionalidad en el “management”, pero sobre todo en la mística y en la espiritualidad
del “Da mihi animas”; en una palabra, hacen falta comunidades
que amen a los jóvenes y que sean signos del amor de Cristo a ellos.
La vocación implica la propuesta, pero es fruto de una presencia atrayente,
espiritualmente intensa, apostólicamente comprometida. Todo esto es
lo que llamamos Pastoral Juvenil de calidad. Esto vale, evidentemente,
para todas las Inspectorías y para cada comunidad.
No
debemos olvidar que las Filipinas –junto a Timor Oriental- son el
único País católico de Asia. Este dato da a la Iglesia del país una
gran responsabilidad histórica, que se debería traducir no tanto, o no
ante todo, en el esfuerzo de convertir al cristianismo a los otros
Países del continente, cuanto en el de ser paradigma, modelo de lo que
significa ser un País católico, rico en valores cristianos.
La visita a Thailandia
Los dos primeros días en la Inspectoría de
Thailandia se han caracterizado por las grandiosas celebraciones organizadas
por el jubileo de la presencia salesiana, muy bien preparadas, tanto
las religiosas, como las civiles, en las que han participado miles -¡no
exagero!- de jóvenes. Entre las primeras, la Misa presidida por el Cardenal
Michael Michai Kitbunchu el día de la fiesta de San Francisco de Sales.
Entre las segundas, la que ha tenido como escenario el estadio abierto
de Bangkok, con una participación de más de 8.000 muchachos, en representación
de las 22 escuelas que los Grupos de la Familia Salesiana dirigen en
la capital: Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Hermanas del Inmaculado
Corazón de María, Hijas de la Realeza de María, estas últimas fundadas,
las primeras por Mons. Pedro Carretto, y las segundas por Don Carlos
Della Torre.
Hay
que poner de manifiesto precisamente este testimonio de sinergia y de
colaboración de toda la Familia Salesiana, en el que destaca claramente
la implicación muy fuerte de los Antiguos Alumnos, tanto católicos -una
minoría-, como budistas. El anterior Presidente de la Asociación de los
Antiguos Alumnos era budista y ha estado con nosotros todos los días de
la visita. Es una persona que conoce y ama mucho a Don Bosco, que está
muy comprometido y ha sido alumno, no sólo en Thailandia, sino
también en Australia, adonde se ha trasladado como emigrante y ha
encontrado también a los Salesianos.
En
su saludo, el Vice Primer Ministro, también él antiguo alumno y
budista, ha hecho un elogio extraordinario de Don Bosco –y sus palabras
revisten un significado todavía más fuerte, precisamente porque
provienen de un no católico- y de la aportación prestada por los
Salesianos en sentido amplio al desarrollo de la sociedad thailandesa.
De
todos modos, ha sido el último día de la visita el que me ha dado un
cuadro efectivo y una imagen más completa de la historia de los
Salesianos en Thailandia, del influjo de su presencia en la Iglesia y
en la sociedad, de su significatividad. Ha sido una jornada que ha
comenzado muy temprano por la mañana y que se ha concluido muy tarde,
cuando hemos llegado al aeropuerto para regresar a Roma. Hemos pasado
de una casa a otra. He tenido ocasión de conocer mejor la estatura y la
importancia de dos grandes hombres, como Mons. Cayetano Pasotti y Mons.
Pedro Carretto, ambos de grandes miras. Apenas llegados a través del
río, se habían instalado en una aldea llamada Bangnokkuek, donde ahora
se encuentra la catedral, y de donde se extendió la presencia salesiana
a otras ciudades del país. En efecto, años después Mons. Carretto se
dio cuenta de que aquel lugar ofrecía pocas posibilidades de expansión,
también por la limitación territorial del río, y decidió transferir el
centro de la diócesis a Ratburi, donde construyó el gran templo
dedicado a Don Bosco y una escuela que hoy cuenta con 10.000 muchachos.
La cosa tal vez más interesante es que los sacerdotes diocesanos
aprendieron de Mons. Carretto a comprometerse en el campo de la
educación. Sinceramente debo decir que si no hubiese visto
personalmente cuáles fueron los orígenes de la presencia salesiana en
Thailandia, la evolución que se ha verificado con la consiguiente
opción de ir a otras ciudades como Bangkok, Banpong, Sampram y Hua Hin,
no habría profundizado suficientemente el conocimiento de la presencia
en Thailandia, donde he encontrado obras verdaderamente muy
significativas en el campo de la educación. Esta vez no he podido
visitar a los hermanos que trabajan con tanto celo en Camboya.
