Venerable: 2 - 4 - 1993
Simón Srugi nació en Nazaret el 27 de junio de 1877, el último de diez hijos. Cuando tenía tan solo tres años perdió a sus dos padres en pocos meses y fue dejado al cuidado de su abuela. En 1888 fue enviado al orfanato en Belén, bajo la dirección del Padre Belloni. Este sacerdote que era parecido a Don Bosco, se hizo salesiano en 1891 por consejo del Papa y dedicó su obra a la Congregación. Simón le tenía tanta estima que cuando tuvo 16 años le pidió para ser Salesiano.
Fue enviado a la escuela-oratorio agrícola en Beit Gemàl, donde finalizó sus estudios e hizo su noviciado convirtiéndose en Hermano Salesiano. Pasó su vida entera allí, trabajando incansablemente durante 50 años. Llevó adelante tanta actividad y con tanto amor! En la escuela era maestro de muchos pequeños musulmanes quienes lo llamaban “Mu´allem Srugi” y decían de él: “Es bueno como una taza llena de miel”.
Se ocupaba del molino; los granjeros de todo alrededor le llevaban el grano para moler; él lo hacía con calma e imparcialidad. Era enfermero. No había ningún médico en la zona así que los enfermos de cincuenta pueblos a la redonda recurrían a él, casi todos ellos eran gente pobre. Era como el Buen Samaritano de la parábola de Jesús: tenía piedad por los desafortunados, los lavaba, los cuidaba, los trataba con dulzura, contándoles sobre Jesús y María. La gente enferma decía de él: “Otros médicos no tienen las manos santas del Hermano Srugi. Sus manos tienen poder y la bondad de Alá”.
Era tan bondadoso y amable que los musulmanes locales decían de él: “después de Alá, vino Srugi”. Don Bosco quería que sus Hermanos estuvieran con la gente y le llevaran el Evangelio a través de hechos y de oración. Muchas veces la gente acudía a él solamente para que les impusiera las manos. Las madres le entregaban a sus hijos para que los bendijera. Cuando había una disputa en el pueblo, acudirían a él: sería árbitro y buscaría la paz.
Todos sentían que Srugi tenía comunicación seria con Dios. Se nutría de la Eucaristía y del Evangelio. Pasaba su tiempo libre frente al Santísimo Sacramento. En 1908, cuando Don Rua visitó la casa de Beit Gemàl, dijo: “Síganlo, registren sus palabras y sus obras, porque estamos tratando con un santo”. Murió por su trabajo y de malaria el 27 de noviembre de 1943, a la edad de 66 años. Su funeral fue una verdadera apoteosis. Su humilde cuerpo descansa en Beit Gemàl, cerca de la tumba gloriosa de San Esteban. El 2 de abril de 1993 fue declarado Venerable.