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Buenas Noches, del Inspector AFW 'Echarse a la calle: llevando la Iglesia al Mercado y a Cristo a las Prisiones'

Buenas Noches”, del Inspector AFW “Echarse a la calle: llevando la Iglesia al Mercado y a Cristo a las Prisiones
11 Marzo 2014

La Inspectoría anglófona de Africa Occidental Beato Artemide Zatti (AFW) forma parte de la Región Africa-Madagascar y comprende Nigeria, Ghana, Liberia y Sierra Leone. Geográficamente hablando es una región grande y bella: de hecho, nos podemos encontrar con parques nacionales ricos en bosques tropicales, playas de arena blanca, el mar de color verde esmeralda, sabanas y zonas desérticas. Las cuatro naciones que componen nuestra inspectoría son ricas en recursos humanos y naturales como petróleo, oro, diamantes, coco y caucho. Africa es, en verdad, un continente rico, pero durante demasiado tiempo, mal administrado. Solo en la zona anglófona de Africa Occidental los habitantes llegan a 200 millones. Según el comunicado más reciente de las Naciones Unidas, de estos 200 millones, ¡119 son jóvenes menores de 25 años! ¡Un suelo fértil para la misión salesiana! Cierta- mente, como nos decía don Valentino De Pablo, “Africa es para Don Bosco y Don Bosco es para Africa.

La AFW es joven. El Rector Mayor ha visitado nuestra inspectoría en Febrero 2012, durante la Visita de Conjunto en Nairobi. En 2004 éramos 94 salesianos, en diciembre 2013 éramos ya 160. En 2004 los hermanos africanos eran 52; hoy son 122. Prácticamente, el 80% de los hermanos de la inspectoría son africanos. La edad media es de 33 años. Tenemos 16 novicios, 35 postnovicios, 18 trienales y 24 estudiantes de teología. Nos sentimos satisfechos y agradecidos al Señor por este don. Desde el punto de vista de la formación sentimos que tenemos una gran responsabilidad. Otro punto interesante es el número relativamente elevado de salesianos coadjutores: de momento son 20, la mayoría de origen africano. Ghana tiene 3 salesianos sacerdotes, 9 coadjutores de los cuales 8 profesos perpetuos. En nuestras casas  de  formación rezamos mucho por las vocaciones de los coadjutores invocando al Beato Zatti, como hacía el Papa Francisco cuando era provincial de los jesuitas en Argentina. Estoy convencido de que el Beato Zatti ama de manera especial a nuestra inspectoría AFW.

El Papa Francisco nos invita a “salir a la calle, sin miedo, para servir”; nos invita a superar el mirarnos a nosotros mismos y a llegar hasta las periferias al servicio de los que sufren, de los que no son amados y de los olvidados. En nuestro cuarto Capítulo inspectorial hemos decidido dar pasos concretos en este sentido: es decir, llevar la Iglesia al mercado y a Cristo a las cárceles, donde tantos jóvenes han estado esperando a Don Bosco desde hace tanto tiempo.

Quisiera compartir con vosotros dos hermosas experiencias que he tenido recientemente. La primera la he tenido en Abuja: durante la visita inspectorial, el hermano encargado de la comunidad me ha acompañado a un mercado al aire libre para confesar y celebrar la misa de las 11h, una hora en la que el mercado está repleto como nunca. Imagino que pocos de los que estáis aquí habéis tenido la experiencia del tumulto de un mercado africano. Llegamos a eso de las 10h.

Me senté en una silla pensando que no se le ocurriría a nadie dejar el trabajo y venir a confesarse. Pues no señor, para sorpresa mía, la gente empezó a venir y a arrodillarse bajo el sol tropical de Abuja. “Padre, hace 22 años que no me confieso…” Y después, otro: “Tengo 35 años, soy católico, le he visto aquí y he oído como una voz interior que me invitaba a confesar mis pecados”. Entre tanto, habían preparado un baldaquino; me pasaron un pequeño amplificador y así empecé la misa…Imaginaros ¡más de 200 personas interrumpieron sus negocios y participaron en la misa en un día de mercado! Después de la celebración algunos se me acercaron y me pidieron que bendijera su tienda. Fue en ese momento que sentí más fuerte que nunca en mi corazón las palabra del Papa Francisco: “No tengáis miedo, llevad la iglesia a las calles, a los mercados, a las oficinas, a los estadios…usad un lenguaje que pueda entender la gente”. La gente está allí esperándoos como los chavalines africanos del sueño misionero de Don Bosco. Son ellos que nos están y nos dicen: “Os hemos estado esperando tanto tiempo”.

