Venerable: 12 de julio 1982
Teresa Valsé Pantellini nació en Milán el 10 de octubre de 1878 en una familia próspera. Su padre José Valsé, excelente cristiano y gran trabajador, era propietario de varios hoteles en Egipto, donde Teresa pasó los primeros años de su vida. Él educó a su hija amando a los pobres y ayudándolos. Luego se fueron a Milan primero, después a Florencia. Su padre murió cuando ella tenía 12 años. Teresa desarrolló un profundo espíritu de oración. Fue educada en literatura y las artes y desarrolló sus capacidades humanas bajo la bondadosa y a la vez exigente guía de su madre.
Cuando hizo su Primera Comunión sintió el llamado a la vida religiosa y se ofreció a sí misma al Señor con profunda alegría. Su madre llevó a la familia a Roma para ayudar a su hermano Italo en sus estudios universitarios. Teresa asistió al colegio de las Hermanas del Sagrado corazón y se involucró en la Conferencia de San Vicente de Paul. No le faltó el bienestar, ni el confort ni las diversiones, pero se organizó para llevar adelante una vida de mortificación oculta. Su director espiritual era el Siervo de Dios Obispo Tedeschi, futuro obispo de Bergamo, quien eligió como secretario al Padre Angelo Roncalli.
Animada por su director, Teresa decidió llamar a las puertas del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora en Roma “para entregarse irrevocablemente al Señor –como ella lo dijo- para educar a las niñas pobres de la gente sencilla”.
Hizo su profesión religiosa en 1903, después de su experiencia en el Trastevere. Las hermanas la recuerdan en esa época así: “Sor Teresa sabía cómo tratar a las jóvenes del Trastevere por lo que eran: era buena en mantener la disciplina, pasando por alto la falta de cortesía y respeto”.
Cuando se le negó algo a una de las niñas, la escupió en la cara. Ella lo sobrellevó con la admiración de todos los presentes. Teresa era cortés y amable con todos, estaba siempre dispuesta a llevar adelante las tareas más humildes y difíciles. Alegremente y con espíritu de sacrificio, hacía el lavado de la ropa y supervisaba los talleres de las niñas.
Ella era como lo hubiera querido Don Bosco: hacía las cosas sencillas extraordinariamente bien. Su camino a la santidad no se detuvo por los síntomas de una enfermedad que se agravó más y más: tuberculosis. Ella se dio cuenta que era el momento para amar el sufrimiento – no solamente aceptarlo- como un don que la unía con el crucifijo: “Lo que tú desees Jesús, yo también lo deseo, y por el tiempo que Tú lo desees”. La alegría y simplicidad de Mornese, el sacrificio silencioso, su constante unión a Dios y amor pueril por la Madre de Dios, fueron los aspectos sobresalientes de su vida.
El 3 de septiembre de 1907 Teresa se encontró con el Jesús que ella había elegido irrevocablemente. Está enterrada en Nizza Monferrato.
El proceso regular se inició el 6 de diciembre de 1926. Declarada Venerable el 12 de julio de 1982