Inspectores de BCG y BMA:
Misiones indígenas del Mato Grosso (Brasil)
1894 - 2014: 120 años de la presencia misionera salesiana
Aclaración. Durante la lectura del texto se proyectarán imágenes y videos relacionados con el contenido, pero sin una sincronía con las palabras leídas en el momento.
“Don Bosco soñó, los primeros misioneros iniciaron la organización del sueño y nosotros, Salesianos de hoy, estamos dando continuidad a este sueño".
Don Bosco. La Misión Indígena de Mato Grosso, situada entre los paralelos 15 y 20, es una de las manifestaciones de la realización, en el corazón de América del Sur, del sueño misionero sobre América del 1883.
Breve historia. Mons. Carlos D'Amour había pedido a Don Bosco misioneros salesianos para que se encargaran de los indígenas del Mato Grosso. A pesar de su insistencia fue Don Miguel Rúa el que envió la primera expedición, que llegó a Cuiabá el 18 de junio de 1894, guiada por Mons. Luis Lasagna, nombrado obispo de los Indios de Brasil.
Con la muerte precoz de Mons. Lasagna en 1895, sucedida en un accidente ferroviario en Juíz de Fora, en el Estado de Minas Gerais, el comando de la acción de acercamiento a los indígenas fue de don Antonio Malan, que, después, como obispo de la Prelatura de Registro do Araguaia, continuó guiando las casas salesianas de Mato Grosso.
Después del trabajo inicial con los indios Bororos juntamente con el gobierno del Estado, los misioneros buscaron otro trabajo autónomo con las primeras incursiones para crear contacto con los indígenas. Don Juan Balzola dio un gran impulso a las misiones del Mato Grosso, y después fundó las Misiones del Río Negro, en la Amazonia.
Así, en 1902, en el lugar llamado Tachos, sucedió el primer encuentro con los indios Bororos, anunciado por la Virgen. La Virgen apareció en sueños al jefe de los indígenas, que se acercaron a los salesianos con la intención de matarlos. Pero cuando vio en la cabaña de los Salesianos la imagen de la Virgen (igual a la que se le había aparecido en el sueño), el cacique no dio la señal de matar a los misioneros.
El trabajo con los indios del Mato Grosso, como Don Bosco preveía en el sueño, debía ser bañado con la sangre de los misioneros mártires. Efectivamente, Don Juan Fuchs y don Pedro Sacilotti fueron martirizados cuando se acercaron a la gente Xavante, en 1934; más tarde, en 1976, don Rodolfo Lunkenbein y el indio Simón Bororo fueron asesinados durante la demarcación de la Reserva Bororo de Meruri.
Las "uvas verdes del dueño de Don Bosco" de la mies entre los indígenas Bororos y Xavantes, en el Mato Grosso, maduraron y están madurando actualmente, también con el sudor de la caridad pastoral, que se manifiesta a través de la dedicación incansable y el celo apostólico de innumerables salesianos misioneros venidos de países de Europa y de América del Sur, unidos a tantos misioneros religiosos y laicos locales.
Con las Hijas de María Auxiliadora, la presencia evangelizadora entre los indígenas se ha desarrollado de una manera integral, ya sea desde el punto de vista educativo como promocional. Los salesianos se dedican al cultivo de la agricultura por necesidad y por sobrevivencia; al cuidado de la salud desde los aspectos más elementales hasta los más delicados; a la educación informal y a la formal mediante las escuelas y la promoción social, con formación para la ciudadanía y la calificación profesional; y al trabajo con el empleo de los propios recursos culturales y naturales.
El trabajo serio se hizo con una visión de futuro por parte de los primeros misioneros, y sus continuadores han llegado a producciones científicas en el área de la etnografía con las publicaciones de la Enciclopedia Bororo en tres volúmenes, así como con otras obras de sistematización de las lenguas Bororo y Xavante.
Hoy. Las IUS, sobre todo la Universidad Católica Don Bosco (UCDB), con el servicio del núcleo de estudios e investigaciones de las Poblaciones Indígenas (NEPPI), del Centro de Documentación Indígena (CDI) y del Museo de las Culturas "Don Bosco" dan calidad científica a nuestra presencia entre los indios.
El servicio misionero inculturado, en comunión con la Iglesia de Brasil, a través del Consejo Indígena Misionero (CIMI), es solidario con la causa indígena en la defensa de su ciudadanía, en el derecho a la vida, cultura, acceso a la tierra, a la educación, a la salud, y contribuye en lo específico de la vocación y de la misión salesiana.
Desafíos. Los grandes desafíos de nuestras comunidades misioneras son: la globalización presente también en la tierra de misión de los "cerrados" del Mato Grosso. Juntamente con beneficios también ha aportado daños, como la agresión desmesurada a las culturas indígenas, los vicios de la posmodernidad, como el consumismo, el subjetivismo individualista, el hedonismo, la violencia, la prostitución, las drogas, el alcoholismo.
En un tiempo el trabajo se hacía a través de la permanencia de los indios en los centros misioneros; hoy, con el aumento de la población de las aldeas, que llega a más de 20.000 entre Bororos y Xavantes, y la multiplicación de las aldeas, que suman unas 250, en el territorio indígena confiado a la inspectoría de San Alfonso María de Ligorio (Campo Grande), la misión educativo evangelizadora se hace mediante un trabajo itinerante. O sea, los misioneros deben ir en busca de los indios allí donde se encuentran y donde viven. Pero dado que las distancias son enormes y los caminos impracticables, los misioneros necesitan medios de transporte más adaptados a este fin; pero necesitan también una fuerte mística de comunión una actitud ascética grande para convivir con las innumerables dificultades creadas por esta realidad. Nos anima la participación creciente de los jóvenes indígenas en el movimiento juvenil salesiano y su interés por la vocación salesiana.
