Mensaje del Papa Francisco
a los participantes del Capítulo General 27
de la Congregación Salesiana
Sala Clementina, Vaticano – 31 de marzo de 2014
Queridos hermanos:
¡Sean bienvenidos! Agradezco a Don Ángel por sus palabras. A él y al nuevo Consejo General les deseo que sepan servir guiando, acompañando y sosteniendo a la Congregación Salesiana en su camino. El Espíritu Santo les ayude a aferrar las esperanzas y los desafíos de nuestro tiempo, especialmente las de los jóvenes, y a interpretarlas a la luz del Evangelio y de su carisma.
Imagino que durante el Capítulo -que tenía como tema “Testigos de la radicalidad evangélica”- han tenido siempre ante ustedes a Don Bosco y a los jóvenes; y Don Bosco con su lema “Da mihi animas, cetera tolle”. Él reforzaba este programa con otros dos elementos: trabajo y templanza. Recuerdo que en el colegio ¡estaba prohibido hacer la siesta! ¡Templanza! ¡Para los salesianos y para nosotros! «El trabajo y la templanza - decía – harán florecer la Congregación». Cuando se piensa en trabajar por el bien de las almas, se supera la tentación de la mundanidad espiritual, no se buscan otras cosas, sino sólo Dios y su Reino. Luego, la templanza es el sentido de la medida, contentarse, ser sencillos. La pobreza de Don Bosco y de Mamá Margarita inspire a cada salesiano y a cada una de sus comunidades hacia una vida esencial y austera, de cercanía con los pobres, de transparencia y responsabilidad en la gestión de los bienes.
1. La evangelización de los jóvenes es la misión que el Espíritu Santo les ha confiado en la Iglesia. Esta está en estrecha conjunción con su educación: el camino de la fe se injerta en el del crecimiento y el Evangelio enriquece también la maduración humana. Se necesita preparar a los jóvenes a trabajar en la sociedad según el espíritu del Evangelio, como operadores de justicia y de paz, y a vivir como protagonistas en la Iglesia. Por ello ustedes se valen de las profundizaciones necesarias y de las actualizaciones pedagógicas y culturales, para responder a la actual emergencia educativa. La experiencia de Don Bosco y de su “sistema preventivo” les sostengan siempre en el compromiso de vivir con los jóvenes. La presencia en medio de ellos se distinga por la ternura que Don Bosco llamó “amorevolezza”, experimentando incluso nuevos lenguajes, pero sabiendo bien que el del corazón es un lenguaje fundamental para acercarse y volverse amigos suyos.
En esto es fundamental la dimensión vocacional. A veces la vocación a la vida consagrada se confunde con una opción por el voluntariado, y esta visión distorsionada no hace bien a los Institutos. El próximo año, el 2015, dedicado a la vida consagrada, será una ocasión favorable para presentar a los jóvenes su belleza. Hay que evitar siempre visiones parciales, para no suscitar respuestas vocacionales frágiles y sujetas a motivaciones débiles. Las vocaciones apostólicas son ordinariamente fruto de una buena pastoral juvenil. El cuidado de las vocaciones requiere atenciones específicas: sobre todo la oración, luego actividades propias, itinerarios personalizados, la valentía de la propuesta, acompañamiento, involucrar a las familias. La geografía vocacional ha cambiado y está cambiando, y esto significa nuevas exigencias para la formación, el acompañamiento y el discernimiento.
2. Trabajando con los jóvenes, ustedes enfrentan el mundo de la exclusión juvenil. ¡Y esto es tremendo!Hoy es tremendo pensar que hay más de 75 millones de jóvenes sin trabajo, aquí, en Occidente. Pensemos en la vasta realidad de la desocupación, con tantas consecuencias negativas. Pensemos en las dependencias, que por desgracia son muchas, pero que se derivan de la raíz común de la falta de un amor verdadero. Ir al encuentro de los jóvenes marginados requiere valentía, madurez y mucha oración. ¡Y a este trabajo se deben enviar a los mejores! ¡A los mejores! Puede darse el riesgo de dejarse llevar por el entusiasmo, enviando a tales fronteras a personas de buena voluntad, pero no adecuadas. Por ello es necesario un atento discernimiento y un constante acompañamiento. El criterio es este: los mejores tienen que estar ahí. “Necesito a este para hacerlo superior de aquí, o para estudiar teología…”. Pero si tienes esa misión, mándalo ahí ¡Los mejores!
3. Gracias a Dios ustedes no viven y no trabajan como individuos aislados, sino como comunidad: ¡y den gracias a Dios por esto! La comunidad sostiene todo el apostolado. A veces las comunidades religiosas son atravesadas por tensiones, con el riesgo del individualismo y de la dispersión, mientras que hay necesidad de profunda comunicación y de relaciones auténticas. La fuerza humanizadora del Evangelio es testimoniada por la fraternidad vivida en comunidad, formada por la acogida, respeto, ayuda recíproca, comprensión, cortesía, perdón y gozo. El espíritu de familia que Don Bosco les ha dejado ayuda mucho en este sentido, favorece la perseverancia y se vuelve un atractivo para la vida consagrada.
Queridos hermanos, el bicentenario del nacimiento de Don Bosco está ya a las puertas. Será un momento propicio para relanzar el carisma de su Fundador. María Auxiliadora no ha dejado nunca de hacer sentir su auxilio en la vida de la Congregación, y ciertamente no dejará que falte tampoco en el futuro. Su materna intercesión les obtenga de Dios los frutos esperados. Les bendigo y rezo por ustedes, y, por favor, ¡Recen también por mí! ¡Gracias!