Sistema Educativo

Religión

Religión: Formar al creyente

 

El segundo término –“religión”- indica que la pedagogía de Don Bosco es, por naturaleza, trascendente, en cuanto que el objetivo último de su educación es formar al creyente. Para él, hombre formado y maduro es el ciudadano que tiene fe, pone en el centro de su vida el ideal del hombre nuevo proclamado por Jesucristo y testimonia sin respeto humano sus convicciones religiosas.

Así, pues, no se trata de una religión especulativa y abstracta, sino de una fe viva, insertada en la realidad, forjada de presencia y comunión, de escucha y docilidad a la gracia. Como solía decir, los “pilares del edificio de la educación” son la Eucaristía, la Penitencia, la devoción a la Santísima Virgen, el amor a la Iglesia y a sus pastores. Su educación es un itinerario de oración, de liturgia, de vida sacramental, de dirección espiritual; para algunos, respuesta a la vocación de consagración especial -¡cuántos sacerdotes y religiosos se formaron en las casas del Santo!-, y para todos, la perspectiva y el logro de la santidad.

Don Bosco es el sacerdote celoso que refiere siempre al fundamento revelado cuanto recibe, vive y da. Este aspecto de trascendencia religiosa, base del método pedagógico de Don Bosco, no sólo puede aplicarse a todas las culturas; puede también adaptarse provechosamente a las religiones no cristianas.

(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 11)