Algunas consideraciones
En Thailandia he quedado impresionado sobre
todo por el desarrollo social y económico de un País que, hace apenas
treinta años, era muy pobre y que ha alcanzado un nivel económico superior
al de muchos Países de América Latina. Esto ayuda a comprender el desplazamiento
de interés económico, pero también teológico, de América Latina a Asia.
Los
grandes centros educativos con escuelas como los Technological
Training Centres, que había visto en Filipinas, y dos presencias
a favor de ciegos, una dirigida por las FMA y otra por los SDB, son
verdaderamente significativos. La presencia católica en la nación es
muy reducida: los católicos son apenas 400.000, es decir, el 0’5% de
la población, que es en su mayor parte budista. Pero es bastante digno
de notar la inserción de los católicos en general, y de los Salesianos
en especial, en el tejido de la sociedad, sobre todo a través de la
educación.
En
este contexto, creo que los Salesianos tenemos un triple gran desafío
que acoger y afrontar: ante todo, la identidad carismática, que se debe
cuidar con un conocimiento cada vez mayor y cada vez más profundo de
Don Bosco; la atención a los más pobres, como un elemento que puede
hacernos cada vez más significativos en un contexto budista, incluso
porque es una opción contracultural; y las vocaciones, de las que
depende siempre la vitalidad y el futuro de las Inspectorías.
Esta
primera experiencia en el mundo oriental salesiano me ha hecho
comprender, sobre todo, dos cosas. En primer lugar, el interés que Asia
está suscitando a nivel económico, social, religioso y teológico. En
segundo lugar, la urgencia de la cuestión de la inculturación del
carisma, que será cada vez más fuerte y sentida, y que implica, por una
parte, una gran identidad cultural, pero, por otra, una identidad
salesiana igualmente grande. Se trata de un proceso que debe ser
absolutamente iluminado y acompañado. Me he propuesto, de hecho,
escribir una carta circular sobre el tema.
5. Conclusión
Concluyo esperando haber satisfecho las esperanzas
de todos vosotros, interesados como estáis por todo lo que sucede en
la Congregación. Nada de ella nos debería ser indiferente. El Rector
Mayor desempeña una función carismática e institucional; es importante
que los hermanos estén informados del ejercicio de su función. La visita
a las comunidades representa el acercamiento a la vida de la Congregación;
ésta se enriquece cada vez más por la mejor relación que se pueda establecer.
Las reflexiones que propongo no quieren expresar un juicio de valor;
intentan ser una lectura salesiana de nuestra realidad, para iluminar
y estimular no sólo a cada Inspectoría, sino a toda la Congregación.
A lo
largo del sexenio, en las cartas familiares sobre nuestra vida pedidas
por el CG25, pienso presentar cada una de las ocho Regiones, porque
considero muy importante que todos los Salesianos tengan una visión
amplia de la Congregación.
Deseo que esta comunicación produzca frutos de crecimiento del sentido
de Congregación y de la corresponsabilidad en todos nosotros. Estas
comunicaciones ayudan, efectivamente, a reforzar la comunión afectiva y
efectiva, la pertenencia carismática y el espíritu de familia;
precisamente por esto, creo que este género de comunicación debería
realizarse en todos los ámbitos, comprendidos el inspectorial y el
local.
He
comenzado esta carta con las palabras de Don Bosco: “Esté cerca o esté lejos, yo siempre pienso en vosotros”. La
quiero concluir asegurando mi recuerdo permanente en el afecto y en
la Eucaristía de cada día.
Mientras os escribo, soplan fuertes vientos de guerra y no puedo dejar
de tener presentes los mensajes que me han dirigido los jóvenes de
Bagdad, que sueñan un mundo en paz, donde también ellos puedan
desarrollar todas sus potencialidades y alcanzar la plenitud de vida.
En este año del Rosario recemos por la paz del mundo; confiemos a
María, la Virgen de la Anunciación, la gracia de traernos la buena
noticia de la paz, que es don y compromiso, que es “empeño permanente”,
como ha dicho Juan Pablo II en el Mensaje para la Jornada de la Paz de
este año 2003, que crea las condiciones mejores para crecer en
comunión y fraternidad. “Hagamos de cada familia y de cada comunidad
‘la casa de la comunión’”.
Pascual Chávez V.
[1] Carta de Roma. Atti del Capitolo Superiore della Pia Società Salesiana 1 (1920) N. 1.