Perspectivas. Los jóvenes indígenas y su calidad cristiana y profesional, la renovación de nuevos misioneros, el trabajo en conjunto con los laicos y la Familia Salesiana animan el voluntariado misionero juvenil salesiano, que tiene como partner las IUS y las instituciones civiles correspondientes a la autonomía de los pueblos indígenas. Son las nuevas perspectivas de la misión que, tanto en su visión como en su celo, Don Bosco soñó, los primeros misioneros comenzaron la organización de este sueño y nosotros Salesianos de hoy seguimos dándole contornos reales.
Llamado y petición. Por eso nuestra llamada: "¡Señor, envíanos obreros!". Y también nuestra petición a los Superiores y a los Inspectores: "Enviadnos hermanos salesianos, porque la mies es mucha y los obreros pocos".
- LAS MISIONES SALESIANAS EN LA AMAZONIA -
el origen de la presencia salesiana en la amazonia se remonta al año 1880, cuando Mons. Antonio de Macedo Costa, obispo del Estado de Pará, escribió a Don Bosco pidiendo salesianos para su inmensa diócesis, que comprendía toda la Amazonia brasileña. En 1882, Don Bosco envió a Mons. Luis Lasagna a Belém a hablar con Mons. Macedo Costa y a examinar sus propuestas. El obispo de Pará proponía que los salesianos asumiesen una institución educativa en la cercanía de Ananindeua. Mons. Lasagna vio aceptable la propuesta y así escribió a Don Bosco. Los salesianos llegaron a Brasil en 1883, pero a Niterói, en el Estado de Río de Janeiro.
En 1892, la grande diócesis de Pará fue desmembrada con la creación de la diócesis de Manuas, que comprendía los actuales estados de Amazonas, Roraima, Ayre y Rondônia.
En 1908, el obispo de Manus, Mons. Federico Costa, hizo un viaje pastoral de seis meses a través de los ríos Solimões y Río Negro. El año siguiente escribió una carta pastoral con una relación detallada de todo lo que vio e hizo; terminaba la carta manifestando la esperanza de que los hijos de Don Bosco pudiesen asumir el cuidado de una parte de aquella inmensa diócesis.
En 1910 se crearon las Prefecturas Apostólicas del Alto Solimões, de Tefé y del Río Negro. Hubo dificultades para que algunas órdenes religiosas asumiesen la Prefectura Apostólica del Río Negro. Finalmente, el 10 de junio de 1914, esta Prefectura fue confiada a los salesianos y don Juan Balzola, misionero en Mato Grosso, recibió las credenciales para atender la nueva misión.
Don Juan Balzola, don José Solari y el coadjutor José Canuto comenzaron el viaje desde São Paulo hasta São Gabriel da Cachoeira, sede de la Prefectura Apostólica del Río Negro, donde entraron el 24 de mayo de 1915, fiesta de María Auxiliadora. Por tanto, en 2015 celebraremos los 100 años de la presencia salesiana en la Amazonia.
Desde el inicio, los salesianos contaron con el apoyo del obispo de Manus, Mons. Irineu Joffily, que ofreció un lugar céntrico en la ciudad para que organizasen un colegio. Con la llegada de los nuevos misioneros, la Prefectura del Río Negro asumió otras nuevas sedes, lugares base para el trabajo itinerante, y donde con la ayuda de las Hijas de María Auxiliadora, llegadas en 1923, se organizaron escuelas, hospitales, ambulatorios e internados para muchachos y muchachas. En 1956 se inició la misión entre los yanomamis, en Maturaca, y en 1961, en Marauia.
En 1958 se creó la Inspectoría de Santo Domingo Savio, con sede en Manaus, desmembrada de la Inspectoría de San Luis Gonzaga de Recife.
En estos cien años muchos salesianos se destacan como grandes misioneros: algunos científicos especializados en ciencias antropológicas y naturales, otros se han distinguido por la santidad de vida, algunos quedaron en la memoria por su vida sencilla y sacrificada. Merecen mención especial muchos hermanos coadjutores que se distinguieron por el trabajo, por su piedad y celo apostólico al lado de los sacerdotes: muchos de ellos, por su cuidado de las estructuras han permitido que el trabajo misionero y educativo se desarrollase para la mayor gloria de Dios.
La presencia salesiana en la Amazonia, después de 100 años, ha recogido muchos frutos, aunque aún hay mucho que sembrar en las escuelas, en las misiones indígenas, en los oratorios, en los centros juveniles, en las escuelas universitarias, en las obras sociales, en las comunidades formativas. En los últimos años hemos tenido un crecimiento de las vocaciones autóctonas, especialmente, de los provenientes de las 23 etnias presentes en la región. Quedan aún desafíos como las distancias geográficas, el número de los salesianos, los grandes gastos de mantenimiento de las obras, el aumento de los problemas que afectan a los jóvenes como la drogas, la prostitución, el consumo de alcohol. Por otra parte ha habido en las misiones un fuerte incremento de la educación y también de las organizaciones de los indígenas.
Queda aún el reto-oportunidad del primer anuncio a un grupo considerable de comunidades yanomamis que viven en la frontera Brasil-Venezuela.
Hoy, las antiguas prelaturas ya son Diócesis. Los obispos ya no son salesianos (excepto Jí-Paraná), algunas casas construidas con tanto sacrificio pasaron a otros Institutos misioneros. Queda sin embargo el sentimiento del deber cumplido y de que, con nuevas modalidades, tenemos aún mucho trabajo por delante a favor del Reino de Dios entre los jóvenes.
"Salesianos de la Amazonia": (1915-2015) cien años de misión. La semilla ha producido sus buenos frutos. Gracias, con la petición de una oración por todos nosotros.