Beatificado el 5 de Septiembre de 2004Celebración litúrgica el 5 de octubre
Nació en Ferrara el 21 de marzo de 1918, el segundo de seis herma- nos de una familia verdaderamente cristiana, en la que la vida de piedad se conjugaba con la actividad caritativa, catequística y social.
Al trasladarse a Rímini con la familia en 1930, frecuentó el Ora- torio Salesiano y la Acción Católica donde, a ejemplo de Domingo Savio, madura la propia fe con una opción decisiva: «Mi programa se resume en una sola palabra: santo». Reza con recogimiento, da catequesis con convicción, manifiesta celo, caridad y serenidad. Esde carácter fuerte, firme y decidido, voluntarioso, generoso; tiene un fuerte sentido de la justicia y gran ascendiente entre todos los com- pañeros. Es un joven deportista y dinámico, le gustan todos los de- portes: el tenis, el balonvolea, la gimnasia, el fútbol, la natación, las excursiones a la montaña.
Pero su gran pasión será la bicicleta, incluso como medio privi- legiado de su apostolado y de su acción caritativa.
Madura su formación cultural en la universidad y la espiritual en la FUCI1. Toma como modelo a Pier Giorgio Frassati. Después de conseguir el título de ingeniero mecánico el 30 de junio de 1941, el 7 de julio debe enrolarse en el ejército. Italia está en guerra; una guerra que Alberto condena con iluminada firmeza: «Venga pronto la paz con justicia para todos los pueblos, desaparezca la guerra del mundo». Licenciado, por tener otros tres hermanos en el frente, tra- bajó durante un breve tiempo en la FIAT de Turín.
Tras los trágicos acontecimientos del 25 de julio de 1943, la caída del fascismo, la proclamación del armisticio con los Aliados y la consiguiente ocupación alemana del suelo italiano, Alberto vuelve a su casa de Rímini. Sabe cuál es su tarea: se convierte en obrero de la caridad. Al cesar los bombardeos es el primero en acudir a socorrer a los heridos, a animar a los supervivientes, a asistir a los moribun- dos, a sacar de los escombros a los sepultados vivos. Y no solo hay ruinas, sino también hambre. Alberto distribuía a los pobres todo lo que lograba recoger: colchones, mantas, ollas. Visitaba a los campe- sinos, a los comerciantes, compraba toda clase de víveres. Luego, en bicicleta, cargada de cestas, iba a donde sabía que había hambre y enfermedad. A veces llegaba a casa sin zapatos o sin bicicleta: los había regalado a quien tenía más necesidad. Durante la ocupación alemana salvó a muchos jóvenes de la deportación y hasta llegó, con una arriesgada y heroica acción, a abrir los vagones, ya precintados y preparados para partir en la estación de Santarcángelo, y liberar a hombres y mujeres destinados a los campos de concentración.
Después de la liberación de la ciudad, el 23 de septiembre de
1945, se constituyó la primera junta del Comité de Liberación. Entre
los asesores se encuentra también Alberto Marvelli: no está inscrito