La segunda experiencia tuvo lugar en Freetown, la capital de Sierra Leone, una nación que ha sufrido tanto debido a una devastadora guerra civil de 30 años. En nuestro cuarto capítulo inspectorial se decidió que nosotros los salesianos deberíamos hacer algo por los jóvenes de las cárceles de Sierra Leone. Durante mi visita inspectorial pregunté si se había hecho algo para obtener dicho objetivo, pero la respuesta fue “tadavía no”. Entonces di algunas disposiciones a fin de organizar en seguida un encuentro con el director general de prisiones de Sierra Leone. A las tres de la tarde,  tres salesianos y un laico estaban sentados delante del director general y del vicedirector de prisiones de Sierra Leone. Lo primero que nos dijo el director fue: “Nosotros conocemos a Don Bosco. Hace mucho tiempo que os esperábamos”. En ese momento resonaron de nuevo en mi corazón las palabras de los chiquillos del sueño misionero de Don Bosco. En seguida se organizó una visita y por primera vez en 30 años los salesianos entraron en la prisión de Pademba. Construida para 300 personas, la prisión alberga hoy a más de 1.876 detenidos.

El hedor en las celdas era fuerte y penetrante. Y se nos ofrecía como una imagen terrena del infierno. La visitamos a fondo: excepto la capilla construida por un misionero católico, lo demás estaba todo en pésimas condiciones, sucio y abandonado. Ni gota de agua potable. Para los detenidos, tan solo una comida al día, casi siempre, arroz. Ningún lugar para lavarse la ropa o ducharse. Encontré a un joven que se llamaba Juan Bosco. “Con un nombre como el tuyo no deberías estar aquí”, le dije bromeando amablemente. Le pregunté por qué  estaba allí y me respondió que era huérfano y que mientras daba una vuelta una noche, los policías lo apresaron y lo llevaron rápidamente a la cárcel sin avisar a nadie. Llevaba ya dos años de su vida en aquel infierno. Me dijo que ”abusaban de él como si fuera una chiquilla”. Comía una vez al día. Tenía que pasar toda la noche a dar aire a los jefes de la banda para protegerlos del calor y de los moscardones. Habría podido ser liberado bajo una fianza de tan solo 20.000 leones, unos dos dólares americanos, pero nadie sabía que estaba allí.

Hoy, aquel Juan Bosco está fuera de la cárcel y vive con otros chicos antiguos detenidos, que estudian o aprenden un oficio. Don Bosco ha cambiado su vida. No son ellos los que fueron a Don Bosco, sino Don Bosco quien fue hacia ellos y les echó una mano. Actualmente, el Sr. Lothar, coadjutor y director de Don Bosco Fambul, en la prisión de Pademba está cavando un pozo y construyendo la torre para la cisterna de agua, servicios higiénicos y duchas. Además busca libros para la biblioteca y dirige un taller para los detenidos. Todo se desenvuelve bajo la dirección de salesianos y laicos. Tienen ya dos operadores sociales y dos expertos en consultoría que escuchan a los chicos que les cuentan sus historias y les dan buenos consejos. Cada semana los miembros de la comunidad visitan la prisión y celebran la misa. Piden a los más jóvenes que se ofrezcan como monaguillos y así sabemos quién es todavía menor de edad. De este modo, los más jóvenes, internados por faltas menores, pueden quedar libres bajo fianza y ser asistidos en la casa de Don Bosco. Los salesianos me dicen que los detenidos cantan de maravilla y que están tan contentos que incluso, al menos una vez por semana,  se sientan en los bancos para escuchar la palabra de Dios. Me dicen también que al terminarsu tarea les resulta difícil abandonar la cárcel y volver a la comunidad. Se sienten más que nunca unidos y esperanzados en su vocación salesiana.

Si queremos renovar el rostro de la Congregación salesiana debemos  renovar también nuestro entusiasmo misionero. Hay que echarse a la calle, hay que afrontar los retos de las nuevas fronteras misioneras[1], hay que llegar hasta los jóvenes más pobres, hay que ser más creativos, dejar las seguridades de nuestros cargos y llevar la alegría del Evangelio a los jóvenes. Esta es nuestra misión[2]. Con nuestro “salir fuera a los de las periferias”, nosotros conseguiremos de verdad ser lo que debemos ser y caminando sobre esta senda recogeremos frutos de santidad y de auténtica alegría.

Buenas noches.

                                                                                                                      Jorge Crisafulli SDB


[1] Evangelii gaudium: “Sogno una scelta missionaria capace di trasformare ogni cosa, perché le consuetudini, gli stili, gli orari, il linguaggio e ogni struttura ecclesiale diventino un canale adeguato per l’evangelizzazione del mondo attuale, più che per l’autopreservazione” (27)

[2] Evangelii gaudium: “Fedele al modello del Maestro, è vitale che oggi la Chiesa esca ad annunciare il Vangelo a tutti, in tutti i luoghi, in tutte le occasioni, senza indugio, senza repulsioni e senza paura. La gioia del Vangelo è per tutto il popolo, non può escludere nessuno”. (23) “È degno di nota il fatto che, persino chi apparentemente dispone di solide convinzioni dottrinali e spirituali, spesso cade in uno stile di vita che porta ad attaccarsi a sicurezze economiche, o a spazi di potere e di gloria umana che ci si procura in qualsiasi modo, invece di dare la vita per gli altri nella missione. Non lasciamoci rubare l’entusiasmo missionario!” (80)